En El regreso, su primer disco como solista, Miguel Durán vuelve a La Plazuelita, la finca de su familia en San Vicente de Chucurí. Vuelve cantando y contando lo que le enseñaron sus tías y su abuela Rosa, sus primas y la Monita, una perrita sin dueño pero con horizonte. Todas son historias reales, menos la primera canción, la que abre el disco ¿Cómo así?.
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¿Cómo así?
Que el dolor,
no me siguió en mi partir,
que el reloj, nos separó
cuando el disparo sonó
que las lagrimas que
algún día guardé
el campo regó
que las lagrimas que
algún día guardé
al río llegó
Es la primera porque es el principio del regreso, la huida, porque para volver primero hay que irse. Es una canción para su tío Ciro, que lo mataron en 1992 en la finca, unos meses después de que Miguel nació, y con esa muerte cambió todo. Muchos no volvieron a la finca, y la vida de todos se volvió otra, porque eso es lo que pasa con la violencia, que se lleva a unos y los que quedan no quedan igual. Hay una vida que ya no fue y por eso la vida de todos cambia.
–¿Cómo así? Es como es lo que yo creo que podría pensar mi tío y como ese dolor de su muerte quedó en la tierra, quedó ahí, no se ha ido, lo recogimos todos, sus hijos, su esposa, mi familia. Cuando la canto en concierto digo que es ficción porque todas las demás personas que menciono las conozco, dice Miguel.
–¿Cómo fue recogiendo todas esas historias que aparecen en el disco?
–Fue un proceso de recordar, de preguntarle a mi mamá, a mis tías, entre todas me fueron contando un montón de cosas que yo no recordaba o ni siquiera sabía, y me di cuenta que había mucho por contar, dice Miguel.
Al final, El Regreso no se trata de volver solo a la finca, sino al origen de la familia, porque allá en esas tierras se conocieron sus abuelos y nació su familia y con ellos fue que Miguel aprendió la vida.
“Los rastros de lo que uno fue en su infancia, la manera de socializar, perduran incluso cuando las condiciones en las que se vive en la edad adulta han cambiado (...) En consecuencia, el regreso al medio del que uno viene siempre es un regreso sobre si mismo”, escribió Didier Eribon en su libro Regreso a Reims.
El Regreso de Miguel, tiene nueve canciones pero los aprendizajes de muchas vidas, lo que le enseñó su abuela cuando iban juntos a recoger cacao, y lo que le iban contando las tías cuando las acompañaba a regar, a sembrar, en sus viajes. Canciones con una música sencilla, pero letras poderosas porque contienen un mundo, el del campo, donde la vida es otra.
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–Es una forma de recordar. Nuestros antepasados han sido gente del campo, gente campesina, gente que le creía a esto de lo bonito que es la montaña, la selva. Ha sido muy bonito porque con el disco las personas tienen recuerdos como estos, y los que no también se los puede imaginar, dice Miguel.
Miguel empezó el disco después de un viaje a La Plazuelita con su mamá y su hermano. Fueron a ver como estaba la finca, querían ponerla en venta, pero volvieron todos encariñados con la finca y los recuerdos, y decidieron no venderla.
Tiempo después, cuando tuvo las primeras canciones listas se las mostró a Edson Velandia y Adriana Lizcano.
–Edson es un referente de esas historias, canciones bonitas pero que lo confrontan a uno. Entonces le digo mire estas canciones. Ellos me dijeron que las canciones estaban muy bonitas y como en ese momento estaban gestando el séptimo Festival de La Tigra (2023), me dijeron que por qué no me presentaban. Ahí es que empiezo a cantar las canciones, y luego decidimos grabar el álbum, dice Miguel.
El Regreso, producido por Edson Velandia y Daniel Bayona, es el primer disco de Miguel Durán como solista, pero es el segundo que lanza. En 2021 lanzó Suite Permanencia con el Ensamble Páramú. Ese trabajo que está más cerca del jazz y la música de cámara, contó la participación de Antonio Arnedo, Julián Gómez y Rafael Rodríguez, tres grandes del jazz en Colombia.
En El Regreso, Miguel, que es pianista y compositor, se decide a cantar como lo hacía cuando estaba pequeño, que siempre volvía de hacer los mandados cantando lo que sonaba en la tienda.
