La primera sede del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM), en el barrio Carlos E. Restrepo fue antes una capilla. Eso le dijo Alberto Sierra (q.e.p.d), uno de los fundadores del museo y curador icónico de Medellín, al artista Humberto Junca en una entrevista publicada en el periódico Arteria en 2015. Y le dijo también que incluso él, antes de ser arquitecto, crítico y curador, iba ser cura.
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r: “Estuve ocho años en eso. Primero, en el Seminario Menor de Medellín y luego estudié Filosofía en el Seminario Mayor de Manizales. Entré de trece años y terminé Filosofía a los veintiuno. A esa edad ya tenía decidido que me iba a estudiar Teología al Pío Latino, en Roma, pero eso no cuajó y me quedé como un año en Medellín haciendo otras cosas, y así caí en la cuenta: ¡Pero qué es esta bobada de volverme cura! Es que a uno lo conducen, hasta que ya no hay nada que hacer”, contó Alberto Sierra en esa oportunidad.
Sierra renunció al sacerdocio y se matriculó en arquitectura. Por la arquitectura llegó al arte y por el arte a la idea de crear un museo de arte moderno del que Medellín adolecía; y por el museo transformó la capilla de Carlos E., como transformó su vida, la recondujo.
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Y eso mismo es lo que ha hecho el MAMM a lo largo de 45 años, porque se ha sostenido haciendo lo que se propuso desde el primer día: ser un espacio para el pensamiento alternativo y el cuestionamiento de la tradición y la cultura, para poner al alcance de la gente múltiples maneras de interpretar el mundo y así conducir su vida o reconducirla.
“El museo es un espacio de encuentro, un lugar para el ocio, el esparcimiento y la diversión. Es un lugar para pasarla bien, aprender, descubrir, conmoverse, construir la memoria de la ciudad, conversar, encontrarse con amigos y eso conlleva una idea de bienestar, por eso quienes trabajamos en este universo decimos que estos son lugares esenciales para el desarrollo humano”, dice María Mercedes González, directora del museo.
El museo es más que el arte, es el mundo puesto ahí, bajo la mirada de otros, es la posibilidad de verlo desde diferentes perspectivas, de recorrerlo y de encontrarse a sí mismo en ese espacio. El museo ha sido un regalo para la ciudad, por eso hay razones de sobra para celebrar. Serán tres días de festejo —25, 26 y 27 de agosto— con entrada libre y una oferta de actividades amplísima que incluye concierto de la Orquesta Filarmónica, cine al aire libre, exposiciones, recorridos guiados y muchos talleres.
Débora, el museo y la memoria
El museo es también un espacio para nuevas voces, entre esas hay algunas viejas que poco se han escuchado, pero que son tan potentes que parece que no estuvieran en el pasado, sino siempre en el futuro, como la de Débora Arango.
“Si bien es una artista del siglo XX, Débora Arango sigue siendo una nueva voz porque en su época fue una artista incomprendida, que no tuvo la visibilidad que merecía, que trabajó muy en solitario. En 1986 el museo es una de las primeras instituciones en hacer un reconocimiento importante con una exposición individual. Ella había tenido participación en algunas exposiciones grupales, había tenido exposiciones muy pequeñas, pero una exposición de museo nunca la había tenido”, cuenta González.
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Débora, como forma de agradecimiento, donó al museo parte de su obra (233 pinturas). A esa donación se sumó, años después, la del artista Hernando Tejada y la del fotógrafo Benjamín de la Calle y, entre esas y otras, el museo ahora custodia una colección de más de 2.400 piezas.
El MAMM es un espacio para el encuentro y la conversación con los que ya no están, ver lo que vieron, preservar su lugar en el mundo, hacer memoria y, a través de su arte, conectar el presente con su pasado y pensar el futuro.
Celebrar para agradecer
“Esta celebración es una gran fiesta de agradecimiento a los fundadores, a los artistas, a los equipos de trabajo que ha tenido el museo en estos años, a las juntas directivas, a las administraciones municipales, a los aliados del sector privado y a los públicos, por supuesto. Hay una lista enorme de agradecimientos, pero también estamos celebrando 45 años de un recorrido que nos ha dado muchos frutos. Celebramos que hoy Medellín tenga en su escena cultural un lugar activo, vibrante, que convoca, que es relevante para pensar la ciudad”, dice González.
La celebración es también un llamado a la acción, a acercarse al museo, visitarlo y rodearlo, porque necesita de todos para seguir sumando vida.
El cine como protagonista
A ocho años de su fundación, el MAMM inauguró su primera sala de cine, que tenía capacidad para 215 personas y operaba bajo la curaduría de Francisco Espinal, director de la cinemateca El Subterráneo.
“Fue una apuesta que hizo el museo con el apoyo de FOCINE —institución de Fomento Cinematográfico que ya no existe—. Así empezó esa relación tan estrecha de un museo de arte con el mundo cinematográfico. Hoy, el cine es una manifestación artística importantísima, es un espacio de conversaciones. Entender el mundo sin el cine es prácticamente imposible”, dice González, la directora.
Por eso, el cine será el protagonista de la celebración con el ciclo ‘4 Regalos’, dedicado a películas cuarentonas, como el museo. Así, se proyectarán: E.T El extraterrestre, Volver al futuro, Alien y El Resplandor.