La Vela Puerca, una de esas bandas de rock latinoamericanas que han marcado a generaciones enteras, regresa a Medellín este 13 de septiembre.
La cita, que comenzará en El Pequeño Teatro a las nueve de la noche, promete ser una velada única en la que la banda compartirá sus clásicos Zafar, Por la ciudad o El viejo, con canciones menos convencionales, que rara vez se interpretan en sus presentaciones habituales.
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Es decir, los fans podrán disfrutar de temas atemporales del grupo, junto a una puesta en escena que destaca por su intimismo y ausencia de efectos visuales exagerados, enfocándose en la conexión directa entre los músicos, que ya casi cumplen 30 años de carrera, y el público.
En EL COLOMBIANO hablamos con los vocalistas de la banda, Sebastián Teysera y Sebastián Cebreiro (Cebolla), sobre lo que ha significado su trayectoria en la escena musical continental y lo que significarán sus dos conciertos en el país, pues si bien es cierto que hoy se presentan en la capital antioqueña, también es cierto que este fin de semana lo harán en el Festival Cordillera, que se llevará a cabo en el Parque Simón Bolívar de Bogotá.
Con casi 30 años de trayectoria, ¿qué sigue inspirando a La Vela Puerca a mantenerse activa y vigente en la escena musical latinoamericana?
“A pesar de estos casi 30 años, lo que nos sigue moviendo es que esto es lo que amamos hacer. La banda, la música y las canciones nos han dado muchísimas cosas. Siempre estamos desafiándonos a nosotros mismos, buscando que nuestra carrera musical sea algo lúdico, que mantenga esa chispa viva. Además, más allá de la música, La Vela nació de una amistad, de un sueño que tuvimos juntos, y cuando ese sueño se hizo realidad, nos comprometimos con él. Como dice mi amigo Cebolla, es un proceso constante de valorar lo que hacemos día a día. Además, el mundo, con todo su caos, es una fuente inagotable de inspiración. Siempre hay algo de lo que podemos nutrirnos, ya sea desde lo emocional o lo terrenal. Así que para nosotros, esto es como nuestra fuente de juventud. Y bueno, somos jóvenes de espíritu, seguimos estirando esa juventud todo lo que podemos”.
Hablemos de Envés, este show que tiene un repertorio distinto a lo habitual y con el que van de gira por todo el continente. ¿Cómo fue la selección de los temas que querían tocar?
“Sí, Envés es un show diferente a lo que históricamente hacemos. Nos propusimos armar un setlist con canciones que hace mucho no tocamos, esas que siempre están en el fondo, pero que no suelen salir en los shows tradicionales. Por eso lo llamamos Envés, como la “cara B” de nuestra música. Ahora, decidimos traer algunas de esas canciones porque creemos que son importantes, y estamos emocionados de compartirlas con el público de Medellín y de Colombia, en general”.
Muchos fans de Medellín tuvieron la oportunidad de verlos en Rock al Parque 2019. ¿Cómo influyó ese tipo de experiencia en la selección de temas que presentarán en Medellín?, porque además de las canciones de la “cara B”, también sonarán las más icónicas de la banda...
“Sí, Rock al Parque fue nuestra primera vez en Colombia y nos sorprendió muchísimo que la gente ya conociera nuestras canciones. Recuerdo que nos impresionó ver que, aunque nunca habíamos tocado aquí antes, en todos esos años de trayectoria, las canciones ya eran parte de sus vidas. Eso nos marcó, porque hay un montón de gente que nos sigue desde hace años y no siempre ha tenido la oportunidad de vernos en vivo. Por eso, este show es un balance. Por un lado, queremos tocar esas canciones que llevamos tiempo sin presentar en vivo, pero también sabemos que hay temas que no pueden faltar. Es un equilibrio entre lo que nosotros queremos tocar y lo que la gente espera escuchar. No somos una banda que toca solo para sí misma, tocamos para la gente, para compartir nuestras canciones con ellos”.
