El futbolista con pasado en Alianza Petrolera, milita en el balompié israelí y le ha tocado vivir en carne propia los estragos de la guerra bélica que azota a ese territorio.
El futbolista colombiano David Cupermán pasó de defender a los equipos por los que ha militado, a protegerse de los cohetes provenientes del conflicto bélico que sostienen Hamás e Israel, país donde actualmente reside.
El futbolista bogotano, con pasado en Fortaleza de Bogotá y Alianza Petrolera, señaló en diálogo con Blog Deportivo de Caracol, que tras el bombardeo que está sufriendo el territorio israelí le ha tocado encerrarse en un cuarto contra cohetes para que no le pase nada.
“Tenemos un cuarto de seguridad el cual nos ha tocado usarlo tres veces cuando lanzan cohetes a la ciudad. Toca entrar ahí, cerrar la puerta, está hecho de un concreto muy fuerte con una puerta muy pesada, en caso de que si el cohete impacta no nos pase nada”, precisó el defensor de 26 años.
Cupermán, quien milita en el Ashdod FC, de la primera división de Israel, se encuentra a 35 kilómetros de la Franja de Gaza, el epicentro del conflicto: “Estoy en mi apartamento en el cual estoy con mi novia, que estaba acá visitándome, y con un compañero de Brasil del equipo. Afortunadamente seguros y a salvo”, añadió.
El jugador cafetero, de descendencia polaca por parte de sus abuelos y bisabuelos paternos, expresó que se deben mantener encerrados todo el día en el apartamento, no pueden salir y solo se ponen a ver noticias y redes sociales todo el día: “Ayer (domingo) pudimos salir al mercado a comprar comida, que por fortuna estaba abierto. Las calles eran muy vacías, obviamente había mucha gente ahí comprando. Llevamos lo que necesitábamos”.
En el momento del inicio de la situación compleja, David se encontraba en concentración con su equipo en Nazareth, “Como esta ciudad queda muy al norte del país, los misiles no llegan hasta allá. Mi novia estaba sola y estaba muy preocupado”.
Por lo pronto asegura que su intención es salir del país y señala que varios compañeros de ellos ya se han marchado, aunque les ha tocado esperar en el Aeropuerto más de 28 horas: “Nosotros tenemos el miércoles vuelo a Porto, esperemos que no lo cancelen”.
