El afiche promocional de la Semana Santa de 2024 en Sevilla ha abierto la caja de Pandora de la polémica. En la pintura, de Salustiano García, se ve a un joven de barba cuidada y cabellera larga que parece salir de la playa o posar para la portada de una revista de moda. Si el observador afina la mirada y conduce su atención hacia donde señala el índice de la mano izquierda del modelo cae en la cuenta que en el torso hay una pequeña incisión debajo de la tetilla derecha.
Ya puesto en la pista, el espectador detalla la marca en el dorso de la mano izquierda. Ese hombre de facciones delicadas, ojos delineados y labios con una discreta capa de carmín es la reelaboración pictórica que García hizo de la historia —leyenda— fundacional del cristianismo: la resurrección de Jesús de Nazareth tres días después de ser ajusticiado por las autoridades romanas. Esa identidad explica los tres rayos que salen de la cabeza del hombre, que podrían también ser el tocado de un fashionista excéntrico.
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A las pocas horas de la presentación oficial del cartel ante los medios noticiosos, ya existía una petición impulsada por el colectivo de Abogados Cristianos para que fuera retirado y las directivas del Consejo General de Cofradías y Hermandades de Sevilla —un grupo de laicos adscrito a la arquidiócesis de Sevilla— fueran removidas por su “humillación al fervor religioso de la ciudad”. La iniciativa cuenta con más de 12 mil firmas de ciudadanos indignados por lo que consideran una profanación a su fe.
No pasó mucho tiempo para que el trabajo de García fuera examinado con la lupa de la molestia. Los primeros que lo hicieron fueron los periodistas de Aciprensa, una agencia informativa muy cercana al clero español. Ellos encontraron otras pinturas de García que dejarían al descubierto un tratamiento transgresor de las imágenes católicas. Hallaron, por ejemplo, el retrato de un niño que juega con un cáliz de misa y una galleta. De inmediato el furor se volvió una ola en las redes sociales.
Aunque no ha habido una declaración oficial de la autoridad eclesiástica de Sevilla, el arzobispo de esa ciudad española, José Ángel Saiz Meneses, invitó en una homilía a fijar la mirada en el Santísimo Cristo de Burgos, una talla medieval que muestra a Jesús colgado en la cruz, ubicada en una de las capillas de la catedral de Sevilla. Los fieles interpretaron este mensaje como un llamado a superar la disputa de los gustos y concentrarse en el contenido de la fe.
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Este no ha sido el primer escándalo provocado por una imagen de Jesucristo. Para no ir muy atrás, hasta las luchas entre los iconoclastas y los amigos de las imágenes, se puede mencionar el chaparrón de críticas que cayó en 1988 sobre Martin Scorsese por el estreno de la película La última tentación de Cristo. En ese filme se ofrece una versión muy distinta de la vida de Cristo, alejada de los evangelios canónicos. En él Jesús tiene dudas respecto a su misión salvadora y al final sueña con haber huido de la cruz. En 2005 la opinión pública colombiana asistió a un tsunami de rabia similar.
En este caso los protagonistas fueron la modelo Alejandra Azcárate y el periodista Daniel Samper Ospina. En ese entonces medio país se molestó por la portada de la revista Soho en la que Azcárate hacía las veces de Jesús en la pintura de la Última Cena.