Cuando Camila Osorio no está compitiendo dentro de la cancha de tenis y disfruta con su familia en Cúcuta, suele encerrarse sola en su habitación a escuchar música a todo volumen.
“Me enrumbo en mi cuarto escuchando pop, reguetón, o cualquier otro tipo de música. Me gustan todos los géneros. También disfruto bailar, aunque no se me da del todo bien”, comentó entre risas.
Cuando era más pequeña tocaba ukelele, pero desde que empezó a ser tenista profesional dejó de hacerlo, porque le da pena que le pidan que toque una canción: “Ya no me acuerdo de ninguna”.
Acostumbra leer libros de romance y algunos de motivación que su papá le recomienda. “Los leo pero no me gustan tanto”. Algunas veces juega Nintendo, mira caricaturas y saca a pasear a los tres perros que tiene en la casa de su familia en Cúcuta.
“Tengo un pincher, un yorkie y hace poquito traje un pastor alemán que está cachorro; con mi mamá estamos tratando de convencer a mi papá de que lo deje quedar”.
Tiene una colección de peluches en su habitación, entre los que hay muñecos de Mario Bross y de princesas de películas de Disney. Le gusta compartir tiempo con sus papás y su hermano. Sale poco y, cuando lo hace, es con sus tres amigos más cercanos. Así se sale de la rutina de los viajes que tiene durante todo el año.
Viajando por un sueño
Si el avión en el que viaja Camila entra en una zona donde hay turbulencia y se empieza a mover, ella le coge la mano a la persona que tenga sentada al lado porque le da miedo.
Esa persona, por lo general, es Adriana Serrano, su mamá, que desde que ingresó al circuito profesional de la WTA, viaja todo el año con ella.
“Viajar tanto es difícil, por las esperas en los aeropuertos, el sobrepeso del equipaje, los pagos adicionales, que se pierdan las conexiones. Y eso es semana tras semana, entonces uno se tiene que adaptarse a lugares nuevos cada 15 o 20 días”.
Sin embargo, ese sacrificio se ve compensado con las victorias que obtiene en los torneos, los paisajes que observa en diferentes ciudades y las personas que conoce, que le demuestran su afecto.
“En el torneo de Midland me encontré con una familia colombiana. La señora de la casa, Eva, me llevó un sancocho y unas arepas con picada al club para que comiera. Me hicieron sentir como si fuera parte de la familia”.
Camila Osorio tiene 20 años, es alegre y casi todo el tiempo se ríe. Es la mejor tenista colombiana desde 2020 y se ha convertido en una referente para las mujeres que quieren practicar el otrora deporte blanco.
Cuando está en Cúcuta y va caminando por las calles o está dentro del Club de Golf y Tenis de la ciudad, las niñas se quedan mirándola porque la admiran y quieren ser como ella. Mientras tanto, Camila solo sonríe, consciente de que se tiene que seguir preparando porque “el juego más importante es el que viene”. Jugar tenis ha sido el sueño de toda su vida.
21
años cumplirá la cucuteña el próximo 22 de diciembre. Lleva dos como tenista profesional.
82
fue el puesto en que terminó el 2022 Camila Osorio en el ranking de la WTA.