Los 31 días del último mes del año están ligados a la fiesta, la familia, el descanso, la buena comida y a las celebraciones religiosas, en especial al nacimiento de Jesús.
Diciembre no estaba dedicado a una figura específica como ocurre con otros meses del año. Por ejemplo, septiembre representa al planeta Saturno, mientras que marzo viene de Marte.
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En cambio, el duodécimo mes proviene del latín “decem”, que significa diez, ya que era el décimo mes en el antiguo calendario romano. Este calendario iniciaba en marzo y no en enero, como lo hacemos actualmente.
A pesar de no tener una deidad específica, diciembre ha estado asociado a diversas celebraciones a lo largo de la historia.
En la antigua Roma se realizaba la Saturnalia, una festividad en honor al dios Saturno. Durante la Saturnalia, se invertían los roles sociales, se realizaban banquetes y se intercambiaban regalos.
Con la llegada del cristianismo, el 25 de diciembre fue establecido como la fecha de nacimiento de Jesús.
Estás son otras celebraciones puntuales del mes más alegre del año.
¿Por qué prendemos velitas el 7 y 8 de diciembre?
La celebración católica del 7 y 8 de diciembre data de 1854, cuando el papa Pío IX proclamó la bula (documento que dentro de esa institución se convierte en una especie de mandato u ordenanza) Ineffabilis Deus, donde se afirmaba que la Virgen María fue concebida sin pecado original.
Se dice que en ese día los católicos de todo el mundo encendieron velas y antorchas para celebrar este acontecimiento. La experta en bibliología y docente Pilar Pérez destaca que los fieles de España, Italia, Bélgica y Francia se concentraron en las plazas públicas a esperar el anuncio papal.
Se dice que en ese día los católicos de todo el mundo encendieron velas y antorchas para celebrar este acontecimiento. La experta en bibliología y docente Pilar Pérez destaca que los fieles de España, Italia, Bélgica y Francia se concentraron en las plazas públicas a esperar el anuncio papal.
La profesora Avendaño dice que las primeras manifestaciones en esta parte del mundo se dieron en México y que los primeros registros en Colombia datan entre 1887 y 1888, en Bogotá. Cuenta que, de acuerdo a registros de los periódicos de la época, en Medellín la primera concentración se dio a principios del siglo XX, en el parque de Berrío, en honor a la Virgen de la Candelaria.
Se celebra el 8 de diciembre porque fue el día que se proclamó la bula y que se presume coincide con la fecha en la que María fue concebida.
¿Cómo nació la Novena de aguinaldo y los villancicos?
Sobre su origen hay dos historias. La más conocida indica que esta práctica tiene sus raíces en el siglo XVIII, con Fray Fernando de Jesús Larrea, un sacerdote franciscano ecuatoriano que redactó un texto para preparar espiritualmente a las familias para la Navidad.
En esa primera versión de la novena se inspiró, en 1910, la Madre María Ignacia, del Monasterio de La Enseñanza en Bogotá, que retocó y consolidó el texto que conocemos hoy en día, con oraciones diferentes para todos los días que narran la historia del nacimiento de Jesús y la preparación de ese momento por parte de la Virgen María y San José.
La novena simboliza los nueve meses de gestación de la Virgen y sus rezos, acompañados de comidas tradicionales y, en algunos casos, pequeños obsequios, buscan fortalecer los lazos familiares mientras se reflexiona sobre el significado espiritual de la Navidad.
Sin embargo, hay otra versión de su origen: la historiadora Claudia Avendaño, exdocente de la UPB, cuenta que esta tradición tiene raíces más antiguas al siglo XVIII, vinculadas a rituales celtas del solsticio de invierno.
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Esas celebraciones incluían cantos, regalos y reuniones alrededor del fuego para conmemorar la llegada de días más largos, elementos que fueron adoptados por los romanos en las Saturnales y luego resignificados por el cristianismo, explicó a EL COLOMBIANO.
La llegada de misioneros españoles durante la época colonial jugó un papel crucial en la expansión de esa novena en América Latina. Según Avendaño, muchos de esos misioneros provenían de regiones como Galicia, de fuerte tradición celta, lo que explica por qué algunas prácticas ancestrales se integraron en la celebración navideña de este lado del mundo.
