Con la muerte de Manuel Antonio García Caro –el cacique de la gaita– se cerró uno de los capítulos más relevantes de la música folclórica colombiana del siglo XX.
Toño García, como era conocido el músico, era el último de los miembros originales del grupo Los Gaiteros de San Jacinto que seguía con vida. No se comete una hipérbole al decir que la historia de Los Gaiteros de San Jacinto refleja las luchas y los trabajos de los músicos tradicionales de las regionales colombianas. Tal vez la única excepción es que este grupo, a diferencia de otros muchos del país, obtuvo el reconocimiento de la industria. En su caso ese reconocimiento se dio en 2007 cuando ganó el Grammy Latino por el disco Un fuego de sangre pura.
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El grupo se fundó a mediados de la década de 1940. En esta primera alineación estuvo compuesta por Miguel Antonio Hernández Vásquez, Juan y José Lara, Pedro Nolasco y Manuel de Jesús Serpa. Muy pronto se unió grupo Manuel Antonio García. En la década de los cincuenta, Los Gaiteros de San Jacinto hicieron giras por Colombia acompañados por los hermanos Manuel y Delia Zapata Olivella.
Por esos mismos años el grupo llevó el sonido de los Montes de María a escenarios de la China, Japón, Alemania, Francia, Italia, España y Polonia. Lo cierto es que la tradición de la gaita es muy antigua en San Jacinto. Lo es tanto que Gabriel García Márquez hace alusión de ella en el relato Los Funerales de la Mama Grande, justo en el momento en que enlista elementos propios de la cultura del Caribe colombiano.
“La importancia de Los Gaiteros de San Jacinto radica en varias dimensiones. Lo primero que se puede mencionar es el elemento geográfico: ellos fueron artistas de los Montes de María. Además, el trabajo de ellos permite conversaciones muy honestas sobre la violencia del país”, dijo Susana Palacio, gerente de la Orquesta Filarmónica de Eafit. El trabajo musical de Los Gaiteros de San Jacinto da cuenta de las vivencias y las sensibilidades de los campesinos y los habitantes de los pueblo pequeños de Colombia. En sus canciones, además, hay un fuerte acento del mestizaje y de la oralidad.
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“Otro elemento importante de Los Gaiteros de San Jacinto tiene que ver con la transferencia de saberes. ¿Qué hacer con los pocos gaiteros tradiciones que quedan vivos? Porque esta tradición no solo tiene que ver con la técnica musical. También está involucrado el conocimiento que se tiene del instrumento ese conocimiento comienza con el cultivo de la madera del instrumento”, dice Susana.
Este ingrediente nos recuerda que no todas las músicas obedecen las mismas lógicas de producción y distribución. Hay músicos que están más interesados en asumir la música como una manifestación de la cultura de un pueblo y no como un producto de consumo masivo.
“Las escuelas de música de San Jacinto cumplen un papel importante en esta conservación. Allá también hay un museo que recoge la memoria del pueblo. Además, en la región hay un festival de gaitas, que se realiza en Ovejas, Sucre. Ese festival crece cada vez más”, dice Susana. A fin de cuentas, antes que el reguetón estuvo la cumbia.