Yuri Alvear
Judoca colombiana
“Siempre me lleno de adrenalina antes de competir”, dice la doble medallista olímpica Yuri Alvear. “Es extraño, pero aquella ocasión la recuerdo como si fuera hoy, porque me jugaba, de cierta forma, la ida a los Juegos Olímpicos de Londres-2012”, agrega la judoca colombiana al relatar cómo asumió los cuartos de final de su división en los Juegos Panamericanos de Guadalajara nueve años atrás.
Fue el 27 de octubre de 2011 y en frente tenía una de las joyas del judo puertorriqueño: María Pérez, quien años después ratificó condiciones ganando medallas en torneos internacionales e incluso en el Mundial de 2017, además del bronce que obtuvo en esas justas de México.
“En aquel momento yo estaba más joven y era más ansiosa en el previo de los combates, pero me sentía con mucha confianza porque, hasta ese momento, únicamente tenía 11 derrotas frente a 36 victorias”. Así que la número 37 le reportaría algo especial porque le permitiría asegurar una de las medallas en juego en ese torneo e ir a un pleito en busca de la final.
“Es curioso, era de mis primeros combates con María, porque hoy es la segunda rival con la que más veces me he enfrentado, después de los duelos que he sostenido con la cubana Onix Cortés. Si no estoy mal he competido en 8 ocasiones contra ella y todavía no me ha podido vencer. Sin embargo, ese día no fue fácil superarla para pasar a la semifinal pero lo logré, y eso me dio el impulso necesario para combatir por el oro, que infortunadamente perdí con Onix”.
Para Yuri ese triunfo 37, dice, le marcó el inicio del camino a la medalla de plata, pero también hacia Londres. “Me confirmó que tenía condiciones para ir a unos Olímpicos. Fue uno de los pasos que comencé a dar rumbo a la medalla olímpica. Y ha sido tan importante como cada una de las peleas que he realizado. Consolidó mi técnica”.
Ginna Escobar
Gimnasta
Ginna Escobar inició en la gimnasia cuando tenía 6 años de edad y pronto comenzó a cosechar medallas. La primera, cuenta, fue en un Departamental de Envigado.
Pero cuando supo que definitivamente se enrutaría al alto rendimiento empezó el conteo de sus títulos nacionales e internacionales como si fueran arroz y entre ellos hay uno que no se borra de su memoria: la presea dorada 37 que obtuvo el 28 de noviembre de 2010 en el Suramericano juvenil que se realizó en Medellín.
Tenía 13 años y apenas se estrenaba en esa categoría. Ganó la general individual cuya presea se le entrega a la gimnasta más completa del torneo. “Fue algo histórico; se armó un boom porque después de 21 años una juvenil colombiana ganaba esta modalidad. En casa, con mi gente y, lo mejor, superé a la brasileña Stepany Da Silva que era la favorita”, cuenta Ginna como si aún estuviera viviendo ese momento.
El valor de esa medalla es mayor para ella, pues relata que la preparación fue tortuosa. Un semestre antes de la competencia sufrió una fractura de tobillo que pudo terminar prematuramente su carrera. Después de estar quieta cuatros meses, le quedaba uno de recuperación y otro de preparación. “Todo fue muy rápido y tuve el infortunio de lesionarme de nuevo, pero seguí, todo el tiempo entrené con dolor”. Y confiesa que “estaba tan saturada mentalmente” que a dos días de iniciar el torneo se le olvidó todo. “Intentaba hacer un mortal (prueba de destreza acrobática en la que una persona rota alrededor de su plano medio, moviendo sus pies por encima de su cabeza). y me bloqueaba en al aire, no era capaz de girar”. Su entrenador (Diego Medina) no lo podía creer... Sin embargo, el descanso de la víspera, el trabajo acumulado y la convicción de Ginna hicieron que en el debut brillara ante su público y redondeara una actuación que sirvió para que el Municipio de Envigado le diera la casa que siempre soñó para su mamá. “Nunca olvidaré esa medalla 37”.
Andrés Felipe Muñoz
Patinador colombiano
Los ánimos estaban arriba en el patinódromo de Santa Marta la noche del domingo 19 de noviembre de 2017. En ese mismo escenario y horas antes Colombia ya había sumado tres medallas de oro y una de ellas ya colgaba en el pecho de Andrés Felipe Muñoz. Pero, pese a haber ganado la primera presea masculina del patinaje de velocidad en los Juegos Bolivarianos que se disputaban en esa ciudad, el vallecaucano quería más.
Se adentró en la pista tras recorrer una improvisada calle de honor hecha por los aficionados que agolpaban las tribunas del escenario y que al unísono gritaban “¡Colombia! ¡Colombia!”, alentando a Edwin Estrada y a él, para asumir la definición de la prueba de los mil metros, la última de la jornada.
En una exhibición de potencia y en un trabajo en solitario porque su compañero se enredó antes de la última vuelta, Muñoz, campeón mundial en 27 ocasiones, remató y con un tiempo de 1.23,329 repitió la faena: se quedó con el oro que le reportó el triunfo 37 en competencias internacionales.
Además de cerrar la noche con el cuarto metal dorado de cuatro posibles para el país, su victoria en Santa Marta tuvo un componente especial: cuando cruzó la meta, muy cerca, lo esperaba su niña Ana Sofía, en ese entonces de dos años de edad, quien vio y compartió por primera vez con él uno de sus logros.
“Fue una victoria muy linda porque se convirtió en algo muy personal, pudimos estrechar mucho esa relación de papá atleta con mi hija. En la celebración la cargué y di un par de vueltas en la pista con ella. Es un recuerdo muy especial para los dos”, cuenta Muñoz, hoy de 32 años.