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fue González, cuando corría, en la prueba de velocidad de los Olímpicos de Barcelona-1992.
Antes del inesperado llamado a la tarima, donde aguardaba un asiento especial para él, John Jaime González permanecía en las sillas traseras del auditorio de Indeportes Antioquia, desde donde empezaba a observar el desfile de unos 33 deportistas que días antes habían batallado, en las diferentes modalidades, en el Mundial de ciclismo que tuvo lugar en Glasgow, Escocia, y quienes serían homenajeados por sus buenas actuaciones.
En medio de su bajo perfil, González, sorprendido ante los aplausos del público, también fue reconocido gracias a su buena labor, la cual siguió dando frutos en suelo británico, donde dos de sus dirigidos, Kevin Santiago Quintero y Martha Bayona, lograron medallas de oro y plata, en su orden, en la prueba del keirin.
Con una mentalidad poderosa, González, de 52 años, 16 de ellos como deportista y 25 en la dirección técnica, manifestó que trabajan desde ya para retos mayores, entre ellos lograr buenos resultados en los Juegos Olímpicos de París-2024.
“No es preocuparnos por ir sino en cómo vamos a lograr una medalla olímpica. Ya contamos con cerca de seis diplomas olímpicos, hasta logramos un cuarto puesto (Fabián Puerta, Río-2016) que fue doloroso (sonríe). Necesitamos entonces un podio y qué rico que sea con estos nuevos muchachos”, indicó el orientador, quien se pregunta por qué motivo Antioquia no cuenta con un velódromo techado que les permita a los pisteros correr sin inconvenientes, sobre todo cuando el invierno arrecia.
En charla con EL COLOMBIANO, John Jaime dijo que su trabajo es convencer a los deportistas de que son capaces de dejar huella.
“Nosotros los llevamos hasta la raya de salida de una competencia, de ahí para allá son ellos los que toman las decisiones”. Además enfatizó que Antioquia merece tener un buen velódromo para entrenar y otro para competir.
¿Por qué siempre mantiene ese bajo perfil, como se le vio desde el comienzo en la parte de atrás del auditorio de Indeportes en el homenaje a los deportistas?
“Nosotros somos los entrenadores, masajistas, mecánicos... en sí somos como las dos paleticas del jueguito de pinball, las que hacen impulsar las bolitas. Eso hacemos con los deportistas. Ellos son los artistas, nosotros los que estamos tras bambalinas. Los eventos son de ellos, mi tiempo de estar compitiendo en la pista pasó. Ahora soy el apoyo, el que busca brindar todo lo que me quedó como ciclista para que ellos puedan dejar el listón mucho más alto”.
Y también lo ven como un padre, como lo expresa repetidamente Martha Bayona...
“Es algo bonito. Simplemente trato de no replicar muchas cosas que no me gustaban de mis entrenadores y compartir lo que sí me parecía bien de ellos, porque lo que soy ahora es gracias a cada uno de quienes me dirigieron. Ellos me entregan a mí una parte de su juventud, entonces es rico pasarla bien, que puedan ser felices en esos momentos”.
¿Cuál es su secreto para generar confianza en ellos, para que crean en usted y logre verse reflejado en grandes resultados?
“Considero que aún hay mucho trabajo por hacer, pues todavía tenemos deportistas con dudas. Pero lo único que se debe hacer es ser transparente con ellos, y que ellos también lo sean. Que ese tema de confianza nos pueda llevar a ser una unidad. Como entrenadores somos como la voz de la conciencia, les decimos qué deben hacer y ellos deciden qué hacen y al final evaluamos si estuvo bien o faltó algo”.
¿Qué siente cuando sus pupilos lo catalogan como el mejor entrenador del mundo y los resultados vienen respaldando ese honor?
“No me lo creo. Siempre les digo que no soy tan buen entrenador. Simplemente a lo que hago le meto amor. Quiero que las cosas salgan muy bien y los veo a ellos como una parte importantísima de mi vida. Siempre los escucho y ensayamos lo que me dicen. Eso sí, no ensayamos en competencia. A una carrera vamos por cosas concretas. Se trata de la comprensión y valor que les doy como deportistas. Yo ya hice una historia como atleta, ahora es la historia de ellos y mi misión es aportar”.
Y en ese aporte demuestra que en el ciclismo colombiano sí hay gente capacitada para sacar grandes campeones, que los procesos son necesarios...
“Es que Colombia está lleno de genios. Me atrevería a decir que somos el mejor país del mundo en el tema humano, y con deportistas que tienen conciencia de hacer las cosas por la camiseta más allá de que muchas veces no se demuestre”.
¿Qué se necesita entonces para que en otras áreas del pedalismo se logren mejores resultados?
“No es un área, es una vocación. Yo hasta he preparado a gente en la ruta. Por ejemplo, en esa modalidad, desde joven, conocí a alguien que me hacía sentir importante y que me trataba bien, como don Raúl Mesa. Entonces el éxito viene del trato que te den como ser humano. Hay una frase de Disney que se me quedó grabada, ‘si se sueña, se puede hacer’. Vea que gracias al primer man que trató de volar hoy estamos viajando en avión, entonces se trata de soñar con lógica”.
En ese soñar con lógica hay un tema que es anhelo de los ciclistas, tener un velódromo en óptimas condiciones en Antioquia...
“Más que un techo, nosotros necesitamos un velódromo donde podamos hacer copas de naciones, campeonatos del mundo, donde podamos tener una gran preparación en un espacio en óptimas condiciones. Tenemos un escenario construido hace muchos años y al que le han hecho maquillajes, pero ya necesitamos otra dimensión, pues el ciclismo de nosotros trascendió y, por tanto, tiene que trascender la organización”.
¿Qué hacer entonces, adecuar el que existe o construir uno nuevo?
“En el mundo funciona de la siguiente manera: Casi todos tiene un velódromo como este de Medellín y que cuidan, y tienen otro de última tecnología. Lo espectacular y lo mejor que le podría pasar a nuestro departamento sería conservar este como una joya y tener otro de alta gama para hacer esa preparación final y competencias. No es que este ya pasó a la historia, repito, es conservarlo, dejarle la superficie, cubrirlo, pero tener otro de alto nivel”.