El protagonista de esta historia es un adolescente llamado Otis. Sus habilidades para socializar en la escuela son precarias por lo que usa su “conocimiento sexual” (que tiene no por experiencia sino por lo que oye de su madre, una sexóloga) para ser popular.
Otis es el personaje principal de la serie británica Sex Education, un programa creado por la guionista y dramaturga inglesa Laurie Nunn, joven promesa en la escritura para televisión, según los premios Bafta. Pero como Otis hay muchos más personajes, adolescentes sobre todo, aunque también adultos, que se enfrentan al desconocimiento sobre la sexualidad.
Educar sobre el tema
Para José Ricardo Bateman, psicólogo clínico que trabaja en terapia sexual y de pareja, la educación sexual en general sigue siendo bastante retrógrada, “aun cuando se ha pretendido que sea más abierta, eficiente y eficaz”.
En la serie los jóvenes son quienes consultan en Internet sus dudas sexuales, conversan entre ellos para resolverlas, o máximo con uno que otro profesor. La mayoría no habla del tema con sus padres y reciben información de otras fuentes.
Lo que pasa en el programa no dista mucho de la realidad. Cuenta Bateman que hoy, a partir de los doce o trece años, los jóvenes comienzan a tener mucha información sobre vida sexual activa, “y obviamente lo están haciendo a escondidas –como se ve en la serie– y lo están haciendo jugándosela de una manera peligrosa que puede terminar justamente en tres consecuencias: traumas sexuales, infecciones de transmisión sexual y embarazos indeseados”.
Para la psicóloga y licenciada en educación Astrid Eliana Restrepo Jaramillo, coordinadora de proyectos de la Corporación amor al niño Cariño, la sociedad, en general, continúa inserta en una cultura con creencias equivocadas alrededor de la sexualidad, “centradas en el pensamiento reduccionista donde solo se reconoce lo netamente genital, desconociendo los diversos componentes que hacen parte”.
Bateman añade que en la casa a los padres les da miedo hablar de educación sexual abiertamente con los hijos porque al parecer eso, de alguna manera, los autoriza a vivir una vida sexual activa. Y en las instituciones educativas hay sesgos, por convicciones morales o prevenciones, que hacen que se maneje de manera inadecuada.