La emoción que aflora en la experimentada Luz Cristina Urrea, patinadora y entrenadora del club Estrellas, al hablar de Samantha Mosquera Castillo es evidente; resalta las condiciones técnicas y la disciplina de una de las nuevas caras del artístico de Antioquia, que arranca aplausos y elogios.
La pasión por el deporte está en el ADN de esta pequeña, de 7 años de edad, hija de Wálter Enrique Mosquera, exintregrante de seleccionados de Antioquia y Colombia de baloncesto y de Nelly María Castillo, patinadora recreativa apasionada por las ruedas.
Y aunque inicialmente se inclinó por el ballet y tomó algunas clases, fue en unos patines de doña Nelly en los que Samantha empezó a mostrar el interés por este deporte.
“Cuando tenía tres años se montó en ellos y me impresionó el equilibrio que mostró, hablé con mi esposo y decidimos inscribirla en la escuela de iniciación en la Liga. Allá, aunque hizo todas las modalidades, se sintió mejor en el artístico y, por eso, al terminar el ciclo, tomó la decisión de quedarse en esa modalidad”, señala la madre de la pequeña deportista.
Y recuerda que, de inmediato, tuvo que salir corriendo a comprarle los patines de cuarto ruedas, pues durante el ciclo de formación, la pequeña utilizó los de línea.
Wálter, quien gracias a su trabajo puede acompañar a su hija en los entrenamientos también se emociona al hablar de lo que le produce ver a Samantha en cada entrenamiento. “Ella es feliz, cuando llega del colegio y prepara todo para ir al entrenamiento. Siempre se le nota alegre, no le gusta llegar tarde y es muy exigente al momento de entrar en la pista”.
Talento y disciplina
Luz Cristina ratifica esas apreciaciones al afirmar que “es dedicada, disciplinada, constante y aunque está muy pequeña, demuestra un amor puro por el patinaje. Siempre se le ve la alegría de estar en la pista, y eso, unido a sus condiciones, seguro la llevarán muy lejos, porque tiene una habilidad natural para desarrollar los ejercicios y movimientos que demanda la práctica de las rutinas”.
Esta joven patinadora de artístico se destaca a nivel nacional como una de las nuevas promesas de la disciplina, es la campeona nacional en figuras de su categoría y ocupó el segundo lugar en las modalidades de libre y danza.
Nunca ha faltado a los entrenamientos y si por ella fuera iría no 6 sino 8 veces en la semana, dice su mamá.
Samantha, con su dulce y suave voz, no solo habla de la felicidad que le produce patinar, sino que su sonrisa confirman que es en la pista donde mejor se siente.
Junto a su padre dedica varias horas a escoger el diseño de sus trusas, y aunque quisiera que todas fueran moradas, pues es su color preferido, sabe que por el reglamento no puede ser así y entonces elige rojo, fucsia o colores vivos que contrastan con su piel morena.
Al preguntarle a qué deportista admira, sin titubear afirma que a Daniela Gerena, la antioqueña medalla de oro en la modalidad de danza libre categoría juvenil de 2017.
Juego de muñecas
Angelical y consentida, así es esta chica sobre quien se posan los ojos de compañeras, padres de familia y asistentes al lugar de prácticas.
“Daniela es una tesa, me gusta mirarla, al igual que en mi casa veo videos por internet para seguir perfeccionando mis movimientos, para aprender más, porque quiero ser la mejor”, dice al hablar de la deportista que admira.
Con sus muñecas ensaya los peinados que quiere tener en sus presentaciones, les habla y las maquilla, mientras comparte con su hermano Emmanuel, de 5 años, quien está en la escuela de fútbol.
Nelly y Wálter se sienten orgullosos, no solo de los logros que ha tenido su hija, sino porque han logrado que ella ame el deporte, pues ambos coinciden en que, es lo que querían, ya que gracias al deporte se convierten en personas responsables, independientes y disciplinadas.
Colegio, muñecas, patines y pista son, por lo pronto, la rutina de la pequeña Samantha, la chica de ojos vivaces y dientes grandes y blancos que danza al son de la música sobre cuatro ruedas.
