Los Juegos Olímpicos son una oda a la estética. Los Paralímpicos lo son a la superación. En estas justas, poco vistosas para la industria audiovisual, compite todo lo que en el mundo moderno incomoda: una persona que tiene alguna amputación, alguien que perdió por completo la visión o desde que nació nunca vio, aquellos que por alguna circunstancia no logran mover por completo su cuerpo.
En los Juegos Paralímpicos el protagonismo es de quienes los jesuitas llaman “descartados”: personas a las que el mundo les cerró las puertas. Sin embargo, ellos, que están llenos de determinación, con su esfuerzo siempre causan completa admiración.
Los paratletas no son personas con “discapacidad”, sino superhumanos que tienen poderes que sobrepasan la razón, el entendimiento, la lógica. Prueba de ello son las estrellas a seguir en las justas que se realizan en París, ciudad que pretende ser un ejemplo mundial de inclusión.
El velocista francés Timothee Adolphe, de 34 años, es uno de los mejores corredores paralímpicos de la historia. A pesar de que es ciego de nacimiento, nunca dejó de perseguir su sueño de ser deportista de alto rendimiento y ahora es candidato a ganar los 100 metros planos T11 (para personas sin visión).
La nadadoras española Teresa Perales, quien por una neuropatía perdió la movilidad de sus extremidades inferiores en 1995, ha ganado 27 medallas olímpicas en siete paraolimpiadas.
La africana Noemi Alphonse, que es cuadrapléjica, tiene unos brazos fuertes que la han llevado a impulsar su silla de ruedas a velocidades trepidantes en la prueba de T54, mientras que la nigerana Lauritta Onye, que tiene enanismo, tiene la capacidad de lanzar la bala, el disco y la jabalina, al infinito y más allá en f40.
También está la mexicana Amalia Pérez, quien se destaca en el levantamiento de pesas, en la prueba de los 61 kilogramos. La norteamericana tiene artrogriposis múltiple congénita, síndrome que según un estudio del colegio médico de la Universidad San Ángel de su país, es un “síndrome clínico caracterizado por la presencia de contracturas y rigidez de varias articulaciones, no progresivas y de aparición en el período prenatal”
De la misma manera se destaca el atleta norteamericano Ezra Fech. El joven de 19 años, que practica salto alto en la categoría T63, nació sin una parte de su pierna izquierda y tampoco tiene los dedos de una de sus manos. Sin embargo, tiene el récord mundial de su especialidad con un salto de 1,95 metros. Sus movimientos, al igual que el de sus colegas, son una oda a la superación.