Cuando los aficionados y conocedores del fútbol colombiano oyen o mencionan el nombre de Gabriel Ochoa Uribe, es inevitable que recuerden el gran legado que este sopetranero escribió en el balompié nacional, en el que además de sus glorias también se destaca el carácter fuerte que distinguió a este hombre en las canchas. Ahora, con 87 años, nos abrió su corazón.
En una mañana soleada y a un costado de la piscina del Hotel Dann Carlton (Medellín), el médico Ochoa; su esposa, Cecilia, y su hijo, Gabriel, se sentaron con Q’HUBO para hablar de sus recuerdos, esos que después de tantos años de lucha y trabajo son su mayor recompensa, esos de los que muchos dicen que casi nunca habla, pero que ayer tomaron más valor, al recapitularlos en tierras antioqueñas, “en mis montañas, en mi Medellín”.
Por su memoria pasaron intactos los recuerdos en las canchas, ya fuera como jugador o técnico, con los escudos del América de Cali, Millonarios, Santa Fe y la Selección Colombia, sin dejar atrás a su familia (ver recuadros) y sus infaltables “recuerdos de cuando era jinete”.
El arquero que se arriesgó a celebrar goles, el técnico más laureado del país y que acabó con maldiciones (la Garabato), ese que dejó su apellido grabado en el fútbol colombiano, nos compartió su humildad, su amor completamente paisa y su conocimiento, que entrega a sus allegados y amigos.
¿En este momento a qué dedica su vida el médico Ochoa?
“A compartir la felicidad con mi esposa (Cecilia). Comparto con mi hijo y con todos mis muchachos los recuerdos de todas las experiencias que se vivieron intensamente. Sin duda alguna, felicidad es lo que comparto”.
¿Cómo es volver a su tierra?
“Uno tiene gratos recuerdos que viví cuando niño, adolescente y hombre. Gracias por compartir este momento de felicidad, por hablar el recuerdo”.
¿Qué sensación tuvo al ver en el Atanasio al Medellín y al América?
“Recordé la última etapa con América (los últimos 5 años), fue muy linda. Y aquel Medellín lleno de figuras, con todos los compañeros de las campañas de la época... yo era un niño”.
¿Ve al América en finales?
“¡Sí, claro! No hay duda, América tiene un pasado que lo levanta y que lo mantiene con todas las posibilidades”.
¿Cómo se siente al recapitular el gran legado que nos ha dejado?
“Eso no se olvida. Se vivió, se tuvo, se hizo y se mantiene. Eso no se puede perder: el recuerdo de un pasado no se puede perder. Vamos a ver si Dios nos permite compartir más momentos de felicidad”.
¿Lo llena de orgullo ser el primer arquero colombiano en anotar un gol?
“Son cosas que se vivieron con alegría, con intensidad y con amor. No hay duda de que aquel gol que le hice a ‘Chonto’ (Julio Gaviria Zapata, del Bucaramanga, victoria 7-1 de Millos) es uno para recordar. Fue una belleza. Todavía se sienten mariposas al pensar en él. Aún me dicen: ‘No puedo creer que usted haya hecho un gol’ (risas); y respondo: ‘Pues sí, lo hice’ (risas). Fue el primero y quedó para la historia”.
¿Cómo evalúa el presente del fútbol paisa con Nacional y Medellín en los primeros lugares?
“El fútbol antioqueño es una historia llena de pasión, no hay duda. Me siento muy satisfecho. Y Medellín es un recuerdo que no puede alterarse en el fútbol de Antioquia. Bendito Dios, que nos ha permitido estar compitiendo”.
Por el lado de la Selección Colombia, ¿cree que clasificaremos a Rusia 2018?
“Sí, ese es el deseo. Todo depende de la forma como pensamos en un mañana. Creo que sí lo haremos”.
¿Confía en el trabajo de José Pékerman?
“El que Pékerman salga de la selección no es la solución a los problemas. Pienso que el problema está en que tenemos que ponerle empeño, deseos de superación y creer que somos capaces de alcanzar lo que nos proponemos. Cuando creamos que somos capaces, todo será posible”.
¿En este momento de su vida quiere regresar a vivir a Antioquia?
“Ya volver a Medellín a luchar como luché en otra época es difícil. Cali nos ha abierto las puertas, nos ha permitido ser parte integrante de un pasado y presente en el cual le pude dar muchas alegrías a este pueblo, del que he recibido cariño, respeto, distinción y deseo de superación”.
¿Qué sueños tiene ahora?
“(Sonrisa) Estar con mis amigos y compañeros de época -como Elkin Congote-. Mis amigos de otros momentos... es muy lindo. Pedir más no se puede”.
¿Aún tiene algo pendiente por hacer en el fútbol?
“Nada. No me falta nada. Creo que viví todo y con pasión. Tuve la posibilidad de darles por muchos años títulos a los muchachos que dirigí. Dios me dio todo. Me permitió ganar todo, por eso me siento tan satisfecho”.
Además de Cecilia, ¿qué más lo enamora?
“Ella es lo más lindo que tengo. Me enamoran estos momentos que compartimos en la parte final de la jornada... Digo parte final de la jornada, porque no es fácil desprenderse de ella”.
Me decían que usted era muy serio, recio, de carácter, ¿esa era la imagen que le exigía la cancha?
“(Risa) Sí, yo solo tengo alegría para entregar”.
¿Qué mensaje le envía a la afición del fútbol colombiano?
“No es fácil mantener la felicidad al lado de personas que vivieron una época, el recuerdo y la intensidad de un pasado. Hay que tratar de mantener esa imagen, de un fútbol lleno de tanta pasión. Yo viví el fútbol con intensidad y pasión y lo sigo viviendo todavía”.
Cuéntenos algo que nunca olvida...
“Mis recuerdos de jinete cuando estaba en el hipódromo municipal. Allá también compartía momentos de felicidad, de títulos, de campeón. Al lado del fútbol siempre estuvo el ser jinete”.