Santiago Mesa lanza su fotolibro No pase, un registro de la violenta realidad de Medellín
El fotoperiodista, que trabajó en EL COLOMBIANO y en Q’HUBO Medellín, realizó un compendio en imágenes de historias dolorosas de largo aliento para abrir los ojos sobre la realidad de la violencia en la ciudad.
Santiago Mesa muestra su libro No pare en el que registró, con imágenes, la violencia que se vive en la ciudad. FOTO Julio César Herrera.
Cuando el fotógrafo Santiago Mesa comenzó una maestría en artes plásticas y visuales en la Universidad Nacional presentó un proyecto a manera de fotolibro, “yo ya tenía dos historias del libro y dio la casualidad que entré a trabajar también a EL COLOMBIANO al mismo tiempo que en la maestría y ahí se completó todo”.
Mesa tenía claro que quería que el libro, llamado No pase, fuera de Medellín, que tuviera historias y que ilustrara la violencia que se vive en la ciudad. En su estancia en el periódico también hizo parte del equipo de Q’ HUBO y estar en la calle y ver cómo muere tanta gente todos los días lo hizo encontrar el norte para la publicación.
“Yo quería estar en la calle, quería ver las historias de la gente en la calle. En esas reporterías tenía accesos a la ciudad que no me daba nadie más, que era muy difícil tener sobre todo esas zonas de crimen y tantas cosas que pasaban. Quería contar historias de largo aliento y el día a día del periodismo no te permite eso siempre, pero si encuentras una constante, como los homicidios, como la violencia, se puede uno apropiar de esas historias”, dijo.
Los capítulos
El libro No pase tiene cuatro momentos, cuatro segmentos: La ciudad interior, la ciudad drogada, la ciudad luminosa y la ciudad asesina.
La ciudad interior muestra y habla sobre gentrificación, pero contado desde la intimidad de una familia que vive en un barrio del Poblado, que a muchos les parece una invasión pero no lo son, “sino que llevan ahí 60 años desde antes de que el Poblado fuera lo que es ahora y es gente que ha heredado esas casas de sus familias y de alguna forma se han estado resistiendo a la gentrificación, no se han ido, no han vendido, pero entonces sufren muchos tipos de violencias, las empresas constructoras los amenazan, casi que los obligan a vender, si no venden les ponen un edificio al lado, todo es súper costoso para ellos, los tratan como si fueran invasores”.
La ciudad drogada muestra la fracción de una pandilla en Castilla a quien estuvo documentando por cerca de ocho meses. Entonces, La ciudad luminosa es la historia de una familia a la que le asesinaron uno de sus hijos porque no paró en un retén policial. “Él venía por la autopista, tenía 21 años, no paró en el retén y lo mataron. Yo cubrí la escena del crimen pero después también empecé a ir a donde la familia, tuve como una conexión con Lorena, la mamá, y yo le propuse hacer algo más largo con ellos, no quería que esto fuera una noticia y ya, y le propuse que hiciéramos un capítulo del libro sobre ellos después del asesinato”.
Y la cuarta parte, La ciudad asesina, nació de esas experiencias reportando la muerte en el periódico Q’Hubo: “Los homicidios son algo muy directo, pero como no quería que todo se quedara en la superficie empecé a interesarme también por las historias de las familias que eran víctimas de estos homicidios”.
Mesa trabajó para este proyecto con Santiago Escobar Jaramillo que tiene una editorial de fotolibros que se llama Raya editorial de Manizales. Se fue transformando gracias también a la intervención de la editorial Mesa Estándar. El libro primero lo presentó para la tesis de la maestría, pero debía transformarse para presentarlo al público. Tuvo un tiempo muerto en medio de la pandemia, lo presentó en clases de fotoperiodismo, recibió opiniones y terminó de construir las ideas de lo que quería.
El escritor Gilmer Mesa hace los textos introductorios de cada capítulo (menos el primero que es de Santiago) y “de hecho él fue el que se inventó los títulos de cada capítulo”, dice el fotógrafo quien añade que este libro sobre Medellín debería tener textos de alguien de Medellín, que fuera muy claro con la temática, “por medio de Juan Mosquera nos reunimos con Gilmer y le conté del proyecto, le mostré la maqueta vieja, o sea el libro viejo, el que hice para la maestría, el súper querido de una accedió a participar”.
Concluye Mesa que así el libro salga al mercado él no dejará de contar, con imágenes, las historias de la calle, por más dolorosas que sean: “A mí me interesan solo los temas de largo aliento” y espera poder seguirlas contando por mucho tiempo.
El libro, por ahora, se consigue por medio de unavaki que busca vender 500 copias impresas, enumeradas y firmadasy el próximo 19 de abril habrá una charla entre Santiago y Gilmer Mesa en Comfama de Aranjuez, con exposición incluida, en la que también habrá algunos ejemplares.