Las cenicientas de ébano es el décimo libro de Wilson Moreno Palacios, un escritor de Turbo que descubrió su vocación literaria el día en que leyó el discurso en la ceremonia de grado de su promoción de bachillerato. Esa vez, desde el escenario, descubrió en vivo y en directo el poder que la palabra tiene en desatar los nudos de los pensamientos y en convertir las emociones en lágrimas.
En este caso a quien vio llorar fue a su padre, el fotógrafo del pueblo. De ahí en adelante dejó de ser un adolescente que miraba los libros como obligaciones escolares y supo que en ellos se esconden herramientas para tomar consciencia del mundo. Es precisamente de eso —de la consciencia del papel de uno mismo en el mundo— que trata Las cenicientas de ébano.
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La novela abre con tres epígrafes: uno de Martín Luther King, el otro de Nelson Mandela y el tercero de Aimé Cesaire. Desde diferentes campos, los tres personajes ocupan un lugar de honor en la historia del activismo afro. Los tres fueron líderes políticos cuyas luchas pusieron los temas afro en la agenda de discusión mundial. Por eso no asombra que la novela de Wilson Moreno Palacios empiece con esta frase: “Me di cuenta que era negra por primera vez en un aeropuerto al intentar salir de mi país”, afirma Venus María, la protagonista del libro.
El descubrimiento de la condición racial, social o económica de los individuos es el paso previo a la búsqueda de un lugar en el mundo que dé sentido a los actos. Wilson vivió ese tránsito cuando salió de Turbo y se mudó a Medellín para continuar con sus estudios universitarios. “Salir de mi terruño y llegar a Medellín fue un cambio brusco. Ahora, imagínate salir de Medellín para irse a Francia fue otro cambio brusco. Por eso, la toma de consciencia siempre ha estado en mi obra”, dice Wilson. Ahora él vive en Francia, pero visita con frecuencia su región natal. Una de las intenciones de no cortar el cordón umbilical con Turbo es de servirle de ejemplo a los niños de que el destino para ellos puede ser más amplio, si así se lo proponen.