La extenista autraliana ganó 24 torneos de los grandes del tenis en la modalidad individual. El último fue el Abierto de Estados Unidos de 1973.
La altivez con la que anda a los 81 años es sorprendente. Siempre se muestra erguida, rígida, casi como si hiciera parte de algún ejercito. Es una señora blanca, rubia, de ojos claros y gafas.
La expresión de su rostro es seria, fría. No importa si está entregando un premio o viendo un partido de tenis sentada desde la gradería de la cancha que lleva su nombre en el complejo donde se juega el Abierto de Australia. Ella parece imperturbable.
La extenista australiana Margaret Court es una mujer firme en sus convicciones. Esa característica le ayudó a destacarse en su época como deportistas profesional. Tal era la intensidad, fuerza y resistencia que mostraba en sus partidos que muchas veces llegaron a comparar sus habilidades con las de los hombres.
Pero su firmeza también fue el motivo por el que los últimos años se “manchó” su leyenda impecable. En un momento histórico incluyente como en el que vivimos, no cayeron bien unas declaraciones que dio en 2017 en las que señaló a las personas de la comunidad LGBTIQ+. Lo hizo desde su posición y postura de pastora de la iglesia pentecostal que fundó en los 90 en Perth, Australia.
Esas palabras generaron caos. La señalaron de ser ultra conservadora. Hubo quienes pidieron que le quitaran su nombre al escenario dos del Melbourne Park, que lo lleva desde 1988, cuando la homenajearon por ser la tenista que más títulos de Grand Slam ha ganado en la historia, con 24.
En la WTA pensaron en hacerlo. Pero al final la respaldaron. Mantuvieron el nombre. ¿Cómo no lo iban a hacer? Court, quien nació en Albury, Australia el 16 de julio de 1942 en el seno de una familia de bajos recursos, lleva más de 50 años ostentando el récord de grandes del tenis ganados.
El primero lo consiguió en 1960, cuando fue campeona del Abierto de Australia con 17 años. El último, el mítico título 24 que Serena Williams no alcanzó y que recién en 2023 pudo igualar Novak Djokovic, lo logró en Nueva York al ganar el US Open de 1973.
Una mujer llena de récord
Por la cabeza de nadie pasó que aquella niña que nació en un hogar disfuncional –su papá era alcohólico y solía maltratar a su madre– se iba a convertir en la tenista que logró ganar 11 veces el Abierto de Australia, 5 Roland Garros, 5 US Open y 3 Wimbledon.
Menos que iba a ser la primera mujer en lograr el Grand Slam (ganar los cuatro torneos más importantes del circuito del tenis mundial el mismo año), como lo hizo en 1970 en la modalidad de sencillos.
Pero ella, que empezó a jugar tenis porque se metía, de manera clandestina con sus amigos de infancia al Albury Tennis Center que quedaba cerca a su casa, no solo se destacó en la modalidad individual. También lo hizo en dobles. En la rama femenina ganó 19 Grand Slams. En la modalidad mixta levantó 21 trofeos.
Además, en 1973, cuatro años antes de su retiro, firmó unos número increíbles: ganó 102 de los 107 partidos que disputó en el año y se convirtió en una leyenda, en la estrella que todos quisieron superar y hasta ahora nadie ha logrado.
Por eso su altivez. Ese es el motivo de su expresión dura. Y aunque este año Djokovic llegue a los 25 títulos en cualquiera de los grandes, en la leyenda de Court seguirá escrito que durante más de 50 años lejos de las canchas, nadie la superó.
