Martha tiene cara de ser tímida, pero es completamente espontánea. Stefany es risueña cuando se siente en confianza, pero por lo general mantiene una expresión de seriedad en el rostro.
La primera es bajita (mide 1,65 metros), de piel blanca y cabello castaño. La otra es alta (su estatura ronda los 175 centímetros), es de tez morena y cuando no lo lleva recogido, porta un cabello negro y largo que le da un aire de adolescente rebelde.
Y tiene sentido. Ella es la menor de esta dupla dorada del ciclismo de pista colombiano. Sin embargo, tiene actitudes de alguien mayor. Mientras que a sus 18 años Stefany Cuadrado disfruta por completo la soledad –algo que, dicen los sabios, se aprende con el tiempo–, a Martha Bayona, que el pasado mes de agosto cumplió 29, le cuesta no sentirse acompañada.
Algo en la santandereana (nació en Bucaramanga el 12 de agosto de 1995), hace que no le guste el silencio de estar recostada en la cama de su habitación y prefiera el movimiento, el bullicio que se genera en una buena conversación con varias personas en la mesa cuando están en una concentración.
Para Stefany, por su parte, el plan perfecto es estar en su habitación escuchando música. En su lista de reproducción suena desde un pop noventero azucarado, pasando por un rock indie norteamericano y se cola una que otra canción de reguetón.
“Cuando escucho música me siento realmente yo. Es algo indescriptible. Ese es mi verdadero lugar seguro. Es algo que de verdad me encanta”, dice sentada, junto a Martha, en la mesa de un restaurante del occidente de Medellín.
Ella comió lasagna con carne a la bolonegsa. Su colega y referente, mastica con delicadeza un tentáculo del pulpo que ordenó. Alrededor hay otras ciclistas del equipo Mujeres Antioquia-Orgullo Paisa, al que pertenecen ambas, que comen, cada una, una pizza de seis porciones.
Martha y Stefany se miran asombradas. No tienen que decirse nada. La complicidad, la conexión que tienen es tan grande que solo un gesto basta. Una levanta la ceja. La otra se ríe de inmediato y dice: “nosotras también comemos bastante, solo que hoy estamos llenas y hay que ir a entrenar”, dice Bayona, con un tono de sátira.
Después se quedan calladas. Analizan el entorno y, cuando escuchan o ven algo que les produce gracia, se ríen o hacen un comentario al respecto. En medio de todas las diferencias que tienen, las une un sentido del humor fino, inteligente. También que ambas iniciaron en el ciclismo de ruta y, después de un tiempo, se metieron a la pista y solo salen de ella cuando tienen una medalla colgada, de oro, plata o bronce, en el cuello.
Un sueño mundial
Martha habla de sus más de 150 preseas ganadas. Muestra una foto del museo que tiene en una pared de su casa en San Javier. Ahí tiene expuestas las que ella considera más importantes y la enseña sin ínfulas de grandeza: es una corredora completamente humilde.
Hay oros en Juegos Panamericanos, Suramericanos, medallas de cuanta competencia ha participado, pero se ve claro el espacio destinado para un par que le faltan: las de campeona olímpica y mundial (en 2023 se quedó con la plata en Glasgow).
Con la misma sencillez de su maestra, Stefany se refiere a la hazaña que consiguió en el mundial de pista que se corrió entre el pasado 21 y 25 de agosto en Luoyang, China. La joven nacida en Caucasia, Antioquia, el 2 de mayo del 2006, consiguió tres medallas de oro en la Copa del Mundo.
Con sus piernas fuertes y su mentalidad de guerrera inquebrantable pedaleó más duro que sus rivales en las pruebas de keirin, velocidad y contrarreloj de 500 metros. A más de 15.507 kilómetros de su hogar, puso a sonar varias veces el himno nacional en un deporte que apenas practica desde hace tres años.
Cuadrado empezó a montar bicicleta en su Caucasia natal cuando tenía 15 años. Era 2021 y por la pandemia del covid-19 solo se podía salir para hacer deporte. Ella se subió en una y salió a andar con su mamá bajo el calor desesperante de su tierra. En 2023 llegó a Medellín y, un año después, logró el título mundial.
“Ella viene dando pasos gigantescos. De Colombia es la ciclista que últimamente ha logrado buenos tiempos. Es la campeona mundial juvenil, que es algo que no se logra fácil. Por eso he dicho que es la persona que me viene ‘pisando los talones’”, dijo Martha.
