El futbolista, de 31 años, superó dificultades desde pequeño. Este año, a pesar de los quebrantos de salud de su esposa, ha puesto el mundo a sus pies. El jueves marcó doblete en la clasificación de Racing a la final de la Copa Sudamericana.
El volante antioqueño Juan Fernando Quintero, afronta la vida de manera épica. Su talento impresionante lo ha llevado a sobreponerse a las dificultades de la existencia: contra todo pronóstico logró el sueño de brillar como futbolista profesional.
La tragedia lo impulsó desde pequeño. El dolor que le produjo la desaparición de su padre, un soldado del Ejército colombiano que desapareció cuando lo trasladaron desde Carepa, Antioquia, hacia Medellín, cuando apenas tenía dos años, fue la gasolina que lo llevó a destacarse en el balompié formativo para después conquistar el mundo.
Juanfer, el “mago”, ha puesto el mundo varias veces a sus pies. La última fue el jueves pasado, cuando terminó como figura en el partido de vuelta de las semifinales de la Copa Sudamericana entre Racing y Corinthians de Brasil.
Quintero anotó los dos goles que sirvieron para que los de Avellaneda consiguieran el cupo a la final de “La Otra Mitad de la Gloria”, en la que se enfrentarán el 24 de noviembre contra Cruzeiro de Brasil en Asunción del Paraguay.
El futbolista antioqueño salió vitoreado por el público que llegó al Cilindro. Esa misma gente lo acompañó cuando celebró el segundo gol que hizo con los ojos cerrados y mirando al cielo, dedicándole la anotación al fallecido entrenador Pedro Sarmiento, quien lo dirigió en el Envigado y era como un segundo padre para él.
También fueron los mismos aficionados que replicaron en redes sociales la entrevista que dio al final del encuentro, en la que recordó que este año ha tenido que sortear con muchas dificultades, que lo han alentado a encontrar su mejor versión futbolística.
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“No hay palabras para explicar lo que siento. Fue un año muy difícil (para él en lo personal). Le dedico este triunfo a mi familia, sufrimos mucho. Ellos no pueden estar aquí por una situación, pero saben que los tengo en mi corazón, mi alma. Soy un privilegiado del fútbol”, manifestó.
El 2024 ha estado lleno de retos para Quintero. En abril abandonó la concentración de Racing y viajó de urgencia a Medellín para acompañar a Johana Osorio, su esposa, quien por esos días sufrió un quebranto de salud.
Nunca se supo qué fue. Sin embargo, el propio jugador compartió varias veces en sus redes sociales historias en las que pidió donación de sangre A+ a nombre de la mujer en el hospital Pablo Tobón Uribe.
Osorio se recuperó. Quintero regresó a jugar en Argentina. Sin embargo, la familia del volante nacido y criado en la Comuna 13, se vio golpeada por la denuncia en contra de su tío, Alexander Quintero, por presunto abuso sexual en contra de una menor de edad. El futbolista pidió, por medio de sus abogados, que se desligara su nombre del caso.
Superó todos esos escollos y, en medio de las dificultades, este año también ha experimentado las mieles del éxito: es uno de los habituales convocados a la Selección Colombia, estuvo en la final de la Copa América y ahora se acerca a su segundo título internacional (ganó la Libertadores de 2018 con River).
En medio de la marea alta, este guerrero antioqueño de 1,68 metros de estatura logró nadar. Eso es algo que solo logra alguien con una vida épica, como la que Juan Fernando Quintero Paniagua ha logrado llevar.
