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El día que robaron las elecciones en Venezuela

Entre denuncias de fraude, represión, las elecciones marcaron un quiebre en el país. Aunque la esperanza arde, como Griselda, muchos han tenido que huír.

  • Las elecciones presidenciales del 28 de julio marcaron un capítulo oscuro en Venezuela. Sin actas que cerifiquen los votos, Maduro asegura que tomará posesión. Foto: AFP
    Las elecciones presidenciales del 28 de julio marcaron un capítulo oscuro en Venezuela. Sin actas que cerifiquen los votos, Maduro asegura que tomará posesión. Foto: AFP
31 de diciembre de 2024
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Venezuela llegó al 28 de julio de 2024 en medio de una oleada de esperanza velada por la tensión de un régimen del que se esperaba un As bajo la manga. Las elecciones no eran un simple evento electoral, se convirtieron en un hecho coyuntural que redefiniría el futuro del país exhausto tras años de crisis política, social y económica bajo el poder de Maduro. Para muchos esta era la oportunidad de romper con el aislamiento que ha causado el desgobierno por más de dos décadas.

Griselda Colina, una exrectora del Consejo Nacional Electoral (CNE) y directora de un observatorio de comunicación y democracia, conversó con EL COLOMBIANO y describió cómo vivió una persecución política desde ese día hasta que tuvo que salir del país. Sin embargo, como muchos, Griselda mantiene una esperanza latente. “Este proceso electoral fue uno de los peores en garantías y condiciones, pero también uno de los más interesantes en participación política”. El camino hacia las elecciones estuvo plagado de tramuyos y movimientos que auguraban la tragedia.

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Aunque en el Acuerdo de Barbados, firmado en el 2023 bajo supervisión de otros actores políticos, se habían prometido garantías electorales como transparencia en el registro de votantes y acceso a los medios para realizar veeduría, nada de esto se ha visto hasta el sol de hoy. “El acuerdo fue violado de inicio a fin, pero la gente igual salió a votar porque sentía que su participación tenía un significado distinto”, señala Griselda.

El pueblo no solo votó, se movilizó

La participación ciudadana fue el motor de estas elecciones. Desde las primarias opositoras, donde María Corina Machado obtuvo el 93% de los votos, quedó claro que el país estaba decidido a recuperar la democracia.

“La ciudadana María Corina Machado Parisca está inhabilitada para ejercer funciones públicas por un periodo de 15 años”, afirmó en enero del 2024 el Tribunal Supremo de Venezuela. Justificando esto en un supuesto apoyo de Machado a las sanciones impuestas a Venezuela por Estados Unidos.

“Fue una campaña en la que se desafió a las élites de sus partidos. Querían un liderazgo que conectara con ellos, y lo encontraron”, explica Griselda. Finalmente, Edmundo González Urrutia se convirtió en el candidato opositor oficial, liderando una estrategia en compañía de Machado, que logró articular a la población.

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El 28 de julio, desde muy temprano, la esperanza se sintió en cada rincón del país. Voluntarios de organizaciones como Voto Joven y CEPAJ monitoreaban el proceso electoral, mientras millones de venezolanos salían a votar. Griselda, desde una de las tres “salas situacionales” del observatorio, coordinaba la información que llegaba de los 24 estados.

“Todo iba bien hasta las cinco y media o seis de la tarde. Los reportes indicaban que en algunos centros no dejaban entrar a los voluntarios, no permitían transmitir resultados ni entregaban actas. Aunque en otros lugares la oposición ganaba en mesas donde llevaba años sin triunfar, lo que nos confirmaba el apoyo ciudadano”.

Cuando el Consejo Nacional Electoral anunció que Nicolás Maduro había ganado las elecciones, reinó la incredulidad. “Sabíamos que algo andaba mal. Las actas de cada mesa electoral decían lo contrario, pero el CNE dio un resultado que no podía verificarse”, dice Griselda.

El sistema electoral venezolano tiene métodos para garantizar la transparencia, como las actas con códigos QR que permiten verificar los resultados en cada mesa. Sin embargo, el CNE no publicó los datos oficiales de cada centro de votación. La oposición, preparada para enfrentar el fraude, tenía copias escaneadas de todas las actas, respaldadas por firmas de los testigos y miembros de mesa. Fue con estas pruebas que demostraron que los resultados oficiales no coincidían con los obtenidos en las máquinas electorales.

Protestas, estatuas y represión

Tras los confusos resultados de las elecciones, miles de personas salieron a exigir que se publicaran las actas. Ante el silencio del régimen, el pueblo indignado derrumbó más de 5 estatuas de Chávez que se erguían por toda Venezuela. Entonces el régimen intensificó su estrategia de miedo y presión. “Incitaron a los vecinos a delatar a quienes protestaban o habían sido testigos electorales. Detuvieron a jóvenes que participaban en la movilización ciudadana”, recuerda Griselda. La persecución se extendió a todos los niveles.

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La misma Griselda, quien había mantenido un perfil alto durante el proceso electoral, también se convirtió en objetivo. “Tuve que tomar la decisión de salir del país porque no podía hablar libremente ni proteger a mi equipo. En Venezuela, todos somos vulnerables”, dice. Pero asegura que regresará pronto.

A pesar del fraude y la represión, la oposición no se ha rendido. Las actas respaldan su versión de los resultados, y la presión internacional se mantiene. “La gente no ha perdido la fe. Votaron, cuidaron el voto y están decididos a no dejar que lo que sucedió el 28 de julio quede en el olvido”.

El 10 de enero, el presidente electo jurará su compromiso ante el CNE, las Cortes y el país entero. Sin embargo, el triunfo de Maduro sigue en entredicho y carece de reconocimiento internacional. Mientras tanto, el opositor Edmundo González, que está en el exilio, asegura que regresará para esa fecha al país y tomará posesión como legítimo ganador.

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