Cuando jugaba para Atlético Nacional en 2017, un día llegó al camerino con unas botas que valían 7 millones de pesos. Cuentan también que en una de sus cuatro etapas anteriores en el Once Caldas de Manizales, Dayro Mauricio Moreno Galindo se gastaba un frasco de loción por partido.
El año pasado publicó en su cuenta de Instagram una fotografía en la que mostraba las uñas de las manos y de los pies pintadas de colores con figuras del escudo del Once Caldas, el número 17 que siempre porta en su uniforme y las iniciales de su nombre. En la imagen se ve, igualmente, un anillo de oro grande en el dedo anular de la mano derecha con su nombre de pila.
Estas anécdotas, más la confirmación de su compañero Billy Arce de que al que le haga un pase gol le paga $300.000, retratan parte de la personalidad del artillero de moda en el país, nacido en Ibagué pero criado en el corregimiento Chicoral del municipio El Espinal, Tolima, hace 38 años (sep. 16 de 1985).
Este sábado, en el Atanasio Girardot, impuso nuevo récord de anotaciones en la liga colombiana con 225, al marcar el 2-1 sobre el DIM al minuto 90, dejando atrás la marca del argentino Sergio Galván Rey, quien alcanzó 224 el 25 de abril de 2010.
A Dayro, que tiene mucha parte de su cuerpo tatuado, se le conoce como un tipo alegre, un “bacán” salido del molde con sus pintas estrafalarias y porque durante su carrera deportiva ha sido protagonista de actos de indisciplina untados de noche, rumba y alcohol, que en algún momento afectaron la relación con sus compañeros, dirigentes y entrenadores, y que terminaron por alejarlo de algunos clubes.
Con todo y eso, el delantero de 1,77 metros de estatura ha forjado un nombre importante en equipos de Colombia (Once Caldas, Nacional, Junior, Millonarios, Bucaramanga), Rumania (Steaua de Bucarest), México (Tijuana), Brasil (Paranaense), Argentina (Talleres de Córdoba) y Bolivia (Oriente Petrolero), en los que imprimió su sello de goleador.
Un estilo propio
¿Se imaginan un Dayro menos díscolo y más disciplinado? La pregunta que se hacen los aficionados que lo admiran tiene una respuesta inmediata: estaría en las mejores ligas del mundo, como Falcao, Luis Díaz y otros compatriotas que dieron el salto a Europa, o quizás no habría tenido tanta resonancia, pues como él hay muy pocos.
El tolimense llegó hasta Rumania en 2008, pero su comportamiento y carácter le generaron conflictos con los técnicos y directivos de ese club. El jugador no retornó a ese país tras las vacaciones para la siguiente temporada, a pesar de tener contrato de trabajo por cuatro años.
En realidad, este futbolista excéntrico goza de odios y de amores. Algunos de los compañeros que tuvo en los elencos colombianos prefieren no referirse a él, pues le atribuyen muchos problemas que se presentaron en el interior de los equipos en que coincidieron.
Uno hecho que se evoca es la pelea que tuvo Dayro en plena cancha del Atanasio Girardot con su colega Jeison Steven Lucumí el 14 de octubre de 2018, por cobrar un tiro libre ante el Deportivo Cali, cuando ambos jugaban para Nacional. Este episodio le costó la salida del club verdolaga que rescindió su contrato tras el suceso.
También hay gente que lo admira, como el seguidor del Bucaramanga que se tatuó en su brazo derecho la imagen de goleador celebrando.
Y es que más allá de las polémicas y escándalos fuera de la cancha, a Dayro Moreno le reconocen generosidad y un sentido solidario tan poderoso como su olfato de gol. Algunos que han compartido camerino con él hablan de una persona desapegada a lo material. Afirman que no tiene problemas en regalarle la camiseta, los guayos o la pantalonetas a quien lo necesite.
Ganador
por naturaleza
El motivador Luis Alfonso Sosa, quien hizo parte de cuerpo técnico en el proceso del Once Caldas campeón de la Copa Libertadores de 2004 (Dayro tenía 19 años) y cuando el ídolo de Chicoral ganó con Atlético Nacional la Copa Colombia de 2018, asegura que este atacante tiene una mentalidad triunfadora, “que es distinta a la mentalidad ganadora”. Explica que en la primera el atleta siempre quiere más y en la segunda se contenta con poco. “Ya que alcanzó a Galván, Dayro (336 tantos) dice que irá por la marca de goleador histórico del país que posee Víctor Aristizábal (346, seguido por Falcao con 345); esa es la clave de su éxito”.
La percepción que tiene Sosa de este atacante es la de una personaje sociable, con las divergencias normales que se viven alrededor del fútbol. “El manejo de la fama siendo tan joven y el entorno pudieron haber contribuido en acciones no adecuadas en su comportamiento, pero eso lo pudo superar, de lo contrario no hubiera triunfado”.
Mientras tanto, el Campeón de la Vida, Luis Fernando Montoya, el técnico que le dio la oportunidad de debutar en la primera división, reconoce que Carlos “Panelo” Valencia, quien era su asistente, fue el que tuvo la visión para seleccionar a Moreno, que en 2001, cuando tenía 16 años, se fue a vivir a Manizales en busca de un mejor futuro en el fútbol.
Montoya había sido campeón con el Once Caldas en 2003 y un día le pidió a Valencia que, pensando en el futuro del club, mirara qué jóvenes podían ascender de las divisiones menores. Y este, que le había hecho seguimiento desde los seleccionados prejuveniles del Tolima, le habló de cuatro muchachos de diferentes líneas del campo: el zaguero central Alexis Henríquez, los volantes Edwin Móvil y Javier Araújo, y Dayro Moreno, “un atacante muy bueno al que fuimos metiendo al equipo profesional; me convenció y los incluimos en la nómina de Copa Libertadores”, rememora Luis Fernando.
El Profe asegura que su relación con Dayro fue buena. Ahora hablan poco y lo entiende porque sabe de sus ocupaciones. “De parte mía hay un gran aprecio por él”.
Ya en el plano deportivo resalta la buena ubicación del tolimense dentro del terreno de juego y la forma de moverse en el área chica. Una virtud que le enseñó un entrenador de la rama aficionada.
“Ese pensamiento del gol que tiene Dayro en todo momento es bueno para cualquier futbolista y él lo sabe aprovechar”, apunta Montoya, al agregar que lo que más recuerda de esos tiempos es la cantaleta que les echaba a Dayro y a los demás muchachos, sin imaginar que con el paso del tiempo el nacido en Chicoral, otrora de cabello largo y hoy con asomo de calvicie, se convertiría en uno de los goleadores históricos de la liga colombiana.
Un hombre que en la cancha, sobrio, con técnica, anotaciones y entrega física, ha sabido ganarles la mayoría de partidos a la noche y a la rumba. El mismo que, embriagado de emoción, danza en los estadios del país festejando sus goles.
El entorno familiar del delantero
La familia de Dayro Moreno vive en Chicoral, Tolima. Sus padres son Hilda Rosa y Edinael. Es hermano de Jenny Sonidia y Alexis Esperanza y según el diario La Patria, el atacante creció en el barrio El Centro, “desde allí iba a estudiar a la escuela Icce, y a jugar con el equipo de don Héctor Rosas”. Su tío José Jairo lo llevó a Fonelec, el club aficionado que le abrió las puertas para llegar a la Selección Tolima y luego al Once Caldas. De sus relaciones con Marcela Muñoz y Paola Andrea Villanueva tiene tres hijas: Natalia, Salomé y Shantall, reseña el diario caldense.