x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

Una cordillera, un río: una geografía espiritual

Una reseña del libro Citará. La montaña, el hogar, escrito por el profesor emérito de Eafit, Jorge Giraldo Ramírez.

  • Giraldo es doctor en Filosofía. Profesor y decano de la Escuela de Humanidades de la Universidad Eafit, y miembro de la Sociedad Colombiana de Filosofía. FOTO Cortesía
    Giraldo es doctor en Filosofía. Profesor y decano de la Escuela de Humanidades de la Universidad Eafit, y miembro de la Sociedad Colombiana de Filosofía. FOTO Cortesía
  • Una cordillera, un río: una geografía espiritual
06 de enero de 2025
bookmark

*Juan Luis Mejía

Cuando se consulta el perfil del profesor Jorge Giraldo Ramírez, aparecen como sus áreas de interés “la guerra, el conflicto colombiano, la violencia urbana, el derecho humanitario y los derechos humanos”. En efecto, estos son los temas por los cuales el profesor emérito es reconocido por la academia nacional e internacional. Sus libros, ensayos y artículos son materia de estudio y análisis en múltiples universidades de Colombia y el mundo. En el canon de los libros sobre el conflicto armado en Colombia son imprescindibles títulos de su autoría, como Las ideas de la guerra, Populistas a la colombiana, Guerra civil posmoderna, El rastro de Caín: guerra, paz y guerra civil y Colombia: así en la guerra como en la paz.

Pero al perfil le quedan faltando múltiples intereses que conforman la personalidad completa de Jorge Giraldo: es experto en una gran variedad de géneros musicales que van desde la carrilera al rock; colecciona legendarios discos en acetato; es hincha devoto —decir sufrido sería un pleonasmo— del Deportivo Independiente Medellín, cuyas alineaciones recuerda desde cuando fue campeón con el charro Moreno en los nebulosos años cincuenta del siglo XX. “Ser hincha del Medellín define una forma de ser ante la vida”, reitera en uno de sus textos apologéticos sobre el equipo amado.

Otras características de nuestro hombre: usa sombrero según la ocasión; conoce de árboles y pájaros, construyó con Carmenlía una casa en medio de un jardín en Jardín, en donde tiene un balcón posterior para poder contemplar arrobados los arreboles —acuarelados de mandarina— que el sol del océano Pacífico arroja en el ocaso contra los farallones. Fue uno de los primeros blogueros. Desde el año 2008 publica de manera regular Amaranto, “un sitio para filosofía práctica, cultura popular y política”.

Desde su retiro de la academia, Jorge ha iniciado un retorno a sus orígenes. Por eso decidió afincarse en su terruño nativo en donde se ha convertido en un promotor de las culturas regionales, a las cuales llama sin complejo “pueblerinas”. Cada año convoca a un grupo de intelectuales y amigos para recuperar la memoria de aquellos que nos antecedieron y cantaron y contaron al suroeste.

El regreso no sólo ha sido físico. Ha sido también un proceso mental para rescatar del olvido a los antepasados. Los que en un momento decidieron abandonar el suelo nativo en el oriente antioqueño y acompañar al padre Gómez Ángel a fundar, en un pequeño valle de la cordillera occidental, un pueblo que sería un jardín. Fruto de ese retorno a los orígenes, en el año 2023 publicó, en edición numerada, un precioso texto titulado Expedición sentimental a mi familia jardineña. En él, retuerce la memoria individual y colectiva para reintegrar a sus antepasados y a los lugares donde habitaron.

En el ensayo que prologan estas palabras, Giraldo ya no se ocupa de los seres que le precedieron sino a la geografía que ocuparon. Una geografía signada por una cordillera y un río. Una geografía espiritual que es presencia, morada, referente vital, que ha marcado la vida de aquellos que han nacido y vivido entre esas breñas. Ariscos como los torrentes que se despeñan de las alturas cordilleranas; altaneros, cerreros, seres en contravida. Pero también poetas como Manuel, como Gonzalo, como Jaime, como Mario, como Tartarín y como tantos otros que viven en poesía sin saberlo.

