El lamentable desenlace que tuvo la final de la Copa Betplay entre América y Atlético Nacional en la ciudad de Cali el domingo en la noche se suma a la triste realidad que vive el fútbol profesional colombiano.
Los actos de violencia entre los mismos hinchas del elenco local, muchos de los cuales atentaron contra agentes de la policía tratando de ingresar al campo de juego cuando restaban cinco minutos para terminar el encuentro; otros que agredieron a periodistas e impidieron que se siguiera grabando en vivo lo que sucedía en el escenario deportivo; la celebración del título del cuadro verdolaga en el camerino, bajo llave, por recomendación de los mismos agentes policiales; y que los jugadores del cuadro verde salieran en tanqueta y custodiados hacia el aeropuerto para regresar a Medellín, son situaciones que manchan la imagen desteñida que muestra en la actualidad el balompié nacional, la cual, desde meses atrás viene siendo tendencia por los comportamientos indebidos de algunos, quienes opacan, sin justificación y razón, el espectáculo que pretenden disfrutar, pero sin éxito, los demás.
Desde la División Mayor del Fútbol Colombiano (Dimayor) rechazaron la situación que se presentó en el estadio Pascual Guerrero, donde minutos después de suspenderse el encuentro, el árbitro del compromiso, José Ortiz, de Norte de Santander, decretó el final del juego y, por ende, Nacional terminó campeón al ganar la serie 3-1. En Cali, el juego iba 0-0.
“Es importante precisar que no se pudo llevar a cabo la entrega del trofeo en campo, como es habitual, por una recomendación del Coronel de la Policía, comandante del servicio del estadio. A pesar de que el recinto ya estaba vacío, los disturbios continuaron a las afueras del Pascual Guerrero, en donde se reportaron varios heridos”, comunicó la Dimayor a través de un comunicado.
“La decisión que toma la administración busca en todo momento preservar la seguridad de todos, en especial la del equipo visitante. Felicitamos a Atlético Nacional por la obtención de la Copa Betplay, enviamos un saludo especial a sus jugadores, cuerpo técnico, hinchas y dirigentes”, agregó el ente rector del fútbol en el país.
Este lunes, el periódico EL COLOMBIANO intentó varias veces comunicarse con Fernando Jaramillo, presidente de la Dimayor, para ahondar más sobre esta problemática, y sobre el rol que viene cumpliendo su administración en procura de acabar con hechos bochornosos como el acontecido, sobre todo porque que el tema es reiterativo, pero el dirigente no contestó las llamadas.
Mauricio Parodi, congresista, analizó en profundidad lo que está sucediendo y además dio fórmulas para tomar correctivos, pues el problema es repetitivo, no se ven soluciones, y esta semana se juega la final de la Liga (Tolima vs. Nacional) y en enero próximo vuelve a comenzar un nuevo torneo.
“Delincuentes infiltrados”
Parodi, dirigente deportivo, social y de la salud pública que ha promovido el deporte como herramienta de transformación social, indica que lo primero es reconocer que en las barras populares hay infiltrados delincuentes y criminales.
“En ese sentido, las barras tienen que hacer su propio autoanálisis y autocontrol, porque los responsables de los desmanes y hechos violentos son las personas que los hacen y pertenecen a esos grupos de barristas. Entonces el colectivo barrista de Colombia tiene que revisarse porque están permitiendo que estos delincuentes manden en el fútbol”.
Parodi también hace el siguiente cuestionamiento: ¿En qué momento la sociedad, entre ellos las autoridades, permitió que un pequeño grupo de delincuentes, infiltrados en las barras y que cometen actos de vandalismo, tomaran el control de este deporte?
¿Qué sucede con las autoridades?
En el segundo punto de su observación, Parodi indica que las autoridades del fútbol se han hecho los de la vista gorda con el tema. Recuerda que Dimayor y los clubes profesionales son los encargados de organizar el evento, pero no están brindando garantías, ni a los hinchas ni a la ciudadanía en general afectada, ni mucho menos a los dueños de los bienes públicos, como son los estadios o bienes privados, negocios o sitios aledaños donde se presentan desmanes.
“El domingo no se podía caminar cerca al Pascual Guerrero porque había un grupo de delincuentes, disfrazados de hinchas, lesionando hasta a la misma policía”.
Bastante “negligentes”
El dirigente señala que las autoridades locales han sido bastantes alcahuetas con este grupo de barras, a las que no les han hecho el control pertinente. Reitera que nadie dice que las barras sean criminales, simplemente que hay delincuentes dentro de ellas, y que han sido “negligentes para identificarlos”.
“¿Cómo es posible que el domingo una persona en el segundo piso de la tribuna sur dispare unas bengalas contra la policía? Ningún hincha hizo nada, más allá de que todos los de las barras saben quién es el individuo que actuó de esta manera, entonces acolitan ese tipo de comportamientos”.
¿Y el papel del Gobierno Nacional?
Para Paradi, el primer gran responsable es el Gobierno Nacional en cabeza del ministro del interior.
Recuerda que la ley 1270 del 2009 le entrega al ministro del interior la presidencia de la comisión nacional y son los que tienen que tirar los lineamientos y directrices en temas de seguridad y convivencia en el fútbol. “En este Gobierno no han hecho absolutamente nada los tres ministros del interior, ni Juan Fernando Cristo, Luis Fernando Velasco y Alfonso Padra; pero en el Gobierno anterior, tampoco, ni el señor Daniel Palacios ni Nancy Patricia Gutiérrez”.
Añade que el tema de seguridad y convivencia, que tiene estatutos, no se cumple y la acción de las autoridades y la actitud negligente ha permitido que individuos como aquellos violentos se tomen el fútbol. “Entonces se termina quitando y poniendo puntos. Al Junior lo clasificaron delincuentes que se metieron a Medellín y les dieron tres puntos sin los cuales no hubiera clasificado a las cuadrangulares; al Pereira lo eliminaron de la Copa Sudamericana por esos mismos puntos que entregó Dimayor y al Medellín lo eliminaron de las finales de la Liga por esa misma razón; mientras que el domingo América todavía podía darle vuelta al partido pero quienes se visten de hinchas no permitieron que su mismo equipo pudiera competir, dignamente, hasta el final”.
Al congresista le preocupa a la vez que estas situaciones se repiten una y otra vez, se hace el diagnóstico, y no hay una solución para corregir lo que sucede.
Indica que esto es como una película que ya se vio y que todo el mundo sabe cuál será el final.
“Ni las autoridades y colectivos barristas hacen nada. El domingo pasó y en enero vuelve a arrancar el campeonato, y es como si nada pasara”. En sí no se ven castigos ejemplares.
En medio del remedio que propone está sacar a los delincuentes de los estadios. “Eso es complicado si nadie hace nada”.
Pero cómo excluirnos. “A través de admisiones. La persona que comete un acto de violencia o vandalismo en el estadio debe ser excluido por medio de un derecho de admisión. Y la otra forma es que sean procesados por la justicia penal, ya sea con cárcel o con otro castigo que amerite su causa”.
Por lo pronto, el fútbol colombiano está en vilo, sobre todo porque están ganando aquellos violentos que privan a otros de disfrutar de un buen espectáculo, independiente del resultado que sea.