El adiós del tenis profesional de Roger Federer fue tan emotivo, que cuando terminó el último partido de su carrera en la Copa Laver de Londres, hace pocos días, no solo a él le costó contener las lágrimas.
En medio de los aplausos por su exitosa carrera, en la cual logró 20 títulos de Grand Slam, otro grande de este deporte y cerca a la vez del retiro, el español Rafael Nadal, tampoco paraba de llorar en la despedida del hombre con quien tuvo una de las rivalidades más asombrosas del deporte. Y frente a ellos, cientos de personas tampoco podían ocultar su nostalgia al saber que no se podrá ver más en competencia al hombre que enamoró con su talento por 22 años y quien se convirtió en leyenda.
A sus 41 años, debido al desgaste de su cuerpo y a una rodilla a punto de colapsar, Roger finalmente, pensando en su salud y en la tranquilidad de su familia, se vio obligado a poner un punto final en su carrera. Esta vez pensó más con la razón y no con el corazón.
“Es triste saber que es el final. La rodilla merecía un descanso, con el tiempo ya no podía escuchar la pregunta de cómo estaba. Estaba cansado de la rehabilitación, del entrenamiento, de ser siempre positivo... Ya no podía levantarme a las 6:00 de la mañana”, confesó Roger.
“Los últimos años fueron aún más difíciles para mi esposa Mirka que para mí. Ya no disfrutaba verme jugar con todos los problemas de lesiones. Sentía pena por ella, así que creo que en realidad es un alivio”.