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policías fueron asesinados por orden del cartel de Medellín en la década del 80.
“¿Quién mató a Barry Seal?”.
- “Los Ochoa. Ellos confiaban en él para todo. Estuvo en Colombia, conocía a los familiares y era tratado como otro miembro de la familia. Jorge compartió buen tiempo con él, lo consideraba un hermano mayor. Sentirse traicionado de esa manera fue una gran ofensa, así que había que salir de él. Fabio quería hacerlo personalmente, pero Jorge lo convenció de no hacerlo, por el riesgo que había”.
Las palabras son de Fernando Arenas, un expiloto del capo del narcotráfico Carlos Lehder, quien concedió una entrevista a la TV estadounidense en el 2000. Después de ser arrestado por la DEA, contribuyó a delinear el perfil de uno de los espías más famosos en la historia del cartel de Medellín: Adler Berriman Seal.
Su trayectoria, plagada de complots con la CIA, la DEA, narcos y gobiernos de izquierda en Centroamérica, sedujo al actor Tom Cruise a interpretarlo, al punto de viajar a la capital antioqueña esta semana para estudiar las locaciones en las que se filmará la película.
Su visita revivió una trama de crimen y traiciones que hoy tiene a dos sicarios paisas pagando cadena perpetua en E.U., y a otros bajo tierra.
La amistad con el cartel
El periodista Daniel Hopsicker es quien más ha escrito sobre Barry Seal, y sus textos son la base de series y documentales sobre el personaje, nacido en Baton Rouge, E.U., en 1939.
A los 15 años aprendió a volar avionetas y aviones pequeños, obteniendo su licencia oficial a los 16, por lo que se convirtió en uno de los pilotos más jóvenes de la aviación norteamericana. Su talento iba acompañado de un impulso por conocer otros países y pronto se vio piloteando hacia destinos en Centroamérica.
Trabajó para la Patrulla Civil Aérea y después en la aerolínea TWA Corporation.
En los 70, en pleno auge del movimiento hippie y las protestas sociales por la guerra de Vietnam, se disparó el tráfico de marihuana hacia la tierra del Tío Sam.
Seal, de la mano de un piloto amigo, comenzó a participar en vuelos desde Suramérica, amasando una pequeña fortuna que le permitió adquirir su propio hangar y una flotilla de aeronaves.
En esas lides, a finales de la década conoció a los integrantes del clan Ochoa, con quienes pasó de la exportación de yerba a la cocaína, un negocio mucho más lucrativo.
Según Arenas, por medio de ellos fue presentado al cartel de Medellín, involucrándose en el transporte de la mercancía con otros capos, como Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha y Lehder. No obstante, todos lo conocían como el piloto “oficial” de los Ochoa.
La foto maldita
En las operaciones ilegales para el cartel, Seal conoció a múltiples contactos corruptos en los puntos de acopio y transporte de la cocaína. Y eso fue aprovechado por la CIA y la DEA, en el marco de la Guerra Fría contra la Unión Soviética y el comunismo.
La centrales de Inteligencia buscaban evidencia para golpear al gobierno sandinista de Nicaragua que, a cambio de plata, brindaba apoyo para el acopio de droga. No solo querían atacarlo para frenar el narcotráfico, también para contrarrestar la expansión del socialismo en la región.
Los agentes, conociendo el pasado delictivo de Seal, lo reclutaron, obligándolo a colaborar para no encarcelarlo. Le asignaron el nombre clave de “Mackenzie” y supervisaron sus vuelos entre esa nación centroamericana y su hangar clandestino en Mena, Arkansas. Es por eso que “Mena” es el nombre provisional de la película de Cruise.
En 1984 se produjo el hecho que generó la desconfianza del cartel en el piloto y su posterior asesinato. Los jefes de la mafia colombiana se encontraban en Nicaragua, huyendo de la cacería en su contra desatada por el homicidio del ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla (30/4/84).
Los sandinistas les brindaron albergue, a cambio de un millón de dólares por cabeza, y les permitieron usar la pista del aeropuerto de Managua para enviar un cargamento. La mercancía se dividió en dos: una la llevaría Arenas y la otra “Mackenzie”, en un avión que la CIA le había suministrado, repleto de cámaras ocultas y micrófonos. Una de las lentes captó a Escobar, Rodríguez Gacha y militares nicaragüenses cargando la cocaína.
Se suponía que era una operación ultrasecreta, pero las presiones del Senado al gobierno de Ronald Reagan, para que mostrara resultados contra el comunismo, provocaron que algunas de esas fotos fueran filtradas a la prensa.
La fachada de Seal quedó expuesta y con eso le pusieron una soga al cuello.
Sin protección
“Toda la evidencia apuntaba a Barry Seal, pero los Ochoa decían ‘eso no puede ser, él ha sido amigo de nosotros por mucho tiempo’”, narró Arenas. Luego cambiaron de parecer.
Billy Yout, vocero de la DEA en ese entonces, dijo que “había un contrato para matarlo y todo el mundo lo sabía”. La oferta era de US1 millón para secuestrarlo y traerlo a Colombia o US500.000 por matarlo.
Según la justicia de E.U., quien ofrecía el dinero era Fabio Ochoa, pues Seal se convirtió en el testigo estrella contra el cartel y sus primeras declaraciones lo salpicaron a él.
La muerte de “Mackenzie” ocurrió el 19 de febrero de 1986 en su natal Baton Rouge. Allí pagaba seis meses de trabajo social y libertad vigilada por sus delitos, y debía pernoctar en una base del Ejército de Salvación.
El cartel envió tres sicarios a ejecutarlo: Luis Quintero Cruz, Bernardo Vásquez y Miguel Vélez. El primero de ellos, apenas lo vio aproximarse a la base en su automóvil, le gritó: “¡Barry!”, y enseguida lo acribilló con una ráfaga de subametralladora.
El espía, pese a haber servido a su nación, murió solo y sin escoltas. Los mercenarios fueron arrestados y a Quintero y a Vélez los sentenciaron a cadena perpetua.
El hombre que al parecer actuó como intermediario entre los sicarios y el cartel, Rafael Cardona Salazar, fue asesinado a tiros en una oficina de Envigado (05/12/87). Y en 2001 Fabio fue extraditado para responder por narcotráfico y por la muerte de Seal. Lo condenaron a 30 años.
Los demás miembros de la familia pagaron sus deudas con los tribunales y gozan de libertad. Su hermano Juan David Ochoa fue entrevistado en el 2000 por periodistas del programa Frontline. Les dijo que “solo me reuní con Barry Seal una vez en mi vida, en Panamá, unos cinco minutos”.
Y su hermano Jorge Luis, quien a juicio del expiloto Arenas fue un amigo entrañable de “Mackenzie”, también lo negó. “Barry Seal trabajó para el mejor postor, la CIA, la DEA, los sandinistas, todo el mundo. Aunque a veces usé sus rutas, nunca le pagué nada en persona”
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narcos fueron enjuiciados en Miami y Las Vegas, gracias al testimonio de Barry Seal.
80%
de la cocaína distribuida en E.U. provenía del cartel de Medellín, según la DEA.