En Colombia los entrenadores andan con la maleta en la mano. Esta frase ha hecho carrera y cada vez es más evidente: desde enero de 2017, es decir, en los últimos 6 torneos contando el actual, ha habido 79 cambios en la dirección técnica de los 20 equipos de la Primera División del balompié local. Bucaramanga, con 8, es el de más relevos; Millos, con gran estabilidad (ver recuadro).
Un promedio de 13 relevos por campeonato, en su mayoría por despidos, pues las renuncias son escasas. Las estadísticas dan cuenta de estrategas, inclusive extranjeros, que solo han permanecido un mes en los cargos, como sucedió con el paraguayo Evert Hugo Almeida, en Rionegro, en el torneo Apertura de 2019.
Hay elencos, entre ellos Bucaramanga, Huila y Rionegro que han cambiado de director técnico dos veces en un mismo torneo. Un caso que contrasta y que está entre los últimos récords, es el boyacense Diego Corredor, quien permaneció en el banco de Patriotas durante 42 meses entre 2016 y 2019 (ver recuadro). Lo siguen Reinaldo Rueda en Nacional (2016-2017) con 24 (dos años), mientras que Jaime de la Pava llegó a 30 meses con Cortuluá, pero contando temporadas en la segunda división.
La Equidad y Envigado son los elencos con mayor estabilidad laboral de los “profes” en el periodo en mención (ver tabla adjunta).
El fenómeno, que también se presenta en otras naciones suramericanas pero en menor escala, tiene varias causas, según los protagonistas consultados por este diario: falta de proyectos claros de los clubes, urgencia de resultados y carencia de un gremio que defienda sus intereses.
Óscar Pérez, exdirector técnico del Medellín y Rionegro, dice que en Colombia impera la inmediatez por el resultado en lo que respecta a su profesión: “pocas instituciones le apuestan a los procesos, aunque ambas cosas van de la mano”. Añade que el respaldo de los dirigentes es muy poco, que cada timonel lucha por lo suyo y lamenta la falta de una agremiación fuerte.
En el torneo Finalización de 2019, por ejemplo, van 15 movimientos de entrenadores, igual que en el Apertura de 2017 y uno menos que en el primer semestre del presente año. Un panorama que algunos de ellos califican de “desolador”.
Carlos “Piscis” Restrepo, exseleccionador nacional de las categorías juveniles y con experiencia en clubes de Colombia (Junior, DIM, Tolima, Quindío, Pasto); Venezuela, Costa Rica y Honduras, asegura que esta profesión “se ha deshumanizado” porque en la mayoría de ocasiones el técnico es el que carga con toda la responsabilidad de la estructura de un equipo.
“Eso hace que se haya vuelto común, y fácil, cortar un momento deportivo dejando de lado al entrenador. Algunas veces con esto se soluciona el problema, pero en otras las instituciones siguen igual. Son cosas que hay que entrar a revisar”, advierte el hombre que sacó campeón a Junior, Pérez Zeledón (Costa Rica) y Olimpia (Honduras).
Ejemplos de continuidad
A pesar de que en el fútbol mundial ha habido procesos exitosos, como el que lideró en el Manchester United Álex Ferguson durante 27 años, cada día la inestabilidad laboral de sus colegas es mayor.
En Colombia hubo continuidad, con buen balance, en Millonarios (años 60 y 70) y América (80 y 90) con Gabriel Ochoa Uribe; en Nacional con Osvaldo Juan Zubeldía (1976 a 1982), Francisco Maturana (1987 a 1989) y el más reciente, Reinaldo Rueda (2015 a 2017). Estos dos últimos fueron campeones de la Copa Libertadores.
¿Cómo hacer para retomar esa confianza y respaldo? Piscis Restrepo asegura que mientras en el país no se establezcan proyectos serios que arropen a los técnicos, “estos tienden a tambalear de alguna manera” por falta de planificación y proyección.
Y añade que esto es un compendio en el que deben aportar los clubes con mejores estructuras y visión, los estrategas capacitados y bien rodeados de colaboradores, y una afición que genere entornos que conduzcan a la solidez. “Así habrá campañas que puedan caminar en el tiempo. Como seres humanos estamos supeditados a acertar y equivocarnos, pero siempre lo hacemos con la ilusión de aportar el máximo”.