A la entrada de la población de Andes existe un monumento bastante kitsch en honor a la Virgen del Carmen, quien rescata de las aguas furiosas del río a un grupo de pasajeros de un camión que ha caído en sus aguas. Ese monumento, repintado a brocha gorda por tiempos, sintetiza el respeto y temor que los habitantes de sus riberas sienten por el San Juan Docató. Por la angostura ruge entre rocas prehistóricas un caudal que ocupa, según los geólogos, el viejo cauce del Bredunco, “que otros llaman el Cauca”, el cual, en la era de los cataclismos, desvió su curso a las vegas de Supía, ante el surgimiento volcánico de la montaña de Caramanta.

Una cordillera, un río: una geografía espiritual

Las aguas originales del san Juan Docató, se alimentan y enfurecen a medida que desembocan las aguas no menores de sus afluentes. Algunos de ellos, como el Tapartó o la Liboriana, arrastran poblados enteros en noches de tormenta. O se tragan a los que los desafían, como a la legendaria Dalila Sierra, a quien la Virgen del Carmen no quiso rescatar, seguramente en venganza por las afrentas proferidas durante la buena e intensa vida de esta dama, arquetipo del ser atravesado y ebrio de vida que pulula en el Suroeste.

La otra presencia es la cordillera occidental, llamada así por los europeos, pues su nombre primigenio, Citará, debería ser el que aparezca en los mapas. O si se quiere, nombrarla como lo hacían los aventureros del siglo XIX: las montañas azules. Hasta bien entrada la República, el territorio comprendido entre el Docató y la cordillera se podría denominar terra incognita, como en los mapas primitivos. En ellos los límites son difusos, las toponimias andantes y la imaginación fecunda. A partir de la Comisión Corográfica surge la necesidad de describir el territorio, de medir alturas, de dar un nombre castellano a los accidentes geográficos. Desde entonces, las pequeñas planicies que permiten las angosturas se fueron poblando, las laderas se sembraron de café y en las alturas brotaron mitos y leyendas.

En la geografía política, la cresta de la cordillera es una frontera que divide departamentos; en la geografía física es un divorcio aquarium desde donde se desprenden las aguas que alimentan el Cauca y el Atrato. En la literatura configura el lindero entre lo real y lo presentido, entre el sueño y la vigilia como lo describió Manuel Mejía Vallejo. Desde Caramanta hasta La Concordia, se aprecian los múltiples tonos de verde de los cafetales, de los potreros de india y guinea, de los cultivos de cítricos y aguacate. Al otro lado de la cordillera, visto desde el aire, el paisaje es monótono y mono tono, parece un inmenso cultivo de brócolis gigantes, humedecidos por las lluvias que dejan caer las nubes que logran superar la serranía del Baudó.

Lea también: Estos fueron los libros favoritos de los colombianos en 2024

La savia profunda que nos alimenta proviene de la genealogía y la geografía. De ella venimos y a esta pertenecemos. En todas las culturas la vida y la genealogía están representados por un árbol. El tronco que sembraron los Giraldo Ramírez en el siglo XIX encontró en el suroeste la tierra fértil para crecer y reproducirse. Seres rescatados de la niebla de la memoria, ríos tormentosos, cerros tutelares. En fin, presencias/ausencias que la palabra nombra y recupera.

En estos dos recientes ensayos —en realidad uno solo— Jorge Giraldo se ha despojado del método y el rigor de la escritura académica y ha liberado su pluma para encarar el ensayo poético, en el cual las licencias literarias conviven de manera armónica con la precisión de la cita erudita. Esta nueva fase de la producción literaria de Jorge Giraldo reafirma la dimensión humanística de este gran intelectual, que se alejó del mundillo académico en busca de sus raíces y de su identidad profunda y para disfrutar de los dones sencillos de la vida, como contemplar, en fraterna compañía, los arreboles que se asoman tras los farallones del Citará.

El empleo que buscas
está a un clic
Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD