Alcolirykoz tuvo un año extraordinario. Lograron lo inimaginable. Para reconstruir el camino que los trajo hasta aquí, hablamos con Gambeta.
Alcolirykoz ha sido parte fundamental del desarrollo del rap en el país. De izq. a der. Carlos Andrés Fonnegra ‘Kaztro’, Juan Carlos Fonnegra ‘Gambeta’ y Gustavo Adolfo Pérez ‘Fazeta’. Foto cortesía
Julián Gaviria @eldelasfotos
Alcolirykoz tiene una respuesta para todo. Parece altanería, pero no. Es un asunto de información, de datos. Tienen las respuestas porque se hacen todas las preguntas. Y ese cuestionamiento incansable es lo que los ha traído hasta donde están.
El grupo ha tenido un año extraordinario. Lograron lo inimaginable: llenaron el Movistar Arena —un concierto de 14.000 mil personas, un hito para el rap local— y giraron por el país, por ciudades donde el rap no va, pero sí se escucha. Su música cada vez se expande más y la gente cada vez más los reconoce y los abraza.
Un triunfo sin precedentes, porque Alcolirykoz es un grupo de rap independiente, que ha escalado a lo más alto sin maquinaria, a punta de ingenio. Para mirar en retrospectiva como ha sido el camino que los ha traído hasta aquí, EL COLOMBIANO habló con Gambeta.
¿Cómo surgieron este par de temas que recién publicaron siguiendo su tradición decembrina?
“Arrancamos este año pensando en sacar un álbum y empezamos a hacer temitas. Estábamos en esa película de actualizar a la gente. Nosotros hemos sido muy de los raperos nostálgicos, de ir al pasado y hablar de eso, pero también hay un presente del que queremos hablar, lo que estamos viviendo y lo que estamos pensando”.
Pero no salió el álbum ¿qué pasó?
“Que empezando el año se nos ocurrió ir a tocar a cuanto lugar no hubiéramos ido o que hace mucho no íbamos de Colombia y eso cambió todo. Empezamos a tocar como locos y tocó parar lo del álbum, pero igual habíamos empezado a hacer temas”.
¿Qué significó llegar a lugares nuevos o volver a lugares que hace tanto no visitaban?
“Era algo que habíamos soñado hace rato y es una chimba, porque uno se siente otra vez, en cuanto a lo emocional, como volviendo a empezar. Se vuelve a sentir como hace años cuando la gente apenas nos estaba conociendo, que era la primera vez que íbamos a tocar para ellos y eso como que renueva algo muy bonito. Se iba uno muy feliz.
Llegamos a lugares y había mil, dos mil personas en sitios que en la vida habíamos ido y todo el mundo se sabía las canciones. Era como si lleváramos años yendo allá”.
Hacía falta hacerlo...
“Era una tarea necesaria. AZ tiene como 18 años y apenas estamos yendo a ciertos lugares donde es muy difícil que los grupos de rap vayan.
Y mientras pasó todo eso, yo pensaba, AZ tiene mucha música, tanta, que a veces es mero problema sacar el repertorio para un concierto. Qué vuelta que nosotros tengamos tanta música y en realidad cada vez que sacamos un álbum, lo máximo que uno puede hacer en este país, que todo está como por hacerse en cuanto a rap, es como que lanzarlo en Medellín o en Bogotá y devolverse de para casa, esperando a ver si resulta algo en otro lado. Es muy difícil.
Es una tarea que se hace tarde, pero había que hacerla. Ahora cuando lancemos el próximo álbum vamos a poder ir un voleo de ciudades”.
Este ha sido un año maravilloso para ustedes, además de visitar tantas ciudades llenaron el Movistar Arena. ¿Cómo se sienten?
“Cada vez que terminamos un año, decimos, es imposible de superar, pero el año siguiente es más grande. Llevamos varios años diciendo eso. No sabemos hasta cuándo vaya a ser así. Somos conscientes y aterrizados con eso.
