No se veía la cancha. Una nube de anilina verde, que salió desde la parte baja de los sectores populares y oriental, se posó sobre el gramado del Atanasio. Los himnos sonaron, pero no se escuchaban. El bullicio de los más de 40.000 aficionados que llegaron al escenario antioqueño era más fuerte que los parlantes. Y parecían no agotarse: llevaban casi cinco minutos gritando, brincando.
Los hinchas hicieron una fiesta. Sabían que le tenían que hacer sentir la localía al América. Por eso el recibimiento sobrecogedor en las tribunas que a más de uno le puso los pelos de gallina. ¿Cómo no? si en todos los sectores del escenario se vieron celulares levantados con las luces encendidas y pólvora, mucha pólvora: un par de minutos después de que empezó el encuentro, aún salían bengalas de sur, estallaban voladores afuera de norte.
La ciudad colapsó
Desde la mañana, en Medellín se vivía un ambiente de final. En los barrios de la ciudad se veían banderas del cuadro verde colgadas en tiendas, bares, desde la mañana. Los aficionados conducían sus carros o andaban en moto por las vías principales de la ciudad con las camisetas del Rey de Copas. ¿Por qué? No era un duelo definitivo cualquiera: enfrentaba a uno de sus rivales históricos.
La ciudad estaba firme en la intención de hacerle sentir al América que era visitante. Por eso, muchos llegaron al estadio desde las cinco de la tarde, dos horas antes de que iniciara el encuentro. Muchos lo hicieron para compartir con los amigos, la familia. Unos más, los que venían del Sur del Valle de Aburrá, para evitar el taco descomunal que se armó en la Regional por los cierres del alumbrado navideño.
Pero no todos tuvieron suerte. Faltaba una hora para el inicio del partido. Miles de hinchas caminaban de afán para llegar a hacer las filas de ingreso al Atanasio, mientras que otros, los que estaban en carro por la Avenida Centenario, se querían salir de ellos para grabar la llegada del bus de Atlético Nacional, que ingresó entre los vítores de los aficionados que estaban en la rotonda del estadio.
El cuadro verde mostró su poder de convocatoria. En las filas había hinchas como Andrés, quien vino desde Bogotá solo a ver la final ante el cuadro caleño y, después de que se terminara el encuentro, salía de regreso hacia la capital del país. También se vieron varios extranjeros con la camiseta del elenco antioqueño.
Superó la crisis
El balón ya rodaba en el Atanasio y las graderías se querían caer: el estadio temblaba con el brinco de los hinchas verdes mientras coreaban “míralo eh, míralo eh, el que no salte, se va a la B”. En el palco del sector occidental conversaban Giovanni Moreno, Sebastián Gómez, Mateus Uribe sobre el desarrollo del encuentro, cuando llegó el primer gol. Lo marcó América. Duván Vergara, después de una diagonal, remató desde afuera. El balón fue a un ángulo.
Hubo un silencio incómodo. Pero el letargo duró poco. De inmediato los hinchas empezaron a alentar al cuadro verde desde las tribunas. Al inicio, el grito no surtió efecto. Nacional se veía lento, confundido. Los caleños generaron varias opciones de gol que no lograron consolidar. Los verdes, entre tanto, se veían confundidos. Solo Andrés Román tuvo una clara con un remate que le quedó después de que Jorge Soto saliera a cazar un balón fuera del área y no lograra conectarlo.
Los caleños dominaban el partido. La gente estaba nerviosa en la tribuna. Sin embargo, la salida de Éder Álvarez Balanta, descompuso al América, que quedó mal parado atrás. De una falta, aparentemente inofensiva, salió el tanto del empate. Edwin Cardona puso un pase preciso al área. Andrés Román bajó el balón, pateó cruzado y puso a celebrar a los hinchas verdes, que no se cambiaban por nadie.
Le exigieron que atacara más. Silbaron al América cuando se acercó. Terminó la primera parte. Muchos aficionados salieron a los baños, a comer. Las filas eran descomunales. En la parte baja de occidental abrieron las puertas. Hubo gente que se coló. La Policía intentó sacarlos, pero se confundieron entre los que ya estaban en el estadio. Mucha gente estuvo sentada en las graderías de las tribunas.
Solo se levantaron para celebrar los goles que anotaron Marino Hinestroza, con pase de Edwin Cardona, y Alfredo Morelos, con una asistencia impecable de Kevin Viveros que puso a que el hijo de David Ospina, en el palco, celebrar con una emoción conmovedora. Al final, el cuadro verde le dio trámite al encuentro. Tocó el balón. Hizo que sus aficionados disfrutaran de una fiesta que no cesó en sur, donde todo el tiempo estuvieron ondeando banderas, brincando.
Al final, volvieron a salir algunas bengalas de las tribunas. Los hinchas se fueron felices. Nacional sacó una buena venaja en el partido de ida de la final de la copa ante América. El domingo, en el Pascual Guerrero (5:00 p.m.), tendrá que ratificar su poderío en este torneo, en el que ha disputado seis finales y todas las ha ganado. Sin embargo, los caleños suelen ser buenos locales. Todo se define el fin de semana.
Reviva aquí el minuto a minuto de este compromiso: