El sacerdote Eduardo Yepes Pérez no solo es el párroco de la iglesia del parque de San Antonio de Prado, un corregimiento ubicado al sur de Medellín, sino que es un atleta, un maratonista que vive enamorado del deporte.
Con la misma pasión con la que preside una eucaristía o confiesa a los feligreses que llegan a la parroquia que dirige desde 2019, sale a correr tres o cuatro veces por semana para ponerse a tono físicamente y llegar en buen nivel a las medias maratones Corre mi Tierra y de Medellín, así como a la maratón de Nueva York –se disputará el 5 de noviembre de este año– y en la que participará por primera vez.
Algunas veces sale a trotar en las tardes por la vía entre San Antonio de Prado y Heliconia. Mientras sube, solo, a buen ritmo desde el parque hasta el sector conocido como El Chuscal –allí se parte la carretera para seguir hacia Heliconia o bajar para Armenia Mantequilla– las personas que se lo encuentran lo saludan y le piden la bendición. Él se las da y sigue su camino.
“También me gusta salir a otros lados. La semana pasada, por ejemplo, estuve entrenando en San Pedro de los Milagros con un equipo de runing de acá de Medellín. Recorrimos 17 kilómetros con el objetivo de aumentar la velocidad”, comentó el sacerdote, que habla fuerte, con pasión, como si todo el tiempo estuviera dando un sermón, en una charla que atendió el martes santo en la sacristía de su parroquia.
El padre Yepes está acostumbrado a quitarse la sotana y ponerse pantaloneta, tenis, camisetas cómodas y gafas para correr. “Yo entiendo que el ser humano siempre está en situación, por ejemplo yo en el templo soy el párroco, en el altar soy el predicador, en la calle soy un bautizado, en la pista soy un atleta y no hay diferencia alguna entre ninguna de estas facetas”.
El año pasado participó en su primera maratón después de 35 años. Fue en la de Medellín y se demoró 4 horas y 6 minutos en terminarla. “Cuando crucé la meta me sentí feliz, tranquilo. A mí definitivamente la vida me ha llevado a ser una persona fuerte en cuerpo, mente y espíritu”, agregó el cura que fue ordenado hace 28 años.
El deporte le salvó la vida
Practicar deporte le salvó la vida al padre Eduardo. Hace algunos años, cuando estaba como misionero en África, sufrió un accidente de tránsito que lo alejó de la actividad física durante un tiempo.
“Llevaba un niño enfermo de malaria en la moto y se me atravesó una serpiente. Por esquivarla me tiré de la moto para un lado y tuve un problema en la rodilla derecha”.
Después de eso tuvo una crisis personal que lo llevó a pesar 90 kilos. Se dio cuenta de que estaba perdiendo el rumbo de su vida, por lo que empezó a pensar que tenía que volver a hacer deporte.
“Cuando volví lo hice muy suave, me tocó ir al gimnasio, aunque a mí no me gustan los deportes que uno hace encerrado, sino los que se practican al aire libre, donde uno pueda ver paisajes, encontrarse gente. Pero gracias al deporte superé esa crisis”.
Después de eso nunca ha dejado de hacer ejercicio. Ahora, como cuando era niño, juega fútbol y corre. Hace parte del equipo de la Arquidiócesis de Medellín, con el que ha participado en varios torneos y sigue pensando en que la actividad física es una manera para fortalecer no solo el cuerpo, sino el espíritu.
“En Eduardo veo encarnada la máxima de Santa Teresa de Ávila: ‘cuida tu cuerpo para que tu alma tenga ganas de habitar en él’. Con su ejemplo se puede concluir que el amor hacia los demás comienza por el amor a sí mismo, y no en términos de vanidad, sino en cuidado y respeto por un templo del cual es propietario”, comentó Santiago Acosta, un líder juvenil de San Antonio de Prado que tiene una cercana amistad con Yepes. El párroco, que tiene 55 años, es un ejemplo de que el movimiento es vida.