Y aunque Stefany soñó con ser campeona, se preparó para ello, entrenó duro pensando en alcanzar ese objetivo y lo consiguió siendo tan joven, el éxito no la marea. Por el contrario, dice que luego de que empezó a llevar el arcoíris que la ratifica como reina del pedalismo de velocidad, cree que tiene una responsabilidad impresionante que la obliga cada día a trabajar para mejorar.
También siente que tiene un “peso encima” y eso le da algo de miedo. Las rivales ya la empezaron a mirar diferente: es la mujer a vencer. Pero ella, que se define como una soñadora incansable, luchará cada día para alcanzar el otro objetivo que tiene y que comparte con Bayona: colgarse una medalla olímpica. Ojalá dorada.
Pero mientras llega, disfruta del reconocimiento de su familia y amigos. Le gusta como la hacen sentir quienes la tratan de manera especial y le manifiestan que se sienten orgullosos de lo que ha logrado hasta el momento. También sabe que aún hay mucho por aprender. Por eso es casi la sombra de Martha, de quien ella se refiere como “la reina”.
Las siamesas del ciclismo
Noche de verano. París. Villa Olímpica. En las famosas camas de cartón de una habitación del edificio construido en el sector de Saint Denis, comparten Martha Bayona y Stefany Cuadrado, las dos colombianas que lograron cupo en ciclismo de pista para las olimpiadas del 2024.
Martha piensa en que esta es para ella una revancha. Estar en ese contexto tensionante le alivia una pena que llevaba en el alma. Cuando se quedó por fuera de Tokio 2021, los juegos de la pandemia, se sintió triste. Pocos puntos la dejaron sin cupo y ella decidió, incluso, dejar de ver televisión. No se quería torturar.
Ahora disfruta estar. Además tener una compañera que la admira, que escucha sus consejos. “Lo mejor que me ha enseñado es algo de los espejos, es decir, saber a quién seguir como referente, qué aprender de ellos. También me dice que si alguien no me refleja lo que yo quiero ser, que me aleje. Y me dice que me lo goce mucho”, agregó Cuadrado con emoción.
Y lo gozaron ambas. Martha cree que su fama de mujer dura viene de como se ve cuando está en la pista: seria, concentrada, imponente. En esos momentos solo piensa en ganar. Su alter ego (una suerte de segunda personalidad), sale a flote. Se convierte en una guerrera hambrienta de ganar.
Stefany es igual. Pero ella, en su silencio, también analiza a la rival. En los Olímpicos, que dice fueron una experiencia increíble para ella, se dijo con su mezcla entre el acento paisa cantado de las montañas y el costeño heredado de la cercanía de su pueblo natal con Córdoba, cuando tenía a las campeonas cerca: “eche, yo puedo estar entre ellas”.
Volvió a Medellín con esa idea en la cabeza. Ahora estamos en el velódromo bajo un calor insoportable de las tres de la tarde. Martha calienta en los rodillos para entrar a la pista. Stefany apenas llega de su casa. Lo hizo un poco tarde porque estaba en un almuerzo y fue hasta su casa por su uniforme de competencia.
Bayona no empieza a entrenar sino está su fiel compañera en el lugar. Pasa lo mismo si es Cuadrado quien está y “La Reina” quien no llega. “Mira a ver si ya están todos en la pista. Anda rápido”, ordena la mayor. “Tenía que ser Martha Bayona”, responde la otra con un tono de complicidad. Sube. Mira. Aún no han empezado a entrenar sus compañeros. Van. Corren.
Se acabó la jornada. Están cansadas. Cumplieron sus metas. Ahora las siamesas campeonas piensan en otras cosas. Martha quiere ir a la casa a estar con su familia y hacer tatuajes, arte que aprendió en pandemia, en una piel artificial. Stefany quiere cumplir en su carrera de administración de empresas que es virtual, pero que pronto espera sea presencial. Al final del día, las reinas también son personas normales.
De amigas inseparables a rivales
Por ahora son amigas muy cercanas. Una es pupila de la otra. Sin embargo, el próximo año, cuando Stefany cumpla 19, dejará de ser juvenil y pasará a competir en la élite. En ese momento las dos mejores corredoras de pista que tiene en este momento Colombia, se tendrán que enfrentar en las competencias. Seguro que estarán siempre en la parte alta del podio. El primero, segundo o tercer lugar estará reservado para ellas. Pero lo difícil es que se tendrán que enfrentar y será algo nuevo. Aunque ya lo hacen en algunos entrenamientos y dentro del velódromo se ven como rivales que se ayudan a sacar lo mejor de cada una, ahora será por las medallas. Bayona dice que adentro se “matarán” y afuera, como siempre, se querrán.