El escritor Andrés Delagado es muy consciente del momento en que su destino de ingeniero dio un giro para llevarlo a la escritura y a los libros. Un día, en la biblioteca de Eafit, a la que iba tras las clases de álgebra lineal y ecuaciones diferenciales, se encontró con la antología de los reportajes que Gonzalo Arango, el poeta –y profeta del nadaísmo– hizo para la revista Cromos. En esas páginas Andrés descubrió que el lenguaje del periodismo es el de la literatura, que un cronista puede prender su cigarrillo con la llama que está en el corazón de Jesús, el cuadro de la sala de Martín Emilio Cochise Rodríguez. “En ese libro encontré que las crónicas unen la literatura y el periodismo”, dice Andrés en su oficina de la Biblioteca Comfenalco de Castilla.
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El libro de Arango abrió una brecha, que se agrandó con el descubrimiento de las obras de Tom Wolfe, de Truman Capote, de Gay Talese y los demás nombres principales del periodismo narrativo de los gringos. Todo esto lo rememora Andrés mientras a pocos centímetros de sus manos, sobre el escritorio, hay un ejemplar de El pecado de la carne, la antología de sus crónicas publicada por la Universidad CES. Ese libro es el motivo de este diálogo, en el que él, con una camiseta negra con un estampado amarillo de Nirvana, rememora su paso de la ingeniería a la escritura. “Mi papá me dijo que tenía que estudiar algo que me diera estabilidad porque no quería que estudiara español o literatura”.
En esta cronología rememora el encuentro con el profesor Carlos Mario Correa. “Él fue mi mentor. Él me dio una bibliografía y yo me dedicaba a leer todo lo que me recomendaba. Así fue como aprendí periodismo,“ dice Delgado. En otras palabras, su entrada al periodismo fue por la puerta del autodidacta, del que se forma en el oficio y no en la academia propiamente. La primera publicación importante de Andrés fue una crónica titulada La calle del porno en Boyacá que fue bien recibida por sus amigos lectores y marcó el inicio de su carrera de escritor y periodista. ”Como ingeniero, me acercaba a los temas de producción con una perspectiva técnica. Pero como periodista, uno debe tener empatía y ver la humanidad en cada historia“ comenta. Esta empatía es esencial en su labor actual como promotor de lectura en la Biblioteca Pública de Comfenalco.
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El pecado de la carne es el cuarto libro de Andrés. Hasta ahora su bibliografía está compuesta, además de este título, por las novelas Sabotaje, El vértigo del viaje y por el libro de crónicas Noches de estriptís. Sus artículos y crónicas –casi todos incluidos en El pecado de la carne– han sido publicados por Universo Centro, Cronopio, El Puercoespín, Replicante, FronteraD y Elmalpensante.
Su obra se interesa por los asuntos de las vidas marginales y acude a las estrategias del periodismo gonzo para contar las historias. “La crónica requiere tiempo y dedicación. Es un género lento que exige una inmersión profunda en el tema”, dice Andrés. Luego toma un ejemplar de una novela de Juan Cárdenas para dar una idea del tipo de lecturas que son de su interés y, por el mismo camino, revelar cuáles son sus aspiraciones literarias. “Para mí hay dos tipos de literaturas: la del entretenimiento y la seria. Mi interés es la segunda”, dice. A renglón seguido hace la lista de autores que para él encarnan la literatura seria: Juan Villoro, Roberto Bolaño, Leila Guerriero. “Estas lecturas exigen una actitud diferente”.
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En cuanto a sus proyectos futuros, Delgado está en un momento de pausa y reflexión. “Estoy en un descanso, oxigenándome después de un año literario intenso“ dice. Sin embargo, no descarta la posibilidad de volver a la escritura en un futuro cercano, quizás explorando temas más comerciales y accesibles para un público más amplio. Ahora su atención está puesta en los asuntos de la promoción de la lectura entre los habitantes de Castilla.
Andrés Delgado es una muestra de la fuerza de las humanidades para atraer gente, incluso cuando se comienza la vida profesional en un campo completamente diferente. “Esto de los libros es un vicio, metaforicamente hablando. Por estar leyendo y escribiendo he perdido novias y amigos”, dice.
