Después de dar un recorrido por los pasillos y las imponentes máquinas de la rotativa de EL Colombiano, nos encontramos silla a silla con los periodistas fingiendo no tener síndrome de impostores.
Morat quería venir a EL COLOMBIANO y no a una entrevista como tradicionalmente lo hacen. Entonces los pusimos a trabajar y a escribir y fueron los encargados de dos páginas de sección del periódico impreso. De izquierda a derecha: Simón Vargas, Juan Pablo Villamil, Juan Pablo Isaza y Martín Vargas. FOTO
Camilo Suárez
Juan Pablo Villa, Simón Vargas, Juan Pablo Isaza, los integrantes de Morat trabajando en EL COLOMBIANO. FOTO Camilo Suárez
Martín Vargas, baterista de Morat, en la redacción de EL COLOMBIANO. FOTO Camilo Suárez
28 de mayo de 2024
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Por Juan Pablo Isaza - Morat *Colaboración especial
A un poco más de un mes de nuestro concierto en el Estadio Atanasio Girardot, decidimos darnos una vuelta por Medellínpara reconectarnos con nuestras raíces paisas y, de paso, jugar a ser periodistas por unas cuantas horas. Ahora, y antes de que les gane la curiosidad de saber qué hicimos, considero prudente dar una breve introducción que responda a la pregunta que quizá algunos (ojalá no muchos) de ustedes lectores se estarán haciendo ahora mismo: ¿qué carajo es un Morat?
Primero y más importante: Morat no es “un”, Morat somos cuatro y somos una banda. Más específicamente una banda de Bogotá –aunque todos con familias antioqueñas– que cumplimos este diciembre 13 años de estar haciendo música juntos. Nos conocemos desde los 5 años, nuestro bajista y nuestro baterista son hermanos y escribimos nuestras canciones. De la música no nos gusta hablar porque preferimos que hable por sí sola y que el oyente saque sus propias conclusiones.
Lo que sí creo que puedo hacer para aprovechar este “papayazo” que me está dando EL COLOMBIANO es presentarles a mis amigos: la gente con la que llevo construyendo un sueño durante más de una década. Un sueño que este año se materializa con una gira de estadios que, estamos seguros, seguirá dando pie a muchos sueños más.
Simón, el bajista, es historiador y es el más excéntrico y atrevido de los cuatro. Es, al mismo tiempo, extremadamente curioso e interesante. Escribo esto al lado suyo pensando que la redacción del artículo que está escribiendo acerca del dress-code de los conciertos va a quedar infinitamente mejor que estos párrafos.
Juan Pablo Villa, Simón Vargas, Juan Pablo Isaza, los integrantes de Morat trabajando en EL COLOMBIANO. FOTO Camilo Suárez
Villa, cantante, guitarrista y, en las noches, Ingeniero Industrial, es supremamente apasionado e impredecible. El periódico le encargó la sección de recomendaciones y, honestamente, no sé muy bien qué esperar. Puede salir con cualquier cosa. Hace unos minutos lo escuché hablar con Simón acerca de un nuevo tipo de música Egipcia que escuchó recientemente. Calculen.
Martín, baterista y hermano de Simón, es el diseñador de la banda. Es nuestra fuente de buena energía y quien se encarga de que tanto nosotros como lo que hacemos se vea decente. Fue el encargado, junto con el área de diseño del periódico, de hacer que las fotos y la diagramación de toda esta sección se viera increíble.
Martín Vargas, baterista de Morat, en la redacción de EL COLOMBIANO. FOTO Camilo Suárez
Estoy seguro que entre las líneas de lo que están a punto de leer van a identificar varios de los rasgos de la personalidad de cada uno de nosotros y van a poder responder más claramente a la pregunta inicial. Fue absolutamente increíble habernos visto inmersos por una tarde en el mundo de la prensa escrita y haber podido tener este espacio para conectar con nuestro público paisa. Nos vemos en el 13 de julio.
*Los integrantes de Morat se midieron a escribir varias páginas del impreso de este 28 de mayo, semanas antes de su show en Medellín. Esta es una de las notas con su versión digital.
PARA SABER MÁS La Morat es una finca a las afueras de Bogotá. Años atrás se reunían allí un grupo de amigos a rasgar las guitarras, el bajo y el banjo, ese instrumento de cuerda que hace parte de la música dixieland, un estilo de jazz que inundó a Estados Unidos a finales del siglo XIX. Esos compañeros de toda la vida, del colegio, que se conocen desde que tienen uso de razón, fueron experimentando con sus instrumentos, buscando un sonido propio para decidir cómo era que querían sonar como grupo. El nombre no fue complejo escogerlo, lo veían siempre que entraban a ese lugar a gestar sueños. Morat era entonces un hecho como grupo.