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En el MAJA puede ver la exposición más antioqueña esta Semana Santa

En el Museo de Antropología y Artes de Jericó Antioquia se está llevando a cabo la exposición de reconocimiento y artistas.

  • Segundo proyecto de reconocimiento y estímulos para artistas grabadores colombianos en el Museo de Antropología y Artes de Jericó Antioquia - MAJA Foto: Sara Korsakoff
    Segundo proyecto de reconocimiento y estímulos para artistas grabadores colombianos en el Museo de Antropología y Artes de Jericó Antioquia - MAJA Foto: Sara Korsakoff
  • La mano que reza, Juan Carlos Rivas. Foto por: Sara Korsakoff
    La mano que reza, Juan Carlos Rivas. Foto por: Sara Korsakoff
  • Apartes de la Mano que Reza. Foto: Sara Korsakoff.
    Apartes de la Mano que Reza. Foto: Sara Korsakoff.
  • Juan Carlos Rivas La Mano que dibuja Fotos por: Sara Korsakoff
    Juan Carlos Rivas La Mano que dibuja Fotos por: Sara Korsakoff
23 de marzo de 2024
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El Museo de Antropología y Arte de Jericó lleva pocos años desde su última remodelación, la cual no sólo permitió una nueva experiencia gracias a sus restauradas instalaciones, sino que también fue remodelado todo el concepto de museo que previamente se tenía concebido.

Desde una apuesta impecable para la curaduría de las obras, instalaciones y exposiciones, como también una invitación abierta a todo tipo de artistas, emergentes o ya reconocidos, hasta la accesibilidad, modernidad e inclusión que ha movilizado a él todo tipo de espectadores.

El límite se diluye para esta nueva etapa del museo más importante de Jericó, pues la diversidad y la transparencia es bienvenida en estas puertas y balcones que transpiran frescura sin perder de vista la importancia de la memoria local de la ciudad culta de Antioquia.

El año 2023 cerró con broche de oro para la historia del Museo con expositores como Carlos Mario Aguirre, célebre actor, comediante, dramaturgo y artista plástico, integrante del grupo teatral Águila Descalza.

De igual manera Isabel Cristina Sierra, poeta, directora y actriz, tuvo un espacio en el museo para leer su último libro de poemas junto a jóvenes de Jericó interesados por el arte y la cultura. Y son estos sólo dos ejemplos del trabajo que el museo realizó en el año anterior. Después de estas maravillosas premisas, ¿Qué podría depararle al MAJA para el año 2024? Ya hay en el momento la primera tanda de exposiciones nuevas, con unos expositores y artistas que merecen ser visitados y contemplados bajo las brisas y montañas Jericoanas.

La mano que reza, Juan Carlos Rivas. Foto por: Sara Korsakoff
La mano que reza, Juan Carlos Rivas. Foto por: Sara Korsakoff

Esta vez, tuve la oportunidad de visitar el museo para adherirme a la obra de Juan Carlos Restrepo Rivas. La mano que dibuja sugiere de antemano su trabajo de artesano o artigiano. La palabra arte viene del latín artis y hace referencia a obras que expresan mucha creatividad. Artis viene de la raíz ar que se relaciona con las palabras hacer, ajustar o colocar.

El artigiano es quien ejerce un arte mecánico usando sus manos, y la mecánica es la ciencia que estudia el movimiento y el equilibrio de los cuerpos. Por lo tanto, un artesano es quien ajusta, agrupa y hace obras donde demuestra un saber sobre la existencia de las cosas que están a su alcance, cuerpos animados o inanimados, materias y superficies útiles, que solo cobran vida en el eterno presente de su equilibrio universal.

Es de esta manera y en estos términos en los que podría referirme a Juan Carlos: un cuerpo disociado que reconoce la mano como ente independiente. La exposición está dividida por momentos que contienen una raíz particular que deviene en muchas otras raíces. En La Mano que Reza podemos ver una explotación de la imagen de Jesucristo, cercana a cualquier contexto católico como Colombia, que es el país del sagrado corazón, pero también es el país de lo kitsch y lo popular-bizarro. Así que sería una visita ideal previa al inicio de la Semana de la Pasión, para conocer una nueva visión de la iconografía religiosa.

Creo entender esa naturaleza a través de las manos de Rivas, a través de los elementos cotidianos que alguna vez fueron tocadas por ellas. En cuanto al sentido de la cruz hay puntos claves: en la izquierda se encuentra Fernando Pessoa, ¿por qué? Porque el extremo izquierdo del mundo es el territorio de locos y poetas, y tal vez porque para Pessoa las cosas no sólo son cosas.

En el inferior, Jesucristo encapsulado en una caja de celular vacía, metáfora de posmodernidad, del “Made in China’ que aplica para pandemias mundiales y dispositivos tecnológicos. Jesús sobre rastros de libros matemáticos, la lógica y lo cuantificable versus lo divino. Lo fantástico y lo que se puede contar con los dedos de una mano que cuenta números y cuentos. Una comparación entre teoría y religión, dejando a los santos relegados a estampitas y miniaturas espectrales.

