El 16 de junio de este año inició uno de los mayores dramas deportivos para la luchadora vallecaucana Jackeline Rentería. Durante un entrenamiento en Italia, la doble medallista olímpica sufrió una fractura de mandíbula.
Jackeline tenía que ser operada y su participación en los Olímpicos de Río estaba en riesgo.
Y como decía el fantástico personaje creado por el humorista Roberto Gómez Bolaño...”¿y ahora quién podrá defenderme?”, pues ella asumió el proceso con la tenacidad con la que ha encarado cada uno de los retos de su vida.
No es solo una luchadora profesional, es una luchadora de la vida y ha salido adelante siempre que se lo propuso.
Para conocer un poco sus orígenes hay que remontarse y trasladarse al parque de Siloé, uno de los barrios más pobres de Cali. Cualquier desprevenido que lo visite se encontrará con la gemela de Jackeline, pero no de carne y hueso, sino con una estatua de la medallista hecha en honor a su primera medalla olímpica, lograda en Pekín-2008.
Allí, antes de meterse de lleno a la disciplina que hoy practica, probó el judo y el boxeo, pero el destino le tenía reservada la gloria en la lucha.
Su debut olímpico
La de Pekín era su primera participación olímpica, pero ya había dado sus primeros saltos importantes en el deporte con una plata en el Mundial júnior de Guatemala, que se sumaba al bronce en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Cartagena, en 2006.
Sin embargo, China era un país desconocido para ella y de unas costumbres muy distintas, pero no tenía complejos: “iba con muchas ilusiones, pero más allá de que quería realizar una gran actuación nunca había pasado por mi mente ser medallista”, recuerda.
Y para seguir rememorando al humorista mexicano, “sin querer queriendo”, ella avanzó hasta el combate por la medalla de bronce.
“Me tocó enfrentar a una rumana que yo veía enorme. Antes del combate sudaba frío, pero mientras empezaron a pasar los minutos sentí una fuerza interior inexplicable y terminé venciéndola 5-0”.
Un resultado similar al que la Selección Colombia de fútbol le propinó a Argentina y sobre una figura imponente de la lucha como es Ana Paval.
Tenía 22 años y empezaba a brillar con luz propia, esa que siempre irradia entre su familia y amigos.
Después de ese gran logro las carencias que tuvo en su niñez empezaron a quedar atrás y su vida empezaría a encarrilarse también en otros aspectos. Se casó con Julio César Muñoz, decidió estudiar Derecho en la Universidad Javeriana de Cali y asumió su preparación para Londres-2012 con la convicción de que debía mejorar lo hecho en las justas asiáticas.
Pero como es un deporte de contacto, mientras iba cumpliendo metas, también desgastaba su cuerpo. Las primeras damnificadas fueron las rodillas, a las que se le fueron desgastando los meniscos y un ligamento cruzado anterior. Pero así, con dolores y vendada, tras pasar por el quirófano, llegó a Londres-2012 y revela que el secreto fueron los tamales que le hace su mamá.
“Ella dice que de ahí saco la fuerza y no la contradigo, porque no hay nadie más sabio que las mamás y la fe que le ponen a lo que dicen funciona”.
Doña Delia Castillo, progenitora de la campeona, manifiesta que Jacke ha sido una luchadora desde que estaba en su vientre.
“Toda la vida ha sacado los hombros por donde saca la cabeza. Por cábala no veo sus combates, pero sí lidio con sus dolores porque para eso estamos las mamás, para aliviar a nuestros hijos y ella es muy consentida”.
Fortaleza mental
Aunque hoy comparte en la Selección Colombia con el entrenador David Gutiérrez, el mismo con el que se abrazó en Londres cuando logró el oro, Víctor Capacho ha sido el que más la ha marcado en su carrera y él no duda al manifestar cuáles son las fortalezas de Jacke.
“Es muy fuerte mentalmente, lucha mejor bajo presión y todo lo bueno que le ha pasado es un premio al trabajo, al esfuerzo y a la disciplina”.
En Londres quería lograr el oro o la plata y estuvo muy cerca, pero su ilusión dorada se desvaneció ante la canadiense Tonya Verbeek.
“Me dolió mucho porque estaba en mi mejor momento deportivo, me sentía fuerte para ir por el oro, pero la ansiedad jugó en contra y perdí”.
Para la pelea por el bronce, el entrenador David Gutiérrez creía que iba a ser difícil recuperar el estado anímico de Rentería. Además, se enfrentaba a una campeona como la ucraniana Tetyana Lazareva.
“Llegué a pensar que teníamos la medalla embolatada. Gracias a Dios Jackeline la sacó adelante”.
Después vino una celebración, que está considerada como una de las mejores en la historia de las justas. El técnico Gutiérrez la recuerda perfectamente.
“Entré para darle un gran abrazo, pero ella me agarró fuertemente y me realizó un suplex (un movimiento ofensivo para derribar al rival) y cuando reaccioné ya estaba de espaldas en la colchoneta y me terminó dando un ataque de risa, que fue el broche para esa celebración”.
Río, el objetivo
Restan 34 días para que la lucha de Río habrá competencias y Jacke se encuentra contrarreloj en su recuperación y no va a tirar la toalla hasta el último día.
“Si queremos lograr algo grande en la vida, hay que ofrecer algo grande también. Si dejamos que los obstáculos se interpongan es traicionar nuestros sueños. La lesión es un adversario más y no voy a dejar que me venza sino hasta el último minuto. Tengo el sueño de un oro olímpico, pero primero debo llegar en condiciones de pelear por él. Lo haré paso a paso y sé que si llego, Dios me estará esperando para luchar a mi lado”