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El skateboarding gana espacio y rueda por las venas de la ciudad, así se vive esta fiebre

Esta práctica, antes estigmatizada, ahora es un deporte olímpico, y en Medellín su práctica es masiva.

  • El skateboarding gana espacio y rueda por las venas de la ciudad, así se vive esta fiebre
  • El skateboarding gana espacio y rueda por las venas de la ciudad, así se vive esta fiebre
  • Sebastián López, Valerio Monterrosa, Juan Pablo Muñoz y Santiago Echeverry son algunos de los miles de patinadores que hay en Medellín. FOTO jaime pérez
    Sebastián López, Valerio Monterrosa, Juan Pablo Muñoz y Santiago Echeverry son algunos de los miles de patinadores que hay en Medellín. FOTO jaime pérez
09 de julio de 2023
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El skateboarding en Medellín es sinónimo de calle, ropa ancha, gorras planas, música a todo volumen, tomar pola; recorrer, conocer, vivir la ciudad con el parche de amigos; sentir cómo la tabla tambalea con las imperfecciones de las vías y experimentar el miedo azaroso de esos que, por lo general, bloquean a las personas cuando el patinador se va a tirar por el tubo de las escaleras de diez, veinte o más peldaños de cualquier edificio, estación del metro, o quiere bajar la rampa de algún parque de skate.

Sin embargo, también es una práctica formal, organizada, que tiene clubes en los municipios del área metropolitana, una liga departamental, una federación nacional; que se practica bajo la dirección de un entrenador con horarios y que busca maneras de perfeccionar los trucos de los deportistas de alto rendimiento, quienes desde el 2017 sueñan con alcanzar un cupo para los Juegos Olímpicos; una actividad que se realiza con cascos, coderas, rodilleras que protegen el cuerpo de una lesión grave tras una caída.

“El skate es libertad, un estilo de vida muy chimba que se convierte en un vicio, en una obsesión que lo lleva a uno a tener una disciplina que no le da ninguna otra práctica. Esto es una locura, webón”, aseguró Sebastián López, un patinador y organizador de eventos para skaters en la ciudad que lleva cerca de 20 años en este mundo y es uno de los líderes de la organización Dimensión Skate.

Todo eso es el skateboarding en esta ciudad pecaminosa y moralista, tranquila y desenfrenada, que lleva varios años experimentando un crecimiento en la cantidad de gente que sale a montar tabla o patineta y en la que coexisten las dos maneras de vivir esta práctica, cada una relacionada con un tema generacional.

La génesis del skate en medallo

Por un lado están los patinetos puristas, adultos que tienen 35 años o más, que empezaron a montar tabla finalizando los noventa o empezando este siglo. Ellos tuvieron que aprender todo en la calle, con los amigos, recibiendo golpes y viendo los pocos videos que llegaban desde Estados Unidos, de los que se reproducían en un VHS, para mejorar su técnica y aprender piruetas nuevas.

Esa fue la generación que, a falta de escenarios para patinar –el único skate park que existía era el de la terminal del Sur porque había una tienda, encontró en los andenes, las alcantarillas, las escaleras, las barandas, las vías, los parques y los parqueaderos de la ciudad, el espacio perfecto para hacer sus trucos.

Uno de ellos fue Juan Pablo Gallego, conocido en el mundo del skate como “El Barbas”, empezó a patinar en 1998. En ese momento pocas personas montaban tabla. Unas por desconocimiento. Otras porque había una estigmatización sobre las personas que lo hacían: los tildaban de vagos, la gente “bien” los señalaba.

Pero a Gallego y sus amigos no les importó. Por el contrario, el combo de patinadores creció en las comunas de la ciudad. Empezaron a reunirse los sábados en las mañanas en el parqueadero del estadio, que fue la Meca del skate en Medellín. Algunos llegaban desde Envigado, Sabaneta, Itagüí, La Estrella. Otros, de Bello, Belén, Aranjuez y Castilla.

En los primeros años del 2000 y con el avance del tiempo surgieron otros puntos de encuentro: la placa deportiva de San Joaquín, la de la estación Envigado, el Parque del Perpetuo Socorro, el de El Poblado, el de las Luces. Para las personas de esa generación vivir del skate era una utopía.

Solo lo podían hacer si trabajan en una tienda en la que vendían ropa, zapatos, gorras, tablas, trucks, ruedas. Esos lugares también fueron puntos de encuentro. Allí coincidían con fotógrafos y camarógrafos para realizar producciones y montarlas a internet. Esa era la manera de conseguir patrocinadores, de hacer carrera profesional.