Desde entonces, a la novena se le han añadido toques contemporáneos como música popular o reuniones más inclusivas, sin dejar de lado su esencia.
¿Y Jesucristo si nació un 25 de diciembre?
La Navidad es una fecha importante en el calendario del cristianismo, solo superada por la fiesta de la Resurrección. Los expertos y los historiadores están seguros de que el nacimiento de Jesús de Nazareth no ocurrió el 25 de diciembre. De hecho, uno de los argumentos que tienen para sostener esta postura es la práctica del antiguo cristianismo de adaptar las efemérides relevantes del calendario romano a sus propósitos proselitistas.
De esta forma algunas fiestas del mal llamado paganismo fueron retomadas por la liturgia católica para conmemorar los acontecimientos relatados en los evangelios. Ese fue el caso del 25 de diciembre, que en la antigüedad se conoció con el nombre de Fiesta del Sol Invencible. Según las creencias de los romanos en ese día nació Apolo, el dios del sol. Tanto Apolo como Cristo son dioses cuyos nacimientos pusieron fin a la oscuridad de las épocas remotas.
¿Por qué el Día de Los Inocentes se bromea?
El 28 de diciembre se celebra el Día de los Inocentes en los países de tradición católica. El origen de esta festividad, en la que en Colombia se acostumbra a realizar bromas, está narrado en el Evangelio de San Mateo en el Nuevo Testamento de la Biblia. Ahí cuentan la historia del rey de Judea, Herodes El Grande, quien ordenó asesinar a todos los niños menores de dos años para evitar el nacimiento de Jesús.
Sin embargo, siglos después fue que esta fecha adquirió su tradición de inocentadas y diversión. Esto sucedió en la Europa de la Edad Media donde entre diciembre y enero se realizaban varias fiestas, como la Fiesta de los Locos. En estos espacios las bromas tenían un lugar central, ya que el propósito era hacer una sátira del contexto social y político de la época.
Celebración de fin de año
El 31 de diciembre, Colombia celebra la llegada del Año Nuevo con una mezcla de tradiciones y rituales que reflejan su riqueza cultural. La Nochevieja es un momento para reunirse en familia, disfrutar de cenas especiales con platos típicos como buñuelos y natilla, y participar en actividades cargadas de simbolismo, una de ellas es la quema del “Año Viejo”, muñecos hechos de ropa vieja y materiales inflamables que representan el año que termina, simbolizando el cierre y la renovación.
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También se consumen 12 uvas al sonar las campanadas de medianoche, pidiendo un deseo por cada mes del nuevo año, también se acostumbre pasear con una maleta para atraer viajes, usar ropa interior amarilla para la buena suerte, y guardar lentejas en los bolsillos para atraer abundancia.
¿Si eran reyes y magos?
Si hay una tradición navideña que nos gusta a los colombianos es reunirnos con la familia, amigos y seres queridos para compartir un plato de natilla, buñuelos y rezar la Novena de Aguinaldos.
Sobre su origen hay dos historias. La más conocida indica que esta práctica tiene sus raíces en el siglo XVIII, con Fray Fernando de Jesús Larrea, un sacerdote franciscano ecuatoriano que redactó un texto para preparar espiritualmente a las familias para la Navidad.
En esa primera versión de la novena se inspiró, en 1910, la Madre María Ignacia, del Monasterio de La Enseñanza en Bogotá, que retocó y consolidó el texto que conocemos hoy en día, con oraciones diferentes para todos los días que narran la historia del nacimiento de Jesús y la preparación de ese momento por parte de la Virgen María y San José.
La novena simboliza los nueve meses de gestación de la Virgen y sus rezos, acompañados de comidas tradicionales y, en algunos casos, pequeños obsequios, buscan fortalecer los lazos familiares mientras se reflexiona sobre el significado espiritual de la Navidad.
Sin embargo, hay otra versión de su origen: la historiadora Claudia Avendaño, exdocente de la UPB, cuenta que esta tradición tiene raíces más antiguas al siglo XVIII, vinculadas a rituales celtas del solsticio de invierno.
Esas celebraciones incluían cantos, regalos y reuniones alrededor del fuego para conmemorar la llegada de días más largos, elementos que fueron adoptados por los romanos en las Saturnales y luego resignificados por el cristianismo, explicó a EL COLOMBIANO.