Apartes de la Mano que Reza. Foto: Sara Korsakoff.
Apartes de la Mano que Reza. Foto: Sara Korsakoff.

La parte de abajo: el infierno, las alas de todas las criaturas y bestias que allí habitan. ¿Y qué si el ángel de la guarda al que rezábamos se cayó y no nos dimos cuenta? Abajo nos protege nuestro propio diablo, la gallina ciega, el quiebra patas o una máquina de escribir sin tinta. Qué más da. Ahora arriba. En la punta superior una mujer semidesnuda y una figura de Lego con los colores amarillo, azul y rojo, ambos símbolos como reemplazo de lo patrio, la mujer reemplaza al cóndor, y la bandera es reducida al plástico.

¿Y quién piensa en los peces? ¿Quién se atreve a no sólo comerlos, sino también retratarlos? Según Jacques Cousteau, la mejor manera de observar un pez es convertirse en uno. Por eso sentí que atendí a una metamorfosis vertebrada, observando hilos rojos donde colgaban múltiples seres branquiales, reposados sobre un costado de sus cuerpos húmedos, impregnados en una cartulina blanca y seca. Para dibujar un pez hay que sacarlo del agua. Matarlo.

El pez debió morir colgado para que la mano pudiera atravesarlo. El pez atraviesa la sala, se mete por mi piel y convierte mis pupilas en peceras. Pero ¿Y la mano?... la mano tiene vida propia; es un escaneo encefalográfico del alma. Rasgar hojas de un libro resulta satisfactorio, el libro se rompe: muere. La mano está cansada. Ahora es bestiario, disección en presencia de perros que se muerden la cola, Ouroboros de la nueva Edad Media. Asistamos a esta nueva era, juguemos juntos en el bosque. ¿Dónde está el lobo, dónde está el sentido? Lo coherente se desmorona atravesando el espacio sin entender el objetivo último, que es nunca buscar la comprensión, sino sentir de la manera más surrealista posible. ¿Se animaría a hacerlo?

En el transcurrir de ese movimiento, observé los grabados azules desde el tren. Viajar es mirar por la ventana, que pase el tiempo y que el interior cambie; No sabemos si el autor llegó a su destino; sólo sabemos que ha viajado. Y la necesidad de dibujar denota la necesidad del artesano. Este viaje termina, aparentemente, cuando se acaba la tinta, cuando la mano cansada se fatiga y abandona su medio de transporte. Pero si quiere que su viaje valga la pena, y extender un poco más su disfrute, continúe su recorrido hacia la exposición Cristales y Piedras.

Entre sus materiales explícitos, está ese Amazonas oculto que el autor confiesa no conocer, pero sí imaginarlo: el arte no es sólo decoración sino compañía. La piedra es el mineral más antiguo, está hecha para ser sostenida con la mano, para ser lanzada. Hay que tocar la piedra. Por eso uno ansía poder intervenir el cuadro, intervenir el proceso natural de las cosas. ¿Cuánto valdrá una piedra? De esas del río, las que sólo reposan, las que nadie sabe de dónde vienen. Mire con atención la inocente pasividad de estos objetos. Pareciera como si algo dormido despertara desde dentro.

Juan Carlos Rivas La Mano que dibuja Fotos por: Sara Korsakoff
Juan Carlos Rivas La Mano que dibuja Fotos por: Sara Korsakoff

Otra exposición imperdible: Color en el aire, un paralelo entre el dibujo y la fotografía de las aves de Jericó, tan diversas como sus habitantes, que fueron cuidadosamente pintadas y fotografiadas por Carlos Coronel y Luz Beatriz Múnera.

Al contrario de las jaulas, fotografiar y pintar aves permiten capsularlos en un momento único sin tener que perturbar su vuelo. Un pedacito de ilusión, un pedacito de su sobrecogedora existencia, de sus colores y plumas, una oda a las aves: una muestra de que sí podemos capturar la belleza del mundo sin hacer daño.

Y para finalizar, su visita por el museo no podría estar completa sin pasarse antes por la exposición permanente de cartografías, en donde encontrará un cuidadoso estudio de la conservación patrimonial. Los mapas de Jericó lo guiarán hacia una ruta donde apreciará cómo ha se ha transformado él territorio. Estos mismos, junto con las demás instalaciones, dan cuenta del gran compromiso que tiene esta región con su propia memoria histórica. Tendrá a su alcance una vasta recolección de datos sobre antropología indígena, como también colecciones de objetos antiguos, todos listos para ser re-observados y todos impasibles por impregnar a sus visitantes de todo lo que La Atenas del Suroeste significa.

Por eso, si su plan de esta Semana Santa es viajar por Antioquía, no dude en pasarse por el MAJA de Jericó. Ubicado a solo una cuadra del parque principal, estará allí esperando para que con su mirada se complemente lo que todas estas manos dejaron allí vulnerable.

Por: Sara Korsakoff

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