Tras el fallecimiento del entrenador sueco, Sven-Göran Eriksson, de 76 años, tras batallar contra cáncer de páncreas, el estratega reconocido por su trayectoria profesional dejó un mensaje bastante motivador antes de morir.
Después de dirigir varios años a la Selección de Inglaterra y ser campeón de la Serie A de Italia con Lazio y de la Europa Legue con el Goteborg de su país, las palabras del timonel quedaron inmortalizadas en su documental.
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Según las personas que participaron en la realización del producto audiovisual, el exentrenador hizo llorar a todas las personas presentes mientras pronuncio sus últimas palabras de despedida en medio de una habitación sin camarógrafos.
Así lo describió Claudia Corbisiero, directora de la película, quien aseguró que Eriksson siempre había sido abierto para hablar de su enfermedad y sus sentimientos.
“Él quería asegurarse de que esto no fuera solo una historia triste”, sostuvo Corbisiero, quien fue citada en el documental.
“Aquí las cenizas se pueden tirar al agua. Te sientes como en casa,” expresó Eriksson.
En sus palabras finales, en forma de despedida hacia su familia, compañeros, jugadores y demás, hizo una pequeña reflexión sobre su vida.
“Tuve una buena vida. Todos tenemos miedo del día en que muramos, pero la vida también tiene que ver con la muerte. Hay que aprender a aceptarla. Un día me desperté y me sentí mareado. Sí, tengo cáncer y eso es todo”, concluyó.
Al final, sus hijos, recordándolo con cariño, hablaron cuando supieron del estado crítico de su padre. “Nos enteramos de que había sufrido cinco infartos cerebrales”, afirmó su hija Lina.
Pudo cumplir su sueño en Anfield
En febrero de 2023 anunció que se retiraba de la vida pública “por problemas de salud” y en enero pasado reveló en una entrevista a la radio pública sueca que le quedaba “un año en el mejor de los casos” de esperanza de vida tras serle diagnosticado un cáncer de páncreas.
Nacido el 5 de febrero de 1948 en Sunne, en el oeste de Suecia, Eriksson, apodado ‘Svennis’, destacó como entrenador después de una modesta carrera como defensa.
En 1977 se convirtió en técnico del equipo sueco Degerfors IF, donde encadenó éxitos y comenzó a llamar la atención de clubes más importantes.
Después dirigió al IFK Goteborg antes de encontrar el reconocimiento internacional al frente del Benfica (1982-1984), donde inició su exitosa carrera en el fútbol europeo.
Cuando anunció su enfermedad, admitió también su amor por el Liverpool y la espina que tenía clavada por no haber podido entrenar nunca a los ‘Reds’.
El Liverpool reaccionó a estas palabras y le propuso formar parte del ‘staff’ durante un partido benéfico en honor a la fundación del club que se disputó en marzo en Anfield y que fue una de las últimas apariciones públicas de Eriksson.