En medio de su proceso de clasificación a los Juegos Olímpicos, Juan Esteban Arango expresaba que se sentía con mejor nivel que cuando era más joven.
En ese camino, más allá de sus veloces y potentes pedalazos, el paisa también mostraba una mentalidad fuerte para conseguir lo que muchos daban como imposible: lograr, a sus 37 años, el cupo a París-2024 en el ciclismo de pista y en semifondo, una modalidad en la que Colombia, desde Río-2016, cuando actuó Fernando Gaviria (4° en el ómnium), no ha contado con otro representante en las máximas justas.
Pero Juanes, como lo llaman, ratificó que cuando hay talento y se trabaja con disciplina, las metas, por difíciles que parezcan, se alcanzan.
A falta de la oficialización por parte de la Unión Ciclista Internacional, Arango, como él mismo afirma y el ranquin mundial lo evidencia, ya tiene el cupo asegurado al certamen que se realizará en la capital francesa a mitad de año. De esta manera volverá, luego de 12 años, a unas olimpiadas tras su participación en Londres-2012, cuando finalizó 10° en el ómnium, una competición múltiple en la que los ciclistas se miden entre sí en 4 pruebas diferentes, todas de resistencia.
Sorprende tanto la convicción del pistero que, dos años antes, se tatuó en su antebrazo derecho el símbolo que lo impulsaba a no dejar de luchar por ese anhelo: los 5 aros olímpicos. Recientemente, en la Copa de Naciones en Milton, Canadá, Arango sumó los puntos que se requerían para sellar su tiquete a París.
¿Qué sentimiento lo atrapa al saber que un semifondista colombiano estará de nuevo en los Olímpicos?
“Significa mucho no solo para mí, sino para la modalidad de semifondo de Colombia. Se evidencia nuevamente que somos potencia en ciclismo, y que dolió no haber participado en la anterior olimpiada. Por fortuna en los últimos dos años estuvimos en los eventos que necesitábamos para puntuar. Es demasiado importante lo logrado porque se les muestra a los jóvenes que podemos hacer cosas grandes”.
¿Dónde está su secreto para seguir logrando tan buenos resultados en el pedalismo de élite?
“Primero está el amor y la pasión por la bicicleta. Segundo, ser consciente de que soy un ciclista profesional y como tal debo comportarme bien y ser consecuente con lo que quiero. Por tanto mis acciones van pensadas en mejorar cada día. Hasta al lado de los aros olímpicos me tatué la palabra japonesa ‘kaizen’, que quiere decir ‘mejora constante’. Esa es mi filosofía y la aplico en mi entrenamiento diario, sobre la bicicleta, en mi alimentación, en mi crecimiento personal... Todo ello me ha mantenido a un gran nivel deportivo”.
¿Siente que con lo que hace, usted es ejemplo en el ciclismo?
“En los últimos cinco años tuve un enfoque determinado, es decir, hacer las cosas bien. Y es como una regla de la vida: si hay trabajo, dedicación, disciplina, constancia, etcétera, todo saldrá como se desea. De lo contrario, si se hacen a medias, los resultados no serán los esperados. Siempre confié en que el cambio que estaba haciendo era el más adecuado. En ese camino hubo tropezones, pero fui aprendiendo detalles, como cuál entrenamiento era mejor, qué posición sobre la bici no es la adecuada, entre otras cosas, pero lo fundamental es mejorar día a día, probando, buscándole la comba al palo”.
¿Qué fue lo más complicado que vivió en ese ciclo olímpico?
“Simplemente solté, confié y me enfoqué en trabajar para que las cosas se fueran dando. Fue duro correr otra vez un Mundial (Roubaix, Francia-2021). No estaba en un evento de esa índole desde 2015 y cuando volví cambiaron muchas cosas: las posiciones de la bicicleta eran más aerodinámicas, la relación (plato y piñón) era más grande y fuerte, y los ritmos de competencia distintos. Correr de nuevo fue como recibir una palmada y terminar casi que en el piso. Me hizo ver que no estaba al nivel mundial”.
¿Qué sucedió entonces?
“Darse cuenta que no teníamos en ese momento la preparación, las bicicletas, las relaciones, fue complicado. Y me cuestioné si debía seguir. Pero esa determinación me hizo ver qué me hacía falta para poner las cartas sobre la mesa, saber cuáles necesitaba y empezar a trabajar para volver a estar a la altura de los mejores”.
¿Qué se necesita para volver a tener un equipo sólido y permanente en esta modalidad?
“Son muchas cosas. Si bien contamos con mucho talento, se requiere que los deportistas estén disponibles para entrenar y enfocarse más en la pista. A la vez, que los equipos de ruta tengan la entereza de prestarlos. También hay otra dificultad para nosotros los pisteros en Colombia, y es que las carreras de ruta tienen mucha subida y eso nos dificulta en el tema de preparación cuando volvemos al velódromo”.
Ahora se vienen los Juegos...
“Con la ayuda de Dios buscaré mejorar el décimo puesto logrado en Londres, para eso voy a trabajar. Hace cinco años, si me hubieran dicho que iba a volver a unos Olímpicos no lo hubiera creído, pero me hice el propósito y acá estamos. La constancia y resiliencia traen sus frutos”.
Los otros corredores colombianos clasificados
En el ranquin por países para clasificar a Juegos Olímpicos en cuanto a la prueba del ómnium se refiere, Colombia está ubicada en el puesto 18 con 1.754 puntos tras los resultados logrados en el Panamericano de Los Ángeles y en la Copa de Naciones en Canadá. Para lograr cupo se necesitaba estar entre las 22 primeras selecciones nacionales. En el certamen estadounidense, Juanes fue plata y en el canadiense, décimo. También en pista, Colombia tiene de momento clasificados a los velocistas Martha Bayona y Kevin Santiago Quintero, quienes son medallistas mundiales. Hay posibilidad de que se abra otro cupo en velocidad damas.
