Detrás de muchas de las imágenes que generan fervor y devoción cristiana, en especial en esta temporada de Semana Santa, hay verdaderos tesoros artísticos que muchas veces pasan desapercibidos a los ojos de los feligreses y personas del común.
Desde pinturas del maestro antioqueño Francisco Antonio Cano, un confeso agnóstico, hasta figuras del siglo XVII esculpidas en Francia y traídas hasta Envigado en barco y luego a lomo de mula hacen parte de un amplio inventario de obras de arte.
Una tradición que, como relata el arquitecto y sacerdote John Jairo Osorio, comenzó en 1740 con la primera procesión de la que se tiene registró en Medellín que fue entre la iglesia de Candelaria, en el parque de Berrío, y la capilla San Juan de Dios, unas cuadras abajo, por donde cruza pasa la avenida Colombia.
De la mano de Osorio registramos dos imágenes, una pintura y varios mosaicos que representan la fe católica, pero que también reflejan los movimientos artísticos de los siglos XVIII, XIX y XX.
Aproveche esta semana no solo para la reflexión, sino para descubrir los tesoros artísticos de las iglesias del Valle de Aburrá.
Estos son cuatro ejemplos:
1. El Señor Caído de Girardota
Esta imagen llegó a Girardota proveniente de Quito en 1767, cuando el municipio recibía el nombre de Hato Grande.
Desde entonces, la imagen que mide 1,33 metros de largo por 56 centímetros de alto y 44 centímetros de ancho, es lugar de peregrinación en especial en esta temporada de Semana Santa y en enero cuando son las fiestas patronales en su honor. Osorio recuerda que de esta misma imagen llegaron a Antioquia dos más: una de ellas fue llevada a El retiro, mientras que la otra estuvo en la iglesia de la Candelaria, en el parque de Berrío, donde un incendio la destruyó.
“Las llagas son en alto relieve hechas con lana de ovejo”, cuenta Sebastián Madrigal, que es el mayordomo encargado de su cuidado. La imagen solo pesa 21,6 kilos Lo pesado es el anda que lo sostiene”. El Señor Caído, por directriz de la iglesia solo sale una vez al año, en enero, para prevenir cualquier accidente y deterioro. En 1981 fue llevada hasta el Hospital Pablo Tobón Uribe donde le hicieron unas radiografías para detectar si tenía comejen, pero las pruebas fueron negativas. Conserva su pintura y policromía original. Está exhibida en la Catedral Nuestra Señora del Rosario.
2. El Viacrucis de la Metropolitana
Este mosaico italiano del siglo XIX recopila el trasegar de Jesús hasta el monte Gólgota donde fue crucificado y donde murió. Son 14 estaciones que comienzan con la recreación del juicio ante Poncio Pilatos y terminan cuando el cuerpo de Jesús es llevado hasta el sepulcro.
Está distribuido en las paredes laterales del templo, comenzando desde la parte delantera de la nave izquierda hasta llegar al externo de la derecha. Las imágenes solo están identificadas por unos enormes números romanos que indican el orden en el que se debe recorrer. Osorio resalta la calidad de los trazos y la expresiones de los rostros.
Otro viacrucis destacado, cita el sacerdote, es el que está en la iglesia del Sagrado Corazón, en el barrio Buenos Aires. Resalta también el de la parroquia de Copacabana, que es colonial. “Son lienzos que no comienzan propiamente con la escena del juicio, sino con la oración en el huerto de los olivos”. Entre los más modernos cita el de la iglesia de Santa Teresita, en Laureles, un mosaico del padre Eduardo Toro, al igual que el que el mismo sacerdote hizo para la capilla de Universidad Pontificia Bolivariana, que son dignos de visitar y recorrer.
3. El resucitado de Envigado
Reza la leyenda que cuando el escultor terminó la obra se la apareció Jesús y le dijo “Donde me conociste que tan bien me hiciste”. El resucitado llegó a Envigado desde Francia entre 1864 y 1874, no hay precisión sobre la fecha, y llegó antes de que el templo de Santa Gertrudis estuviera construido, por lo que estuvo muchos años en la casa de Ciriaco Ramírez, que era la propietaria de la imagen. A partir de este resucitado muchos escultores e imagineros locales comenzaron a hacer replicas, por las existentes en Itagüí, Copacabana, La Ceja y muchas partes de Antioquia y Colombia, los resucitados son similares, cuenta Edgar Salazar, coordinador de la logística de Semana Santa de Santa Gertrudis. Mide 3,70 metros de altura y aunque no tienen un cálculo de sus peso, Salazar dice que para sacarlo en la procesión se necesitan de 18 cargueros. Osorio dice que en el tema iconográfico de la Semana Santa, Envigado representa un hito muy importante a partir del Resucitado. La imagen está ubicada en la nave derecha de la parroquia y solo sale una vez el año, justo el Domingo de Resurrección.
4. Cristo del perdón, de Francisco Cano
Este cuadro, de tres por cuatro metros, de 1910, está ubicado en los más alto de la nave derecha de la Catedral Metropolitana, en el parque de Bolívar. “Refleja el talento, no la devoción del maestro Francisco Antonio Cano, que siempre fue un hombre alejado de las creencias cristianas, un agnóstico”, explica Osorio, que recuerda que en el Museo de Antioquia están los bocetos y estudios previos que Cano hizo de la imagen, que el sacerdote compara por su trascendencia con el cuadro de Horizontes del mismo maestro antioqueño.
El cuadro lo comenzó a pintar en Francia y lo terminó en Medellín gracias al apoyo de varias benefactores, que prácticamente salvaron la obra, ya que Cano se había quedado sin recursos. Gustavo Zapata, sacristán de la Metropolitana, lamenta que la mayoría de los feligreses desconocen la obra, que solo está identificada con una placa, que es difícil por su tamaño y la altura donde está ubicado el cuadro, de casi ocho metros desde el piso.
La imagen representa uno de los momentos del viacrucis, cuando Jesús es condenado a muerte por Poncio Pilatos. “Paradójicamente, por todas las dificultades el Cristo del perdón fue todo un calvario para Cano”, afirma Osorio.