Luego de culminar su carrera profesional en el Fondo Monetario Internacional, el economista Alejandro López Mejía se enfrentó al dilema de todos los pensionados: ¿qué hacer con el tiempo que antes ocupaban los asuntos laborales? En su caso, la respuesta a esta pregunta fue la de viajar a la India tras los secretos del yoga, una forma de meditación que practica desde 2009.
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Sin embargo, las restricciones por la pandemia del Covid-19 hicieron que los planes cambiaran de destino y de ejercicio. En lugar de irse para la India, Alejandro compró una bicicleta y comenzó la preparación para un viaje de casi cuatro mil kilómetros por distintos países de Europa. Esa travesía por tierra, compuesta por jornadas de cien kilómetros de pedaleos, fue la segunda respuesta a la inquietud por el tiempo libre y, también, la semilla de Pedales, picos y posturas, el primer libro de Alejandro sobre un tema ajeno a la economía.
Radicado en Washington. Alejandro es egresado del Gimnasio Moderno de Bogotá. El pregrado lo hizo en la Universidad de los Andes, mientras los estudios doctorales los realizó en Queen Mary and Westfield College de la Universidad de Londres. A pesar de su trayectoria en la tecnocracia internacional, Alejandro tiene intereses por fuera de la órbita de los números y de las cotizaciones de la bolsa. En la biografía de Pedales, picos y posturas se le define como un alma bohemia, proclive a los deportes —sin llegar a ser un atleta consumado— y a los rituales esotéricos. En las páginas del libro, publicado por la editorial Tragaluz, se percibe la variedad de gustos y pasiones del autor. “Me defino como alguien que está tratando de pasarla bueno, que trata de encontrarme a mí mismo en una época de la vida en que mucha gente ya se está a punto de jubilar o que ya se jubiló”, dice Alejandro.
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En la escritura la consciencia del individuo aflora de formas similares a como lo hace en la meditación. Por eso, los libros son una suerte de puerta de entrada a la intimidad de las personas. Llevemos esta idea a la práctica en el caso de Alejandro y su libro. Las más de doscientas páginas de Pedales, picos y posturas dejan al descubierto la naturaleza de un hombre que recorrió sobre un caballito de acero las geografías de Grecia, Italia, Suiza, Austria, Alemania y Holanda. Además de esto, viajó a los Himalayas y tuvo una epifanía en la orilla del lago en el que, según la tradición, nació Ganesha, la deidad hundú con cuerpo humano y cabeza de elefante.
Y, como si esto fuera poco, cumplió su meta de irse a la India para pasar un tiempo en una escuela de yoga. En síntesis, se trata de una personalidad viajera, que cuenta con la energía y los recursos para trajinar los caminos. Buena parte de este libro se publicó antes por entregas en El Espectador.
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Alejandro confiesa que este es su primer trabajo de escritura serio, si no se toman en cuenta unos relatos redactados en la adolescencia y los informes de toda una vida dedicada a la burocracia. Muchas de las cuartillas del libro Alejandro las escribió en caliente, apenas soltaba la bicicleta en el viaje o en uno de los recesos de sus caminatas o jornadas dedicadas a concentrarse en los flujos de la respiración. Una vez este libro, llegue a las librerías, su plan es el de escribir uno de cuentos y, si su esposa lo deja, subir a la cima del Kilimanjaro, la mítica montaña del noroeste de Tanzania.