Yo todavía me siento con Kaztro, veo algún video del Movistar y digo, gonorrea, somos nosotros los que estamos ahí. Eso parece mentira. Uno quisiera devolverse allá y quedarse viviendo ahí, en esa sensación, en esa inmensidad y en esa plenitud tan hijueputa...”
Es un logro enorme...
“Son cosas que ni soñamos. Porque hay cosas que están pasando, que soñamos y pensamos. Pero estar en el Movistar Arena sin haber ni siquiera alcanzado a soñar es una cosa que... Yo tengo el cuadro con la foto del Movistar Arena así, todos parchados en la tarima con el público atrás, entrando a mi casa. Un cuadro gigante de ese momento tan hijueputa”.
No se merece si no es el lugar, a la vista de todos, el logro es de todos, de la familia también...
“De todos, exacto. Yo le decía a Julián (Gaviria @eldelasfotos), yo no tengo pinturas de famosos ni de nada, yo tengo los momentos más hijueputas enmarcados. La única definición que tiene eso es que parece mentira”.
Y que le pase a un grupo de rap independiente...
“Uno de los méritos más grandes de esto es que no fue por medio de canales de televisión nacional, ni emisoras, ni un sello discográfico, ni con una maquinaria ni nada de eso. Es la gente. Hay tanta gente ya escuchándonos que había que meternos en un sitio donde quepamos todos.
Ese es el mérito que no hay que dejar de resaltar: quiénes fueron, quiénes son los pelados que lo lograron”.
La gente ya no se extraña de que ustedes logren cosas tan grandes...
“Pero ahí la grandeza se mide de otra manera. Nosotros nunca dimos el brazo a torcer. Nosotros la hicimos. Nosotros y la gente. Nosotros y las canciones que hicieron que esa gente se sintiera parte de algo, porque lo poderoso de esto es eso. Hay gente que escucha mucho a un artista, pero no va a sus conciertos y ahí es donde está el poder. Lo que la gente siente de verdad, por lo que uno ha escuchado y ha leído, es que el verdadero poder final de las canciones está ahí, en los conciertos. Entonces llevar esto al punto de llenar el Movistar con 14 mil personas... No sé en qué momento nos metimos en esta película y la llevamos hasta allá”.
“Sí, porque cuando nosotros empezamos, todo el mundo te hacía entender que era muy complicado, pero nosotros íbamos de frente. El precio que haya que pagar, lo pagamos. Teníamos todo en contra...”
Y aun así...
“Yo lo hablaba con Kaztro y los parceros más cercanos, les decía, qué chimba esa sensación tan nueva de sentir que las cosas sí cambian. Yo no conocía eso. Duramos muchos años sintiendo que las cosas no cambian, pero cuando empiezan a cambiar, empiezan a cambiar para tu familia, para tu barrio, para tus amigos, para tu grupo, para tu entorno, para el rap de la ciudad, para el rap del país, como que se sienten los cambios. Unos más pequeños que otros, pero usted los ve, los puede palpar.
Es muy poderoso. Yo creo que esa es una de las cosas que actualmente nosotros sentimos, que son más poderosas, cambiar las cosas. Eso antes estaba vetado para nosotros”.
Pero ese triunfo no se transforma en ese falso discurso de los sueños se cumplen, la pobreza es mental...
“Solo porque a nosotros nos pasó no podemos salir a vender ideales falsos. Nosotros venimos de abajo de verdad y sabemos que mucha gente se murió esperando ese sueño. Lo que hemos tratado nosotros de hacer con lo que nos pasa, es no vender esa falsa ilusión de que todos lo van a lograr. Chimba si usted quiere hacerle ver a todo el mundo que la va a lograr, pero usted sabe que en el fondo está mintiendo cuando dice eso. El que dice eso está hablando por el 1% de este país. No hay que vender ideales falsos. Nosotros llevábamos muchos años mirando al techo, pensando que lo bueno no nos pasaba a nosotros.”