Pero hubo patinetos como Gallego y Sebastián Montoya (hoy técnico de la Selección Antioquia de Skate), que se la jugaron por crear escuelas para orientar a las personas que querían empezar a montar tabla. Eso fue como un atajo para los más jóvenes, porque no se tuvieron que dar tantos “totazos” como los pioneros, lo que permite que algunas personas hoy vivan del skate y ese fue la génesis del “boom” que vive la ciudad desde hace un tiempo.

Destruir el “mito”

“En los últimos años mermó el estigma contra el patinador. Hay un cambio notable. La gente ya no lo ve como un juego de pelados de calle, de punketos, de gamines. Por el contrario, desde que entró a los Juegos Olímpicos, las personas lo miran más como un deporte”, comentó Juan Pablo Muñoz, un skater de cabello rizado, largo, que tiene 30 años y le ha dedicado los últimos 16 a montar en patineta cada vez que tiene tiempo libre.

Por eso, en el área metropolitana se han adaptado lugares para la práctica del deporte que se mantienen llenos, como los skate park que hay en la unidad deportiva Atanasio Girardot, el Puente de la 4 sur, el de Itagüí, el de Zona Norte en Sabaneta, el bowl de Manila y el que hay en la unidad deportiva de Castilla, en donde se da la interacción de patinadores veteranos con la nueva generación de skaters.

Ese nuevo grupo lo componen los jóvenes que encontraron en la patineta una alternativa para ganarse la vida, viajar dentro del país o al extranjero, y abrirse un lugar en este mundo. También hay algunos que desde que vieron las pruebas de Street (calle) y Park (parque) que se hicieron en Tokio 2020, sueñan con representar a Colombia en unas Olimpiadas.

Entre ellos están las paisas Jazmín Álvarez, que hace parte de la Selección Colombia de skateboarding y en este momento está preclasificada a los Olímpicos París 2024, y Ana María Rendón, que es antioqueña, pero compite representando a un club de Bogotá.

En el departamento, también entrenan debido a la buena calidad de los escenarios, Santiago Henao y Julián Zapata, quienes representarán a las delegaciones de Bolívar y Risaralda en las pruebas de skate de los Juegos Suramericanos de Mar y Playa que se realizarán en Santa Marta entre el 20 y 21 de julio.

“Los deportistas que compiten en el alto rendimiento se diferencian de los que solo lo hacen por gusto porque tienen un trabajo físico diferente y trabajan mucho el componente mental para poder soportar la presión de las competencias”, aseguró Sebastián Montoya, entrenador de la Selección Antioquia de este deporte y quien estuvo en el proceso de Colombia para las Olimpiadas de Tokio.

El futuro pinta bien

En Colombia se realizan competencias nacionales de skate desde 2017. Poco a poco los patinadores ganan importancia. Por eso, en los Juegos Nacionales que se realizarán en el Eje Cafetero en noviembre de este año, se hará por primera vez una competencia de skateboarding en las mismas modalidades de los Olímpicos (Street y Park).

El skate ya se consolidó como una práctica masiva en Medellín y Colombia. Por eso por las calles de la ciudad seguirán sonando las ruedas de las tablas rodando por las calles y el golpe seco del madero cuando se logra hacer una pirueta. Ya no importa la diferencia generacional. A todos los une el amor por patinar.

Un deporte que mueve masas

Sebastián López tiene el cabello crespo y largo, es moreno, delgado y patina desde el 2002. Conoció el skate, como casi todas las personas de su generación, por una casualidad. Un día salió con su familia del aeropuerto Olaya Herrera, pasó por el frente del Skate Park de la Terminal del Sur, vio a un grupo de muchachos patinando y se enamoró. Pidió una tabla y empezó a patinar. Lleva más de 20 años metido en el mundo del skate y desde hace por los menos cinco trabaja como realizador de eventos de este deporte en la ciudad. Suele hacer cosas intrépidas, en las que pone a los patinadores a pasar por aros de fuego, entre otras cosas. El domingo 2 de julio, organizó con las personas de Dimensión Skateboarding, el grupo con el que trabaja, una toma callejera en la Comuna 15 (Guayabal). En ella participaron cientos de personas, contó con el apoyo del sector público y fue una manera de demostrar que este deporte mueve masas.

Patinar lo salvó, le dio sentido a su vida

“Si yo no hubiera conocido este deporte me hubiera descarriado”, aseguró Santiago Echeverrry, un patinador que suele ir a montar al sector estadio y lleva cerca de 10 años sobre la patineta. Vive en La América y aseguró que gracias a la disciplina que le dio esta práctica decidió empezar a estudiar, de manera autónoma, diseño de páginas web. Lleva 9 meses haciéndolo. Ya sabe lo básico y dice que es muy bueno trabajando el front (lo que ve el usuario) de las plataformas.

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