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El día que Vargas Llosa le dio un puñetazo a García Márquez y acabó con su amistad

Una década de afecto literario y admiración mutua entre se vino abajo con un golpe inesperado. La noche del 12 de febrero de 1976, en Ciudad de México, la historia de la literatura cambió de tono: del realismo mágico a un drama personal sin final revelado.

  • Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, dos referentes del boom latinoamericano en la literatura. FOTOS: Colprensa
    Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, dos referentes del boom latinoamericano en la literatura. FOTOS: Colprensa
  • Así terminó el ojo de García Márquez luego del puño de Vargas Llosa. FOTO: Rodrigo Moya
    Así terminó el ojo de García Márquez luego del puño de Vargas Llosa. FOTO: Rodrigo Moya
14 de abril de 2025
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Aquel 12 de febrero de 1976, el Palacio de Bellas Artes de México se preparaba para una proyección privada de la película Supervivientes de los Andes. Pero lo que ocurrió en el vestíbulo del teatro superó con creces cualquier ficción cinematográfica. Gabriel García Márquez, sonriente y afectuoso, se acercó a su amigo Mario Vargas Llosa con un cálido “¡Hermanito!”, buscando un abrazo. Lo que recibió fue un puñetazo directo al rostro y una frase cargada de rencor: “¡Cómo te atreves a abrazarme después de lo que le hiciste a Patricia en Barcelona!”.

El golpe no solo dejó al colombiano tendido en el suelo con el rostro ensangrentado, sino que selló para siempre la ruptura de una de las amistades más emblemáticas del llamado “Boom Latinoamericano”. Esa noche, Elena Poniatowska buscó un filete para calmar la hinchazón del rostro de García Márquez, mientras Mercedes Barcha, su esposa, continuaba con los cuidados en casa. Días después, el escritor posó sonriente con el ojo morado en el estudio de Rodrigo Moya, como si ya hubiera decidido que el silencio sería su versión definitiva de los hechos.

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Todo había comenzado con entusiasmo literario. Vargas Llosa, casi diez años menor, descubrió El coronel no tiene quien le escriba cuando trabajaba en Francia, y quedó prendado del estilo sobrio y preciso de García Márquez. A partir de ahí nació una amistad epistolar intensa entre México, París y Londres. La conexión fue tan profunda que incluso consideraron escribir juntos una novela sobre la guerra entre Perú y Colombia de 1932, un proyecto que nunca se concretó.

Su primer encuentro fue en 1967 en Caracas, donde Vargas Llosa recibía el Premio Rómulo Gallegos por La casa verde, mientras Cien años de soledad recién irrumpía con fuerza en el panorama literario. Más tarde, en Barcelona, ambos escritores vivieron una etapa dorada de camaradería. El peruano incluso dedicó dos años de su vida a escribir Historia de un deicidio, un ensayo exhaustivo sobre la obra de su colega colombiano, que luego prohibiría reeditar tras su célebre pelea.

Pero la política comenzó a erosionar la relación. García Márquez se mantuvo cercano a la revolución cubana, mientras que Vargas Llosa se desilusionó pronto del régimen de Castro. El caso del poeta Heberto Padilla en 1971 fue una fisura más entre ambos, dividiendo a los intelectuales del Boom entre críticos y defensores del proceso cubano.

A la distancia, el propio Vargas Llosa admitiría que Gabo era práctico, sabía cómo navegar las aguas ideológicas del momento. En contraste, él se mantuvo crítico, racional y tajante, lo que lo distanciaba aún más de su colega caribeño, espontáneo y festivo. Estas diferencias alimentaban una tensión creciente.

Así terminó el ojo de García Márquez luego del puño de Vargas Llosa. FOTO: Rodrigo Moya
Así terminó el ojo de García Márquez luego del puño de Vargas Llosa. FOTO: Rodrigo Moya

Un secreto que se llevaron a la tumba

No obstante, la causa del rompimiento no fue política ni literaria, sino una historia íntima marcada por celos, rumores y posibles malentendidos. En 1974, Vargas Llosa se enamoró de otra mujer durante un viaje en barco, abandonó temporalmente a su familia, y Patricia Llosa, su esposa, buscó consuelo en García Márquez y Mercedes. El escritor colombiano la acompañó, la aconsejó y, según algunas versiones, le hizo un comentario ambiguo que Patricia luego utilizaría para herir a su esposo cuando decidieron reconciliarse.

¿Qué dijo exactamente Gabo en aquel coche camino al aeropuerto? ¿Fue una broma malinterpretada o algo más? ¿Hubo algo entre él y Patricia? Nadie lo sabe con certeza. Solo queda la versión de que Vargas Llosa, enardecido por las palabras de su esposa, canalizó su furia en ese violento encuentro en México.

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Desde entonces, ninguno volvió a hablar con el otro. Gabo murió en 2014 sin aclarar jamás lo ocurrido. Vargas Llosa, consultado en múltiples ocasiones, evitó siempre dar explicaciones: “Es un terreno peligroso”, dijo en 2017 durante un homenaje a su antiguo amigo.

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