Jonas Vingegaard nació en Haderslev, un pequeño pueblo pesquero de Jutlandia, Dinamarca, el 10 de diciembre de 1996, año en que Bjarne Riis ganó el primer Tour de la historia para ese país, y su nombre era prácticamente anónimo hasta 2021 cuando, subiendo a Col du Portet, se apoderó del segundo lugar de la clasificación de la Grande Bouclé, escoltando a Tadej Pogacar, a quien acaba de vencer para ganar su segundo Tour de Francia de manera consecutiva.
Vingegaard nunca ha tenido miedo de trabajar dentro o fuera de la bicicleta, laborando en una fábrica de pescado para complementar sus ingresos durante sus primeros años compitiendo en Dinamarca como ciclista continental con ColoQuick. Tenía 22 años y fue fichado por el Jumbo Visma, equipo que lo veía como un posible gran gregario a futuro.
Pero en 2021, antes del Tour, el muchacho se coronó campeón de la Semana Coppi-Bartali y fue segundo en la Vuelta al País Vasco, y puso a sonar las alarmas en el Jumbo. Los entrenadores decidieron llevarlo como un as bajo la manga a Francia, detrás de Primoz Roglic, y la apuesta no les salió mal. El esloveno tuvo que retirarse luego de una fuerte caída, y Jonas tomó las banderas del equipo y no decepcionó.
Quería ser futbolista
“Cuando era un niño empezó jugando al fútbol, pero era muy pequeño de estatura”. La frase, del padre de Jonas Vingegaard, muestra que el ahora ganador de dos Tour de Francia no se enamoró del ciclismo rápidamente.
“Una vez lo llevé a la Vuelta a Dinamarca, que empezaba en nuestra ciudad. Ese fue el comienzo y poco a poco fue interesándose por el ciclismo”, añadió el progenitor en una entrevista.
El propio Jonas Vingegaard recuerda que ese momento cambió su vida.
“Sería 2007 o 2008. La Vuelta a Dinamarca comenzaba cerca de mi ciudad, Thisted. En ese momento estaba jugando al fútbol y no me iban bien las cosas en ese deporte, tal vez porque no tenía mucha motivación”, relató en una ocasión.
“Mis padres me llevaron al inicio de la etapa y poco después, a un club local de ciclismo. Hice una prueba y me dijeron que yo era muy bueno”, añadió en aquella entrevista.
Encontró cariño en el ciclismo
Al contrario que en el fútbol, en aquel equipo ciclista, Vingegaard encontró el cariño que no había hallado con el balón. Fue el pistoletazo de salida de una carrera exitosa.
Sin saber si la bicicleta le iba a solucionar la vida, el joven Vingegaard empezó a trabajar en un mercado de pescado, desde las seis de la mañana, por lo que aprendió desde joven a esforzarse en la vida.
“Terminé la escuela en 2016 y tenía que ponerme a trabajar. Primero en un mercado de pescado, donde estuve trabajando casi un año. Después tuve una lesión y no pude trabajar durante un año”, recordó en una entrevista.
Trabajó en fábrica de pescado
“Cuando me recuperé estuve trabajando en una factoría de pescado. Hasta 2018 que fiché por un equipo en Dinamarca. Seis meses antes de pasar al Jumbo (su actual formación) estaba trabajando todavía allí”, añadió en aquella ocasión.
Ese 2018, cuando Vingegaard tenía 21 años, conoció a su mujer Trine Hansen, once años mayor. Ella trabajaba en el servicio de marketing de ese equipo ciclista danés de sus inicios, el ColoQuick.
“La primera vez que lo vi, yo tenía 32 años y él parecía tener 14. Pero insistió tanto (para iniciar la relación) que tras varios meses acabé cediendo”, recordaba la mujer el año pasado en una entrevista en el diario francés L’Equipe.
Esa determinación, la misma que muestra en la carretera, contrasta con la imagen de timidez que desprende normalmente.
La pareja tiene una hija, Frida, de 3 años, que se ha hecho famosa por la costumbre de su padre de ir a buscarla y tenerla en sus brazos después de cada etapa, con un maillot amarillo que la cubre entera.
En 2021, Vingegaard fue segundo en el Tour. Y en 2022 y 2023 ganó la ronda francesa.
En el fútbol no tenía futuro. Pero en el ciclismo se puede convertir en una de los mejores de la historia.
De momento ya ha ganado dos veces la Grande Boucle. Y ya advirtió que en 2024 intentará una tercera victoria consecutiva.
Para Jonas, el ciclismo se ha convertido en su verdadero cuento de hadas, y hoy “limpia” rivales en la carretera, no pescados en el mercado.