La función principal del sistema de escape en el carro es transmitir los gases que produce la combustión, desde el motor hasta la retaguardia, en la mayoría de modelos.
Luego se generan dos funciones secundarias, pero no menos importantes. Primero, silenciar el ruido que genera el escape del motor, gracias al recorrido de los gases generados por la explosión en la cámara de combustión a través del sistema de escape.
Y la segunda, la eliminación de la mayoría de los componentes nocivos para el ambiente, explica el ingeniero mecánico Juan Carlos Vargas.
El ruido se mitiga a través de un trabajo de expansión y compresión. “Una onda expansiva sale del motor, al fin y al cabo lo que se produce allí es una explosión”, argumenta Andrés Salazar, técnico especialista que labora en la firma Escapes.
La primera detonación se reduce en el presilenciador, y luego al llegar al silenciador se produce la mitigación más importante de la onda.
El mofle, y el sistema de escape en general, está construido en acero, con un baño de aluminio o acero aluminizado, y también algunos en acero inoxidable. Esta combinación de materiales busca preservar el sistema del ataque de los ácidos que produce la gasolina al quemarse, en especial el azufre, que mezclado con el agua que genera la condensación de los gases se convierte en ácido sulfúrico que ataca al acero y lo oxida.
La combinación o el uso de acero inoxidable genera una resistencia 3 veces mayor al ácido sulfúrico.
No todos los tubos de escape tienen la misma medida en su diámetro. Esto depende del motor que tenga el vehículo.
“La cilindrada del carro produce un flujo de gases. Si la cilindrada es baja, se puede utilizar un tubo de media pulgada. Ya con un vehículo de motores grandes de 5 mil a 6 mil centímetros cúbicos, se manejan tubos hasta de 4 pulgadas”.