La pereirana Sofía Gómez, que se formó en Antioquia, sigue compitiendo en la apnea. Este fin de semana hizo récord en Medellín.
Unos años atrás habría hecho una pataleta. Pero esta vez lo aceptó con la tranquilidad que da la experiencia. Era la tarde de un sábado gris en Medellín. Recién había dejado de llover y, entre risas, Sofía Gómez Uribe se enteró de que la habían descalificado en la prueba dinámica sin aletas del IV Festival Mackos de Apnea que se hizo en la ciudad.
-Cuando salí de la inmersión, en vez de hacer el protocolo (decir I’m ok), dije que la corchera del lado estaba muy blandita y maluca. Es puro error de principiante. Llevo muchos años en esto y hago esas bobadas. Pero estoy feliz porque hice 126 metros en esta prueba que es dura. No importa que me descalificaron. Yo aquí vine a disfrutar.
Sofía tiene 31 años. De ellos le ha dedicado los últimos 10 a la apnea, un deporte extremo subacuático que consiste en interrumpir la respiración y recorrer distancias largas bajo el agua. Es dueña de varios récords y una de las pioneras de la práctica en el país. Sin embargo, después de la pandemia dejó de participar en competencias porque hacerlo le generaba ansiedad.
Buscó ayuda. Empezó un proceso de acompañamiento con un entrenador mental que lleva varios meses. Hacerlo le permitió entender el origen de su ansiedad. Ha sido un camino largo que la ha llevado a sumergirse en si misma, confrontar sus miedos y comprender que estos la han impulsado a moverse, a sentirse viva. También mantiene en el bolso unas gotas que, de vez en cuando, usa para calmarse.
Conectarse consigo misma
Gómez tiene un carisma arrollador. La sonrisa que mantiene le da brillo a su rostro. Cuando está fuera del agua (ya sea de la piscina o el mar) es enérgica, inquieta. Pero cuando se sumerge cambia. Es toda paz, tranquilidad, armonía, silencio, concentración.
-¿Qué representa el agua en su vida?
-Es una pregunta muy profunda (risas). Siento que tengo una conexión muy bonita con el agua. Entro y siento paz, tranquilidad, es como mi espacio, es mi terapia, ya sea en el agua de mentiras (la piscina) o en el mar. Adentro me conecto, me relajo, me olvido de los problema.
Tal vez por eso es que nunca dejó de competir. Es cierto que antes de la pandemia, en 2019, lo hacía más que ahora. Ese año se mudó a Dominica, una isla paradisiaca del Caribe en la que todos los meses hay buenas condiciones marítimas para entrenar y prepararse mejor.
La vida allá le gustó. Por eso puso una escuela de apnea en la que alquilar la plataforma para recibir clases cuesta 300 dólares al mes, mientras que asistir a un campamento de seis días, dictado por ella, puede valer 500 verdes.
En ese proyecto, Sofía, que está radicada en Bogotá –allá entrena en piscinas climatizadas– encontró una manera de recuperar un poco el dinero que invierte para ir a las competencias de apnea, en las que no recibe ningún premio económico. “Participar en una prueba internacional puede costar hasta 10.000 dólares. Por eso tal vez ya maduré y entendí que no tengo que ir a todos los eventos, porque con ese dinero vivo seis meses”.
Ahora, en su versión más madura, Sofía sueña con participar en 2024 en los World Games. Para lograrlo, tendrá que conseguir uno de los 7 cupos que entregará el Mundial de la disciplina. Por eso viajará en noviembre a Dominica, se preparará en el mar llevando su cuerpo al límite y esperará que llegue el momento de decir: paz, amor, tranquilidad y azul, que es el mantra que le da seguridad cuando entra al agua.
Se registraron récords en Medellín
Sofía Gómez impuso dos marcas nacionales ante la Asociación Internacional para el Desarrollo de la Apnea. La primera fue en la prueba dinámica de monoaleta, con una distancia de 164.4 metros. La otra en la competencia con bialeta tras recorrer 151 metros. Entre tanto, Angie Daniela Zuluaga hizo 100 en la prueba sin aletas.
