Todo parece estar pasando muy rápido en la carrera de Bella Álvarez. Tiene apenas 26 y ya tiene tres trabajos publicados –Hortalizas y Flores (2019), Canciones para una Casa Chiquita (2021) y Neotusa Vol 1. (2024)–, ha hecho dos giras nacionales. En 2021 fue nominada a los Premios India Catalina, ese mismo año participó en el Festival Ciudad Altavoz, en el 2022 estuvo en Estéreo Picnic, en el 2023 en el Festival Cordillera, y en el 2024, que apenas va por la mitad, estuvo en el Festival La Solar y lanzó un disco.
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Pero todo eso que se lee tan precipitado es fruto de un proceso largo y absolutamente minucioso al que Bella la ha dedicado la vida, porque ella ha sentido curiosidad por el canto desde siempre, tanto que cuando era una niña perseguía a la gente que veía cantar en el colegio, fascinada, porque quería saber más, que era lo que hacía a las personas cantar, cómo era esa magia, hasta que aprendió a hacerla.
Primero con una organeta que le regaló su mamá. Después con la guitarra acústica que le regaló su papá. Y luego los amigos del colegio, con ellos montó su primera banda Arboreus.
Ahí estuvo casi tres años con Mateo Vanegas, componiendo, tocando. Hasta que las ideas que tenían sobre la música se fueron alejando. Entonces Mateo empezó a montar otro grupo, Margarita siempre viva, y Bella arrancó su carrera como solista.
“Yo quería irme por lo más sentimental posible, quería hacer canciones muy cursis”, dice. Y eso ha hecho desde que publicó su primer trabajo, Hortalizas y Flores. Hablar del amor, de todos los amores y desamores posibles.
“Yo no le escribo a la tusa de una persona, yo estoy entusada, todos lo estamos, porque estamos atravesando una existencia complicada. Imagínate la tusa de que alguien no te quiera, ahora imagínate la tusa de esos días en los que no te quieres, o piensa por ejemplo en los ciclos de la vida, ya no estoy ahí, ya no soy esa persona, ya, terminó. Eso es una tusa. Los desamores de la familia... El mundo es muy hostil a veces, pero también es muy bonito”, dice Bella.
Así, en medio del amor y el desamor que es la vida, es que se van construyendo las canciones que le dan forma Bella, porque cada tema es una búsqueda por identificar emociones y sensaciones, y en esa búsqueda Bella se vale de todo, de sonidos, de imágenes, de palabras que se van alternando hasta encontrar las que dicen mejor y con esas es que escribe y con eso se describe y se construye a sí misma.
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Y esa construcción es cada vez más impredecible y fascinante. Neotusa Vol. 1, el disco que acaba de lanzar y que contó con la producción de Adán Naranjo, empieza con esa Bella introspectiva y quizás más ingenua, protagonista de sus dos trabajos anteriores, y termina con una Bella fuerte y combativa, aunque igualmente sentimental.
“Este disco empezó a irse hacia una Bella que yo siempre había querido sacar, que es la Bella del final del disco, una Bella guerrera, como con un traje, cantando duro en medio de todo universo que ha creado. En medio de los pájaros, las hortalizas y las flores. Es como una respuesta a mucho tiempo de preguntas. Esta música que estoy haciendo ahora es como el principio de otra era. Puedo seguir llamando a la Bella más intuitiva y tierna, pero quiero encontrar muchas más formas de sentir mi voz”, dice.
Desde niña, Bella ha querido ser una gran cantante. Y esa imagen se ha hecho de sí misma es la que va construyendo en sus canciones. Bella, la gran cantante, es un collage de todo lo que ha sido, porque aunque una se convierta en otra, nunca deja de ser lo que ha sido. La grandeza empieza por ahí, por reconciliarse con lo que fue.
De Bella queda mucho por ver, por oír.