La necesidad de lograr buenos resultados para mantener la categoría y clasificar a los torneos internacionales, que ofrecen atractivas bolsas de premios, son otras causas de la inestabilidad de los estrategas, una problemática mundial (ver ayudas).
A la ahora de la autocrítica los “profes” también aceptan culpabilidad en el desmedro de su profesión, como lo ratifica Carlos Navarrete, exorientador de Nacional, Envigado, Caldas, Águilas y Jaguares, al señalar que firman contratos sin las mínimas garantías y en instituciones poco coherentes, “solo por estar vigentes en un medio que carece de solidaridad gremial”.
Diego corredor, un ejemplo a seguir en Colombia
Tres años y medio duró Diego Corredor como técnico de Patriotas en la Primera División, algo inusual en el fútbol colombiano como había sucedido antes con Alexis García en La Equidad, club en el que estuvo seis años durante los cuales dirigió 416 partidos entre 2006 y 2012.
Corredor, educador físico nacido en Tunja, orientó al elenco boyacense entre 2016 y 2019 (150 encuentros), pero antes había sido asistente (2013 a 2016) de Julio Comesaña y Hárold Rivera.
Consultado por EL COLOMBIANO sobre la realidad de sus colegas en el país, Corredor dice que en Colombia hay muy pocos equipos claros en su proyectos. Y menciona a Nacional y a Tolima, que marcan diferencia. Otros se arman con jugadores de buen nivel y eso les da para pelear títulos, pero en general estamos sacando técnicos cada dos o tres fechas por necesidad de resultados”.
Consciente de que el desempeño se debe respaldar con números, cuenta que si bien él no consiguió títulos con Patriotas, este clasificó dos veces entre los ocho primeros y cumplió otros objetivos: vender futbolistas y alcanzar cupos en la Copa Suramericana con presupuestos bajos. “Implementamos una idea de juego vistosa y dimos que hablar a nivel nacional”.
Asegura que la situación seguirá así hasta que las instituciones deportivas del país no adquieran una estructura sólida y los presidentes nombren mánager, director deportivo y comité técnico para que busquen personas que encajen en la idea de cada club. “También falta mucha unión entre los colegas, que se lograría mediante una agremiación fuerte que establezca un ranquin, de acuerdo con estudios, trayectoria y logros”.
Estrategias que dan frutos vs. la inmediatez del corto plazo
El tema de este análisis resulta incómodo para aquellos dirigentes que, ante cualquier derrota de su conjunto, responden con la cancelación del contrato del director técnico y su grupo de trabajo. Aunque ninguno acepta esta razón, resulta más fácil despedir a una persona que a 20 o más jugadores, muchos de los cuales hacen parte del patrimonio (activos intangibles) de las instituciones deportivas. De ahí el silencio ante las inquietudes sobre el porqué de tanta rotación en los bancos técnicos cuando se les consulta.
Mientras los elencos de jerarquía hacen convenios de uno o dos años con los estrategas, en los últimos años ha hecho carrera entre los llamados “equipos chicos” (tradicionalmente ocupan lugares secundarios y tienen nóminas reducidas) la vinculación por contrato indefinido, algo que permite que este se rompa en cualquier momento sin tener que pagar altas indemnizaciones millonarias. Los profesionales de trayectoria no aceptan esta forma de contratación.
Juan David Pérez, presidente de Nacional, dice que allí “más que una política es una convicción de apostarles a proyectos que puedan dar resultados en el corto y mediano plazo”. Y al explicar el fenómeno que se está presentando en Colombia de tantos despidos, dice que todo ha cambiado, y que los torneos cortos hacen que cada cinco o seis meses hacen que haya demasiada rotación entre los eliminados. “A la hora de contratar surgen varios aspectos (trayectoria, nacionalidad, expectativas), son muchas variables. Pero más allá de eso, mire que si al técnico le va mal, todo se complica. Y si le va bien, recibe ofertas del exterior como nos pasó con Reinaldo Rueda y Juan Carlos Osorio que se fueron para el fútbol brasileño en su momento”, apunta el dirigente.