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Y hablando de que tocan para la gente, ¿cómo logran mantener ese equilibrio entre lo uno y lo otros? Es decir, entre sus deseos creativos y lo que el público espera...
“Siempre tratamos de encontrar un hilo fino. No se trata de ser totalmente egoístas y decir: ‘Vamos a tocar solo lo que queremos’, ni de ser completamente condescendientes con el público y darles solo lo que ellos quieren. Es un balance. Nos gusta hacer ese juego entre lo que sentimos que queremos expresar y lo que sabemos que la gente espera de nosotros. Además, no solo cantamos, sino que contamos historias, y eso es lo que realmente conecta con la gente”.
Bueno, ¿y cómo ha sido la experiencia de tocar esas canciones que estaban “guardadas”?
“Hemos presentado Envés tres veces en Montevideo, en el Auditorio Nacional, un lugar bastante señorial, con butacas y todo. La verdad, es un espacio diferente para el público de La Vela Puerca, que suele ser más efusivo, pero fue una experiencia interesante. No sé si va a ser un éxito, pero lo que sí sé es que estas canciones tienen otra relación con la gente. Son más íntimas, más de ‘entrecasa’, como decimos nosotros. Tocan otras fibras y emociones”.
¿Y sienten que este show revitaliza a la banda de alguna manera?
“Sí, muchísimo. En este show no hay tanta parafernalia visual. No hay pantallas robóticas ni luces que marean. Las canciones de Envés no necesitan eso, requieren otra coyuntura, y eso fue lo que les dimos. Es un montaje más teatral, como si estuviéramos en un bosque. Y este tipo de cambios nos desafían y es lo que nos mantiene vivos como banda. O sea, estamos haciendo dos shows diferentes, con 30 canciones cada uno. Es una forma de patear el tablero, de seguir explorando y creciendo”.
Hace 30 años la música se hacía y se consumía de una forma muy distinta a la actual, especialmente por la aparición de las plataformas digitales. ¿Cómo han vivido ese proceso de adaptación?
“La verdad, todavía no nos adaptamos del todo. Nosotros venimos de la época del cassette y del vinilo. Cuando empezamos con la banda, ya existía el CD, pero nunca fuimos muy adeptos a ese formato. Nos parecía que el sonido era muy superficial. Ahora, con las plataformas digitales, consumimos música como todos, pero no es lo mismo. Somos melómanos, nos gusta llevarnos el disco a casa, escuchar de principio a fin y prestarle atención a cada detalle, desde la portada hasta las imágenes que acompañan la obra”.
¿Entonces sienten que se ha perdido un poco la esencia de escuchar música de esa manera?
“Totalmente. Antes, un disco te llevaba en un viaje emocional, con un principio, un desarrollo y un final. Ahora, con la aleatoriedad de las plataformas, eso se pierde. El algoritmo no respeta esa intención del artista. Pero bueno, entendemos que los tiempos han cambiado. Hoy en día es más difícil que la gente escuche un disco entero. Es por eso que quizá la dinámica ahora sea sacar dos canciones a la vez, en lugar de un álbum completo. Aunque pierdas esa narrativa emocional, seguimos siendo esclavos de la canción, intentando adaptarnos sin perder nuestra esencia”.
Hablemos ahora de las letras de las canciones. Ustedes siempre han tenido un tono muy intimista y emocional, pero también suelen transmitir mensajes sociales. ¿Sienten que esos mensajes han evolucionado con el tiempo?
“Para La Vela Puerca, las letras representan el 50% de la importancia de una canción. Valoramos enormemente el poder de comunicarnos y de que la gente nos preste atención a través de nuestras letras. Siempre hemos optado por un enfoque más filosófico que panfletario porque nuestras letras no son dueñas de una verdad absoluta. Más bien, buscamos plantear preguntas sin respuestas, algo que emocione y haga reflexionar. Esto implica un mayor esfuerzo tanto para el público como para las canciones, ya que no ofrecemos clichés ni mensajes fáciles. Es un poder que tenemos, pero con mucho respeto, sabiendo que nos escuchan varias generaciones, incluso niños, y con esa conciencia, intentamos aportar y hacer crecer culturalmente a quienes nos escuchan”.
