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¿Cuál es la historia de Vladimir Hernández?

Sus 1,60 metros de estatura no han sido impedimento para triunfar. Llegó al verde fortalecido por su historia de vida.

  • Con un doblete ante América, Vladimir empieza a escribir su historia con Nacional. FOTO ROBINSON SÁENZ
    Con un doblete ante América, Vladimir empieza a escribir su historia con Nacional. FOTO ROBINSON SÁENZ
23 de febrero de 2018
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Tras su segundo gol frente al América, que hoy le da la vuelta al mundo, Vladimir Hernández está en boca de todos los hinchas de Nacional. Acá está la historia de este “pequeño gigante”.

Sus 1,60 metros de estatura no han sido impedimento para triunfar. Llegó al verde fortalecido por su historia de vida.

Cuenta Iván Hernández, padre de Vladimir, que cuando su hijo tenía tres años iban caminando por la calle y un anciano con un bastón los detuvo y les dijo que si le dejaban leerles las palmas de las manos.

El hombre tomó la del pequeño y, después de unos segundos, miró a su padre y le dijo: “cuide mucho a este niño, porque va a tener un futuro grande en algún deporte y será famoso”.

Para don Iván esas fueron palabras premonitorias.

Pese a su corta edad, Vladimir cuenta que recuerda las palabras de ese hombre, y se las agradece porque eso le dio fuerzas para salir adelante.

Nació en Arauca, un departamento duramente golpeado por la violencia, y él quería alejarse de ella. Por eso su familia emigró a Barranquilla. “Siempre recordaba esos problemas de violencia, me tocó escuchar muchas balaceras y ver muchos muertos. Mi mamá me regañaba porque era muy curioso de niño y después tenía pesadillas”.

Sus padres no querían que él creciera en esa realidad y por unos pocos pesos, prácticamente regalaron su casa para conseguir pasajes de bus y llegar a la Arenosa.

“Fue un viaje muy pesado; yo tenía 10 años y nos tocó viajar casi dos días abordando varios buses, pero en Barranquilla las cosas tampoco fueron fáciles, crecí en un barrio complicado, pero gracias a Dios me pude levantar y sacar a mi familia adelante”.

Esas pruebas de la vida acrecentaron su fe y es un convencido de que todo pasa por una razón divina.

Gloria Rivero, su madre, que se ganaba la vida vendiendo obleas con la ayuda de Vladimir, reconoce que su hijo siempre ha sido de buenos sentimientos.

“Me decía, con lágrimas en los ojos, ‘mami algún día vamos a salir adelante y vas a tener tu casa’. Andábamos de arriendo en arriendo y en casitas pequeñas. En diciembre yo lloraba mucho y él me decía: ‘mamá no llores que algún día vamos a tener una casa y vas a estar como una reina”.

Vladimir relata que el gusto por jugar fútbol, que desarrolló en los “potreros” de Arauca, pulieron sus condiciones y así empezó a hacer sus primeros pinos hacia el fútbol profesional en el club Mundialito de la Liga del Atlántico.

Un anuncio en un periódico cambiaría su vida. A través de él se enteró que el Junior estaba haciendo unas pruebas de preselección y se presentó convencido de que podía quedarse.

“Mi familia me enseñó a ser un guerrero y a ganarme las cosas con esfuerzo y así llegué a esas pruebas”.

Ese día, con 11 años, lo vieron los profesores Wilfran Campero Cervantes y William Knight y lo eligieron. Debían pagarle al club Mundialito por sus derechos y él recuerda muy bien la forma de pago.

“Dieron dos balones y dos conos de entrenamiento”, comenta entre risas.

Desde ahí empezaría su ascenso en el club hasta que el técnico Santiago Escobar le dio la oportunidad con la norma del jugador sub-20.

“Cuando empecé, me acuerdo, yo era el elegido para cumplir la norma del sub-20 y no era fácil porque siempre me sacaban a los 15 minutos, y eso era lo normal en cada equipo. Cuando llega el profesor Diego Umaña me pone a jugar un partido completo en el que Arango (Paulo César, el hermano mayor de Johan, quein jugó en el DIM) no pudo y me mentalicé en que esa iba a ser mi oportunidad y que ahí me podía ganar la titular”.

No estaba equivocado, desde ese momento se volvió habitual en la nómina juniorista y empezó a cumplir la premonición de aquel anciano al que nunca conocieron por su nombre. “En cada partido trato de dar lo mejor y he cumplido en los clubes que he estado”. Revela que parte de su éxito se debe a su esposa Brenda.

“Cuando uno está solo, a veces hace cosas que no debe y puede andar en la calle hasta muy tarde, pero cuando tienes a tu esposa debes respetar tu hogar, tratar siempre de estar para ella porque uno sabe que ella está para uno. Es un apoyo fundamental en mi carrera”.

Sin embargo, tuvo un momento en el que pensó retirarse del fútbol cuando en el Junior recibía críticas por un bajón de nivel general.

“Fue muy difícil, porque me decían de todo en las redes sociales. Eso me llevó a decirle a mi esposa que no quería jugar más y me quería ir, pero sabía que tenía un contrato con Junior y había que respetarlo. Esos momentos son muy duros para uno como futbolista, pero gracias al apoyo de mi mujer y mis padres me sostuve y pude cumplir el sueño de ir al exterior”.

Su mamá lo describe como un muchacho tímido y muy callado. “Yo le decía ‘mijo me dijeron esto de usted’ y él, de inmediato, respondía que no fuera a decir nada y que no saliera a pelear por él”.

Brenda Guevara, su esposa, agrega que es una persona muy noble. “Con todo el mundo es amable, no he visto una persona fuera del fútbol que diga que es grosero o mala gente”.

Vladimir dice que la primera vez que se sintió importante por el fútbol fue cuando regresó a Arauca tras haber sido campeón con el Junior por primera vez. “Me esperaron con carro de Bomberos, salió a recibirme el alcalde y toda la gente estaba pendiente. Todavía tengo amigos de la escuelita de allá que me escriben”.

El 30 de octubre de 2016 tras haber conseguido tres títulos con el club tiburón, el Santos de Brasil decide comprarlo. “Eso era lo que tanto estaba esperando, ir al exterior; allá, uno se da cuenta que no es fácil la adaptación, pero a pesar de eso hice algunos goles y la gente me pedía. Aunque no logré la continuidad que buscaba, estaba trabajando con toda para hacerme a un lugar. Pero así son las cosas del fútbol, cuando llegó una muy buena oferta de Nacional la cogí”.

A sus 28 años dice que mantiene intactas las ganas de jugar en el exterior si se presenta otra oportunidad, pero es consciente de la responsabilidad que significa portar la camiseta del elenco paisa.

“El ser humano nunca puede dejar de soñar. Todos los días tengo ilusiones y esas son las que me han permitido tener una bonita vida. Quiero ganar muchos títulos con este club y seguir haciendo orgullosa a mi familia”.

anotaciones acumula en su carrera, en la cual ha disputado 360 partidos. Es un volante-extremo con gol.
fue el año de mayor regularidad en Colombia. Distinguido con el mejor gol del torneo e incluido en el 11 ideal.
años es la duración del contrato que firmó con Nacional, el cual lo liga al club hasta diciembre de 2020.

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