Ir hasta al parque de Envigado a comer morcilla y escuchar a los serenateros fue por muchas décadas una tradición de cada fin de semana en el Valle de Aburrá.
Todo comenzó en las décadas de los 60 y 70 del siglo XX, cuando al municipio del Sur del Valle de Aburrá solo se llegaba a través de la avenida El Poblado, atravesando las casafincas de los ricos de entonces, sobre las residencias que ahora se levantan hoteles y edificios de entidades financieras.
Aunque hoy los planes son diferentes y ya los paseantes no llegan a buscar morcilla y picadas de chicharrón, carne de cerdo y papa criolla, en el parque los serenateros siguen allí, vestidos de saco y corbata, con sus guitarras y tiples.
Pocos serenateros
De los más de 60 músicos que hace 10 años se asentaban en el parque, al frente de las tradicionales heladerías y restaurantes, hoy no hay más de 15 serenateros o merenderos, como también se les conoce, aunque la verdad es que a ellos no les gusta mucho ese término porque está más relacionado con las tertulias de los campesinos.
“Todo ha mermado, ya muchos colegas se han retirado por la edad y otros han muerto”, cuenta Álvaro Acosta, que desde hace 25 años se gana la vida en el parque a punta de canciones. Tampoco hay renovación, los artistas más jóvenes prefieren dedicarse a las serenatas de mariachis o vallenatos.
No es falta de clientes, estos siempre llegan buscando una serenata ya sea para celebrar un cumpleaños, un aniversario o pactar una reconciliación. En días como los de La Madre o la Mujer no alcanzan a llenar toda la oferta, quedan faltando músicos.
Madrugada
La jornada para ellos comienza a las seis de la tarde y termina cuando el sol está saliendo, justo cuando salen los primeros buses para Medellín o para la estación del metro.
Ese es el caso de Albeiro Palacio, natural de Yarumal, uno de los más veteranos, que desde hace 22 años usa las bancas de cemento del parque de Envigado como su oficina.
Aunque cada uno de ellos trabaja independiente y se juntan cada que vez que necesitan conformar un trío, generalmente Albeiro, que luce un traje gris y corbata, comparte sus canciones con Germán Antonio Aguilar, más conocido como Forcha, el único de los músicos que toca un tambor, como el de los chalchaleros argentinos.
Forcha, a diferencia de sus compañeros que son más parcos y formales, luce sacos de colores y canta temas de rock en español, aunque su fuerte son los boleros, recordando los tiempos cuando integró el grupo Intiwara, que alternaba con los famosos Visconti en sus giras por Colombia.
¿Cuánto cuesta?
Una serenata, de seis canciones, cuesta 250.000 pesos, dinero que reparten entre los músicos. Claro está que casi siempre terminan tocando diez canciones, entre ñapas y cobros por temas adicionales.
Albeiro, que antes de dedicarse a la música desempeñó oficios varios, dice que les piden las mismas canciones.
En ese listado aparecen títulos como Las Acacias, Collar de lágrimas, Triunfamos, Madrigal, Cosas como tú, Pueblito viejo, La escuela de doña Inés y Casas viejas. En el repertorio tampoco pueden faltar Mamá Vieja, Viejo, mi querido viejo y Te amaré toda la vida.
Hasta hace varios años era habitual que la gente llegara hasta el parque en su carros o a pie a escuchar serenatas, ahora son a domicilio, los recogen y los vuelven a dejar en las bancas bajo las ceibas del parque.
Tanto Forcha como Albeiro y Álvaro, en representación de sus colegas, piden apoyo para contar con un espacio físico para guardar sus instrumentos y tener un lugar donde refugiarse en las noche frías y lluviosas en las que escasean los clientes.
Tradición
El historiador Carlos León Gaviria, de la Secretaría de Cultura de Envigado, reseña que esta tradición por la música de cuerdas en el municipio es mucho más antigua, que se remonta a finales siglo XIX e inicios del XX. En ese momento no había propiamente serenateros, sino músicos que se sentaban a tocar sus instrumentos.
“Envigado posee una fuerte tradición musical, en especial la que gira en torno al tiple y sus intérpretes”, cuenta Gaviria, que recuerda que desde entonces en el parque principal se concentraban músicos para atender a los visitantes.
Precisamente, en el municipio cada año se celebra el Encuentro Nacional de Tiple, como homenaje a esa tradición.
Recuerda el historiador que durante los años 60 y 70 no solo se asentaban los serenateros, sino bandas marciales, que le dieron una identidad musical a Envigado, en especial a su parque principal .
De domingo a domingo, los 365 días del año, sin importar si es Navidad o Año Nuevo, las guitarras, tiples y tambores suenan en las noches y madrugadas en el parque. Es una serenata de boleros