Aquel hincha con bigote ochentero lloró de emoción. A la muchacha que estaba sentada a su lado en el estadio Monumental de Núñez también le caían por la mejilla unas lágrimas espesas, de las que se lloran cuando la felicidad llega al paroxismo.
Luiz Henrique, un atacante brasileño de 23 años, acababa de marcar el primer gol de Botafogo en la final de la Copa Libertadores 2024. El “fogao”, uno de los equipos tradicionales del fútbol brasileño (fundado en 1904), iniciaba una jornada épica en la que logró anteponerse a la dificultad.
¿Por qué? No iba ni un minuto del partido cuando llegó la primera expulsión. Gregore, del Botafogo, levantó en exceso la pierna en la mitad de la cancha y golpeó en la cabeza a un rival cuando el reloj apenas contaba 30 segundos. La tarjeta roja que recibió Magalhaes Silva quedó con el récord de la expulsión más rápida en la historia de una final.
El cuadro de Río de Janeiro, en el que alguna vez jugó el mítico Mané Garrincha, estuvo más de 90 minutos con un jugador menos. La lógica apuntaba a que Mineiro sería campeón. Durante el primer tiempo, ese elenco contó con el 79% de la posesión del balón, remató siete veces al arco rival, realizó 290 pases y tuvo una precisión del 90% en sus pases. Pero no marcó.
Botafogo, por el contrario, aprovechó el envión anímico que se apoderó de sus jugadores en los últimos 10 minutos de la primera parte y, al 44, puso el 2-0.
El gol lo marcó Alex Telles de penalti. Sin embargo, la jugada que llevó a la falta fue por completo virtud de Luiz Henrique, habitual convocado a la Selección de Brasil.
El delantero, elegido mejor jugador de la final, no dio por perdido un pase en profundidad que le mandó un compañero desde la mitad de la cancha. Incluso cuando vio que un defensa del Mineiro llegaría primero y cubriría el balón para que el arquero lo tomara con las manos, él no paró.
Por el contrario, aceleró. Tomó tanta velocidad, que llegó primero a la pelota. Everson, arquero del Mineiro, se lo llevó por delante. La jugada generó dudas en Facundo Tello, juez central del partido. Desde el VAR lo ayudaron. “El guardameta cometió una entrada imprudente”, manifestó por los parlantes del estadio después de ver el video. Pitó penal.
Los hinchas del Botafogo, de nuevo, lloraron de emoción. El equipo, que ha jugado tres veces en la segunda división del fútbol brasileño (2002, 2014 y 2021), se acercaba a su primer título de “La Gloria Eterna”.
Tocar “La Gloria Eterna”
Conseguir el título de la Libertadores no fue fácil para Botafogo. De hecho, durante el segundo tiempo del partido, hubo momentos en que pareció que se le escapaba el trofeo: el delantero chileno Eduardo Vargas descontó, de cabeza, para el Mineiro.
El que sí lo hizo fue Júnior Santos, en el tiempo agregado. El delantero, de 30 años, marcó al minuto 90+7 su décimo gol en el torneo: se consolidó como goleador de esta edición de la Libertadores. Cuando el partido terminó, los jugadores, como aquel hincha bigotón y la muchacha que estaba a su lado en el estadio Monumental cuando Botafogo marcó el primer gol, lloraron de emoción: inscribieron su nombre en la “Gloria Eterna”.
