Mientras el Deportivo Independiente Medellín se disputa la final de la Liga colombiana en el estadio Hernán Ramírez Villegaz, en el Atanasio Girardot los hinchas que no pudieron viajar a acompañar al Poderoso–se congregaron para pedir que les llegue la séptima estrella este 7 de diciembre.
Cerca de la tribuna occidental del Atanasio hay unas 1.000 personas que contempla el partido en completo silencio. La solemnidad del momento solo es interrumpida por el relator de cotejo. Los hinchas del Equipo del Pueblo encendieron velitas para pedir al creador por un milagro.
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De momento, el partido del DIM ante Pereira se mantiene 1-1 en el global y, de continuar así, no habrá de otra: se tendrá que definir desde el pelotón de fusilamiento de los penales.
Un susto se apoderó de los hinchas. El volante Adrián Arregui cayó al piso por lo que parecía una posible lesión. Pero se paró. Entonces, el silencio se interrumpió y la gritería regresó: uno de sus jugadores claves no estaba lesionado.
“Esta es una final digna, con dos equipos fenomenales. Lo que más destaco de mi elenco fue la conquista de muchos espacios dentro de la cancha que, a veces, los conquistan los rivales”, dijo el entrenador poderoso, David González.
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En el lugar cada hincha pasa el ritual de distintas maneras: unos tienen escapularios, otros se agarran la cabeza y los más nerviosos calman la ansiedad con algunos sorbos de cerveza.
En la tradición católica las velitas se prenden el 7 y 8 de diciembre como representación de la concepción de Jesús en el vientre de María por obra del Espíritu Santo. Las familias colombianas acogieron el ritual como manera de darle una bienvenida a la navidad y aprovechan para agradecer y pedir favores a su Dios.