El reconocido actor antioqueño se estrenó este año en los pódcast con Meterse al rancho, un show original de Spotify que ha sido quizá el pódcast más escuchado del año en Colombia. A pesar de que desde su lanzamiento en febrero el show ha estado siempre en el top 3 de los más escuchados en la plataforma, la empresa no revela datos precisos sobre el número de reproducciones o suscriptores. Solo se sabe que más de 15.000 personas le han dado una calificación de 4,9 estrellas.
En el primer episodio que grabó en un estudio a las afueras de Bogotá, la invitada fue la actriz Cecilia (Chichila) Navia, su esposa. En total, en la primera temporada del programa, que además de escucharse como pódcast puede verse como video (solo en Spotify), Alarcón entrevistó cada martes a 24 personas entre actores, actrices, periodistas, influencers y webcammers, con quienes habló largo y tendido sobre temas que en otros formatos como la televisión y la radio tradicional suelen ser motivo de censura: la depresión y el bullying en el mundo actoral, el narcotráfico en el fútbol, la industria del porno y del modelaje webcam, la muerte, la depresión y la locura, por poner algunos ejemplos.
Le puede interesar: Este es el top 10 de los pódcast más escuchados en Colombia, según Spotify
Meterse al rancho, producida por la productora de podcast colombiana La No Ficción, fue uno de los últimos pódcast contratados por Spotify como exclusivos. Este año la empresa sueca, que en Colombia lanzó exitosos shows como el de Uribe acorralado de Daniel Coronell o A Fondo con María Jimena Duzán, cambió su estrategia de pódcast en el continente y decidió cortar la financiación de programas exclusivos para su plataforma. Por eso, a pesar de su éxito, la segunda temporada de Meterse al rancho es todavía una incógnita.
Conversamos con Alarcón sobre su primera experiencia como podcastero y el éxito de su show. Habló de las bondades del formato y contó la triste historia de la invitada que le quedó faltando.
Escuche el más reciente episodio de Revelaciones del Bajo Mundo:
¿Qué le queda de la primera temporada de Meterse al rancho?
“Aprendí un montón. Más allá de lo técnico o de lo que uno pueda aprender como host, es lo que me dejó cada personaje que se sentó ahí a contar su historia. Para mi fue revelador, enriquecedor”.
¿Qué personaje le quedó faltando en esta primera temporada?
“Hay una anécdota muy especial y es que para el último episodio tenía una amiga muy querida que padecía cáncer, de 23 años, y que no alcancé. No alcancé a tenerla porque ocho días antes de que grabáramos el pódcast se murió. Ese fue el pódcast que me faltó, el de Danna Camila Cifuentes, porque lo habíamos conversado mucho rato, ya sabíamos los temas que íbamos a tocar. Ella me escribió como 15 días antes a decirme que tenía que hacer el pódcast rápido porque ella sentía que se iba pronto, entonces adelanté todo, pero no alcancé”.
¿A qué cree que se debe el éxito del pódcast?
“Pues según lo que la gente escribe creo que, aunque podría parecer un formato muy trillado y donde no estábamos inventando nada, no se encontraron con un periodista que quería sacarle información a un entrevistado o crear controversia ni refutar una opinión, sino que estaba yo que solo tenía el rol de escuchar. Pero más allá de eso, la clave era la confianza que cada invitado depositaba en el programa, la tranquilidad de sentarse a hablar conmigo y de contar su historia sin encontrar un juicio de mi parte, eso hacía que la conversación fuera amena”.
“No estoy sentado ahí con la idea de sacarte la mejor información que tenga, sino que estoy ahí dispuesto a lo que ocurra. En algunos casos había preparación, pero no en todos. Había casos en los que no preparaba nada, porque quería también sorprenderme. Cuando uno va demasiado preparado en algo muchas veces la escucha se pierde, porque ya tengo en mi cabeza las 30 preguntas que tengo que hacer”.
Usted ya había sido presentador y entrevistador en televisión y en otros formatos, ¿qué encontró de diferente en los pódcasts?
“El pódcast fue un ejercicio de desaprender, porque sí había hecho programas de entrevistas, pero todo estaba muy calculado, el tiempo, las preguntas... todo estaba perfectamente hecho: las preguntas las escribía alguien más y yo tenía era que aprendérmelas de memoria. Aquí no tenía límites de tiempo, la entrevista iba agarrando confianza. Arranqué muy nervioso pensando en el orden, en las preguntas, y poco a poco me fui relajando y entendiendo que el ejercicio de hacer pódcast era estar ahí, estar presente y escuchar, porque ahí iba a encontrar las pistas de hacia dónde debía ir la entrevista”.
“Además, es un formato que no es tan mojigato para hablar de ciertas cosas. Los medios tradicionales se cuidan un montón en el lenguaje, en el tema, yo no podría hablar de ciertos temas en medios tradicionales. Aquí no hay filtro, el invitado puede sentirse tranquilo de decir lo que le de la gana. Tuve toda la libertad, a mí incluso me pareció arriesgado cuando me dijeron “usted trae los invitados, usted pone los temas, usted pone todo”. Eso nunca me había pasado. Siempre hacía programas pero los invitados ya estaban puestos. Aquí siempre la iniciativa fue mía”.
¿Va a haber segunda temporada?
“No se todavía, pero estamos trabajando en eso. Yo creo que sí, ojalá”.