Abrió mucho la boca, los ojos. Luego arqueó las cejas. Tenía la mirada perdida de quien no sabe si lo que está viendo es real o un sueño. Isaac, un aficionado de seis años del Liverpool que tiene el síndrome de Wolf-Hirschhorn, no podía creer que Virgil Van Dijk, capitán del equipo de sus amores, estuviera en el salón de clases de su escuela.
La sorpresa aumentó cuando supo que el futbolista neerlandés lo estaba buscando a él. Van Dijk, hombre de personalidad espontánea, dijo que quería conocer a un “súper, súper fan del Liverpool a quien le gustaba tocar guitarra”. El chico levantó la mano, mientras el jugador decía que creía que se llamaba Isaac. “¿Eres tú?”. “Sí”.
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Virgil se sentó a jugar con el niño. Le dijo que un amigo había ido con él. Le preguntó si quería verlo. Isaac respondió que sí. Estaba mirando hacia la puerta de ingreso, cuando apareció el egipcio Mohamed Salah. El goleador del Liverpool cogió un muñeco suyo que tenía el niño. “Se parece un poco a mí”, aseguró con una sonrisa.
El rostro del menor, que tiene un trastorno genético que se caracteriza porque las personas tengan cara ancha, ojos grandes, puente nasal plano, frente alta y que puede generar convulsiones, anomalías en los huesos o alguna discapacidad intelectual, se desencajó de nuevo por sorpresa cuando Van Dijk le dijo que si quería irse con ellos, que tenían una sorpresa.
El niño lo miró raro. Seguro pensaba que no lo podía hacer porque, por más que quisiera, sus padres lo podrían regañar. Virgil solventó la situación: “tu papá y mamá también van”. De inmediato, la madre de Isaac entró a la habitación con su hermana. El niño le dijo que le caía bien a los jugadores. Ellos lo ratificaron.
¿Cuál fue la sorpresa que le dieron a Isaac?
Isaac se despidió de Sofía, una compañera de la escuela. Los futbolistas del Liverpool lo llevaron al lugar donde ocurre la magia: el campo den entrenamiento del equipo. Salah lo bajó cargado del carro. El niño le agradeció. De inmediato, miró hacia la puerta del edificio. Ahí estaba el griego Konstantinos Tsimikas.
“Tsimi”, gritó con mucha emoción el niño, quien salió corriendo con los brazos abiertos, para que el jugador lo cargara. Lo abrazó con fuerza, como quien se aferra a un familiar o alguien que ama con todo el corazón. Luego saludó a la mayoría de jugadores del plantel, quienes fueron muy amables con el niño.
Isaac entró, sin pedir permiso, a todas partes. A algunos jugadores los saludó en el lugar de los masajes. A otros donde se cambian antes de entrenar. Uno de los encuentros más especiales fue con Luis Díaz. El guajiro le dijo que estaba contento de conocerlo. Además, le preguntó si se sabía la canción “he’s Luis Díaz, he’s from Barrancas, now he play’s for Liverpool”. Le dijo que sí, con orgullo.
Luego, el niño fue a jugar con el lateral izquierdo Andrew Robertson. Le pateó un balón. Le hizo un túnel. El futbolista inglés le preguntó a Isaac que si jugaba mejor que Salah. El niño, con convicción, dijo que sí. A todos los dio risa. Luego, el menor fue a la oficina de Arne Slot, el técnico de los rojos.
“Arnie”, le gritó Isaac desde afuera. El entrenador, contento, salió chocó los cinco y le preguntó cómo estaba, su nombre, y lo invitó a ver el entrenamiento. Desde una de las tribunas cercanas a la cancha de práctica, Isaac presenció la sesión, mientras le gritaba a sus amigos, entre quienes también estaba el portugués Diogo Jota.
“El ama al Liverpool. Cuando está decepcionado o cansado, nosotros ponemos una canción del equipo. Entonces se pone contento. No tememos un jugador favorito. A él le gustan todos”, dijo la madre de Isaac en el video. Al final, el chico salió a la cancha de Anfield Road, el estadio del equipo, en un partido de Premier League, junto a Virgil Van Dijk. Todo se hizo con motivo de la celebración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas.
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