¿Ustedes cómo creen que lograron llegar hasta aquí? ¿Cómo se lo explican?
“Hay un montón de cosas que a uno se le escapan y hay otras que la gente podría resumir mejor que uno, porque ellos lo están viviendo desde ese lado, como de afuera.
Pero yo recuerdo que cuando nosotros empezamos a hacer rap, sentimos el cariño de la gente rápido. Era poquita gente, pero sintieron algo, escucharon algo que los conectó. Y en la medida que nos fuimos metiendo y untando más de esto, empezamos a ver la fragilidad de la vuelta, que la mayoría de los eventos eran gratuitos y si era pagando iban muy poquitos”.
Entonces...
“Empezamos a estudiar, no solo el rap, sino la escena. Y una de las cosas que empezamos a hacer, paso a paso, fue ir a tocar a Altavoz y a esas vueltas que seguían siendo gratuitas, usarlas de plataforma, empezar a mover los discos y a crear un público ahí, que nos viera y nos escuchara mucha gente y crecer desde ahí”.
Y después...
“Había que seguir. Empezamos a hacer eventos pequeñitos cobrando, festivales donde nos pagaban poquito, pero que la gente sí pagaba la entrada, festivales de reggae, de rock y así, donde AZ era el único grupo de rap, pero dejábamos la huella. Nos parábamos tan duro que la gente nos cogía un cariño el hijueputa.
Nosotros sentimos que había que llevar el rap a escenarios más grandes, a más público, más allá del rap. ¿En qué momento el rap iba a ser grande aquí, si solo es grande para los raperos? Y lo fuimos extendiendo. El discurso de nosotros era el mismo, la postura también, pero el público era más amplio”.
Pero otro factor fundamental fue el desarrollo de la música, canciones como La Típica, Tararea...
“Sí, sí. Sabes que mostró Tararea, que fue la primera que salió, como otra faceta de nosotros y del rap de aquí también. La gente se acostumbró a que el rap solo era como denuncia y tristeza, pero el rap que nosotros escuchábamos tenía tantos colores y tantas maneras, que hacer solo rap así era como limitarse. Con ese estilo de beats saltamos a otra velocidad, a otro baile, a otro humor. Para mucha gente es como si fuera otro género, pero no”.
Después llegó La Típica y partió la historia...
“La Típica cambió todo, nos abrió un nuevo camino. Ha sido de las veces en las que más me he sentido que creamos algo. Un monstruo.
Yo hice ese beat y lo publiqué en Instagram como un entrenamiento. Nosotros no pensábamos grabar nada ahí, fue Julián el que me dijo, ¿vos crees que todo el mundo está así de empeliculado porque sí? No crees que acabaste de conectar muchas cosas que la gente sentía que estaban alejadas... Y sí, pero pasó casi un año hasta que se nos ocurrió rapear algo que tuviera que ver con la navidad, con los difuntos y la nostalgia de esa temporada aquí en el barrio. Y ahí ya no era solo el beat lo que conectaba, sino la temática”.
¿Qué pasó después de eso? ¿Qué cambió para Alcolirykoz en su forma de hacer la música?
“Yo siento que nos ha permitido desarrollar algo que teníamos no tanto guardado, pero sí un poquito más tímido, como una vuelta más callejera y más desatinada, más de fiesta y de la esquina. Y eso me parece muy chimba, porque nos dio como una libertad nueva, un nuevo camino.
Las canciones tienen espacio para todo, parece que estamos en una fiesta, pero en esta fiesta cabe todo, la tragedia, los problemas con los trombos, lo social, todo. Y me parece muy poderoso, porque se sintió como descubriendo un mundo nuevo, pero propio”.
¿Cómo definiría lo que ha sido este año para Alcolirykoz?
“Aparte de decir que es el año en el que más hemos tocado, creo que este fue el año de la expansión de AZ. Se podría decir que es el año en el que más AZ se ensanchó, se agrandó como que se regó”.
