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“Si dios fuera mujer”, un documental sobre vivir la infancia trans en familia

La película, que se estrena hoy 7 de julio, muestra la fluidez de una niña de 9 años en transitar su género, un reto que se ve más grande para su familia y para la sociedad.

  • Si dios fuera mujer es la historia de una familia que vive un tránsito de género. En la foto, los protagonistas y, a la derecha, la directora del documental, Angélica Cervera. FOTO Cortesía
    Si dios fuera mujer es la historia de una familia que vive un tránsito de género. En la foto, los protagonistas y, a la derecha, la directora del documental, Angélica Cervera. FOTO Cortesía
07 de julio de 2022
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Laura tiene la certeza de que es una mujer, y su familia paisa, de firmes creencias católicas, también sabe que su hijo Óscar, siempre fue Laura. No fue un proceso fácil, pero más que contar el tránsito de género, la directora Angélica Cervera, quiere mostrar la historia de una familia que pone el amor sobre todo.

¿Cuáles fueron los retos de la producción sabiendo que la historia es de su familia?

“Tiene sus variaciones. Es fácil, porque hay una confianza para plantear la idea y a la hora de mostrar ciertas realidades, pero, al mismo tiempo, eso es lo que lo hace complejo, porque hacer una película sobre la familia es exponerse y exponerlos. De alguna manera, y, aunque tratamos de hacerlo con todo el respeto, la película más que un drama, es una historia de amor familiar.

De igual forma, las familias son complejas, sobre todo las de estas generaciones que tendemos a salirnos de los esquemas, de las estructuras que vienen desde la religión católica, y desde el moralismo.

Es difícil, pero en esta película fue muy bonito entender y acompañar desde la empatía. A pesar de todas estas estructuras mentales, logran superar sus emociones y por encima de todo ponen a su hija, y su deseo de ser niña y hacer la primera comunión. Hay muchas emociones, pero al final aporta al punto de vista”.

¿Cómo ha sido recepción del público?

“Ha sido muy buena, creo que estamos logrando nuestro objetivo, de la mano de Docco, que es la agencia de distribución, y es poner el tema de conversación sobre la mesa, sobre todo fuera de lo académico, de lo clínico, y exponerlo en la calle y en las familias.

Más allá de si a la gente le gusta la película o no, creo que los pone a conversar y eso es muy importante. Que la gente sienta un poco más de confianza para decir lo que siente, lo que piensa, para expresar sus temores y empezar a ver a las personas trans de una manera distinta, que dejemos de mirarlos desde lo marginal, desde el rechazo, desde algo que está fuera e intenta entrar, si no entender que la diversidad es algo natural, que siempre ha estado y que si nos tratamos mejor, tal vez el mundo puede ser distinto. Vale mucho la pena que la gente haga la película suya, porque es una conversación”.

¿Cómo es esta realidad en Colombia?

“Es un asunto del que todavía nos falta aprender muchísimo. Colombia es un país muy católico y aunque se están dando pasos en temas derechos, todavía sigue siendo mínimo y con procesos martirizantes, que repelen. Por otro lado, vemos que todavía la religión considera que estas personas deben ser marginadas de todo, de su familia, de la sociedad, y si todavía estamos pensando eso es porque no hemos entendido nada.

Creo que por eso esta película también, en estos momentos donde el país necesita, propone y aceptar de alguna manera un cambio, puede llegar a aportar también a ese cambio, sobre todo de mentalidad, porque realmente no es que tengan que cambiar las estructuras. Finalmente, los asuntos de género son supremamente personales, las personas que transitan el género no están agrediendo a otras, están en un proceso de búsqueda personal. Son sus derechos y, por lo tanto, tiene que ser respetados.

Lo que pasa es que también es importante en el caso, por ejemplo, de las infancias trans, que las familias acompañen esos procesos porque eso hace la diferencia. No es lo mismo un niño, un adolescente, que decide ser quien siente que es y la primera reacción es que debe renunciar a su familia, y si renuncia a su familia, probablemente debe renunciar a la educación, a la salud, a cualquier tipo de protección y termina siendo una persona completamente vulnerable. Muchos de ellos han terminado en la calle, a diferencia de si la familia los acompaña.

Por supuesto que no es fácil, porque venimos de unas construcciones de familia muy antigua y anquilosadas, pero hay que empezar a entender, a ver estos universos como mundos posibles, reales, que también nos pueden enseñar muchísimas cosas, no solo en el tema de género. Por ejemplo, nosotros los adultos nos abstenemos de hacer las cosas que queremos, que soñamos, que nos proponemos, porque le tenemos miedo al otro, a que nos juzguen, a que nos rechacen, a que nos saquen de algún círculo social, entonces nos quedamos dándole a la gente lo que quiere y nunca somos felices. En el fondo es eso, no simplemente concentraron en el universo trans, sino en el respeto en general y en darles los espacios al otro, dignos y respetuosos”.

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