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Eso que menciona es interesante, ya que parece que muchas bandas de rock de generaciones anteriores, en la actualidad están experimentando lo mismo, o sea, que los escuchan niños, adolescentes, adultos, adultos mayores...
“Exactamente. Hace unos 5 o 6 años, mientras cantaba en vivo, me di cuenta de que muchas personas en la primera fila eran más jóvenes que las canciones que estaban escuchando, incluso más jóvenes que yo. Me pareció genial porque esas canciones son las más importantes para mí. Son las que quedarán cuando ya no estemos. Me sorprende y me alegra que hayan atravesado generaciones. A veces pienso que estas canciones no envejecen y me siento muy agradecido por el regalo que nos hacen. Las canciones son las que se comunican con la gente, no yo, no nosotros. Me doy cuenta de esto cuando tocamos en vivo y siento el feedback del público. Ahí es cuando entiendo lo que significa esa conexión y cómo han impactado en la vida de los demás. Me siento orgulloso de que, cuando nos vayamos, ellas seguirán hablando”.
Es hermoso pensar en eso, porque realmente, sí, son canciones que parecen no envejecer, que suenan igual hoy a cuando las escuchábamos hace 10 años en la universidad...
“Sí, es curioso. ¿Sabes también qué es curioso? Que es diferente escribir una canción a los 22 que a los 30, 40 o 51, como es mi caso. Aunque pueda hablar de lo mismo, el mensaje y las metáforas cambian con el tiempo. Ahora tengo más lecturas, más experiencias y más canciones escuchadas. Por ejemplo, cuando escucho Deskarado del 98, me encanta, porque era lo que tenía que ser en ese momento. Si escribiera esa canción hoy, lo haría de otra manera, pero sigo hablando de lo mismo, solo que con más experiencias y matices”.
Siempre que los artistas vienen aquí, hablan de lo enérgico que son los asistentes colombianos a los conciertos, ¿qué esperan de sus presentaciones en Medellín y Bogotá en cuanto al público?
“Sí, sí, tuvimos esa misma impresión en Rock al Parque. Esperamos lo que merecen las canciones: empatía, felicidad y ganas de disfrutar. Queremos que sea una experiencia intensa, donde todos se entreguen al momento y sudemos juntos. La idea es disfrutar y darlo todo en el escenario. Esa palabra “industria” en el entretenimiento me resulta horrible. Deberíamos dejarla de lado, porque lo que realmente importa es el respiro que nos da la música en nuestras vidas. Vamos a dar lo mejor de nosotros y haremos que el público se sumerja en la experiencia y nos acompañe”.
¿Qué significó para ustedes cumplir 30 años como banda? ¿Cómo ven su futuro musical?
“Cumplir 30 años nos parece algo bastante surrealista. A pesar del tiempo, seguimos siendo los mismos. Comenzamos siendo seis y ahora somos nueve, pero en esencia, seguimos siendo los mismos de siempre. Además, hemos evolucionado hacia una especie de ONG, todos los que están perdidos y quieren venir, vienen, lo que añade una nueva dimensión a nuestro trabajo. Es un gran regalo, pero también una gran responsabilidad. Además, cuando comenzamos, nunca hubiéramos imaginado que duraríamos 30 años. No lo planificamos, hemos llegado aquí día a día, semana a semana, concierto a concierto y disco a disco. Nunca proyectamos demasiado el futuro, y creo que esa falta de proyección consciente fue lo que nos permitió llegar hasta aquí, ¿por qué?, porque el verdadero desafío es vivir el presente y no perder de vista las cosas para valorarlas. Es importante apreciar lo que tenemos en el momento, sin lanzarse a un futuro incierto. Debemos enfocarnos en llegar al próximo concierto y disfrutarlo de verdad. Si te proyectas demasiado lejos, todo lo que haces para llegar a ese punto pierde importancia”.
Las entradas para el concierto están disponibles en mitaquilla.com.co con precios que oscilan entre $100.000 y $120.000.